ANTONIO RUZ. COREÓGRAFO

"No vamos a invitar a los de siempre, sino a traer un poco la 'crème de la crème' de la danza europea"

Antonio Ruz FOTO JUAN CARLOS TOLEDO
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Antonio Ruz se considera cordobés ciudadano del mundo que, desde muy pequeño, ha tenido una pasión, un interés, una curiosidad por la danza y por todo tipo de artes.

Sus padres son de Montalbán, en la Campiña Sur. Toda su familia por ambas ramas son de allí. Pero tanto él como sus cuatro hermano ya nacieron en la capital. Primero, en la zona de Jesús Rescatado y luego dieron el salto a Ciudad Jardín. Allí estudió en el colegio Virgen de la Fuensanta y luego, en el IES Medina Azahara, hasta que con 16 años se marchó a Madrid a estudiar ballet. A partir de ahí entró en la compañía de Víctor Ullate, a la que le siguieron una serie de compañías y de logros conseguidos hasta el día de hoy.

Para hacerse una idea de cómo pudo ser de 'movida' su infancia y juventud, baste decir que la familia de su madre eran 10 hermanos, siendo ella la mayor, mientras que su padre era el tercero o el cuatro de siete. Eso quiere decir que tiene en torno a medio centenar de primos carnales con facilidad. Hay que imaginarse que sus vacaciones de Navidad no eran precisamente aburridas. "Hemos sido siempre una familia de mucho jaleo, de risas y canciones. La familia siempre ha sido muy aficionada a la música, al cante y a los villancicos y me he criado en ese ambiente entre Córdoba, Montalbán y el campo", señala. Y para rematar la faena, asegura que se crió en una familia de agricultores  en el mundo rural, pero acabó desarrollado una vena artística.

Ahora vuelve a su patria chica a poner en marcha un Centro Coreográfico que dará vida al edificio de La Norman, al Distrito Sur y al resto de la capital cordobesa, que tiene una deuda con la danza, y que acabará estando en el mapa europeo de esta disciplina artística en cuanto se ponga en marcha. O, al menos, ésa es la intención.

¿Dónde vio ballet por vez primera?

 Yo empecé bailando Flamenco con Concha Calero, después de que mi abuela me regalara un cursillo de sevillanas cuando cumplí siete años, y estuve estudiando con María Díaz, en una academia que había en Ciudad Jardín, y a partir de ahí ya entré en la Academia de Concha Calero y estuve tres o cuatro años. De ahí al Conservatorio de Danza Española durante cinco años y a la vez, para perfeccionar, me apunté a ballet de clásico y es donde me enamoré ande esa disciplina y de ese estilo de danza.

Frente al Flamenco, ¿le gusta a más el ballet clásico?

A ver; no es algo de que me guste más o menos. Yo he ido pasando por todas ellas y me he implicado mucho, pero como soy un ser bastante curioso e inquieto, he ido cambiando o transformando unas en otras, aprendiendo e cada cosa y ahora mismo tengo la suerte de contener prejuicios y usarlo todo n esa mochila, en ese bagaje artístico que llevo de toda Liu infancia, de mi juventud y de mi carrera ya de madurez para hacer el trabajo que hago hoy.

Po ejemplo en el proyecto de La Normal de Córdoba esta todo eso también. Hay una filosofía de una danza bastante abierta. Pueden venir bailaores, pero también gente de clásico, de danza contemporánea... Será un espacio bastante abierto. Lo que pasa es que Córdoba no tiene una deuda con el Flamenco, porque se programan varios ciclos, con el Concurso Nacional, el Festival de la Guitarra, pero sobre todo la danza actual, la Danza Contemporánea, la que se hace hoy con temáticas que preocupan y que inquietan, haciendo reflexiona al público, esta muy poco tenida en cuenta,

El proyecto que tenemos entre manos puede saldar en parte esa deuda.

Antonio Ruz FOTO JUAN CARLOS TOLEDO
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Es de suponer que todo ese bagaje que ha señalado antes aparece reflejado en sus coreografías, ¿no?

Sí, sí. Es verdad que mi lenguaje, por llamarlo así, es más contemporáneo o de danza-teatro. Si te digo la verdad, no soy muy de etiquetas y he intentado huir de ellas. Pero claro que sí; no es lo mismo haber pasado por odas las disciplinas. Yo estuve bailando ballet clásico 17 años cogido a una barra haciendo ballet, y todo eso está ahí. Toda esa técnica, ese rigor, esa musicalidad, toda esa precisión que te aporta la danza clásica esta ahí, pero luego he tenido también experiencia que me han acercado a una danza más expresiva, más libre, de hoy, con un cuerpo quizá menos codificado. Y también he descubierto otras cosas maravillosas.

Por tanto, sí. En todas mis coreografías, aunque sea danza contemporánea, luego las temáticas que toco se relacionan con la música Barroca, otras veces con temas más sociales, más psicológicos o filosóficos, y yo elijo el lenguaje corporal, el lenguaje danzístico, que necesita la obra, sin preocuparme mucho por qué lenguaje tiene Antonio Ruz, que me da más igual. Se trata de buscar el lenguaje coreográfico que la obra precise para contar lo que quiero contar y cómo lo quiero contar.

Al mismo tiempo, le corresponde elegir un tipo de músicas diferente para cada proyecto.

Claro. Elegirla o hay un compositor que la compone.

¿Ah, sí? ¿Le componen para usted piezas originales?

Sí. Digamos que eso es lo más estimulante y lo más inspirador. Yo trabajo mucho en equipo. Yo soy el director, o el que coordina todo un equipo, las ideas parten casi siempre de mí, pero luego yo me dejo transformar por las ideas musicales de un compositor, con el escenógrafo, el diseñador de vestuarios, la diseñadora de iluminación, Olga García, que colabora conmigo dese hace ya 15 años. O sea que para mí, al final, el arte coreográfico no es sólo inventarme movimientos y hacer frases coreográficas, sino que veo la coreografía como algo global, algo muchísimo más integral. Y lo que el público recibe no es qué bien baila ese bailarín, que es bonito, pero es más bien por qué ese bailarín está ahí, cuándo ha entrado, qué iluminación tiene, qué vestuario, cómo es la música...

Pero eso le llega de una manera imperceptible al público.

Claro. En eso consiste el arte.

¿Usted qué música escucha cuando está tranquilo en su casa?

De todo tipo, como podrás imaginar. Muy ecléctico, muy variado. Me puedo poner música clásica, a veces escucho Flamenco, otras veces latinoamericana o música Electrónica bastante también. Música actual: Pop. Música de cantautor. A veces me hago mis propias playlist con temáticas; depende. Y luego también hago mucha investigación musical. Empiezo a descubrir un autor y a partir de él empiezo a buscar en las diferentes plataformas que hay y siempre me guardo mis músicas para decir: "A lo mejor un día hago un proyecto con algo así, con este tipo de sonoridad o con ese estilo o esa época".

Siempre estoy, al final, buscando, pero no sólo con la música, por la calle veo cosas o estoy en Internet y me vienen imágenes, y al final es una manera de estar en el mundo y de mirar lo que hay fuera.

Una pregunta muy tonta: ¿Por qué se fue a Madrid?

 No es tonta la pregunta. Me fui a Madrid porque para dedicarse al mundo de la danza profesional era una de las opciones: Irme a Madrid, irme a Barcelona o al extranjero. Era la opción más fácil y más cercana donde había escuelas profesionales, ya sean privadas o públicas, para que un adolescente de 16 años se terminase de formar y pudiera bailar profesionalmente.

En Córdoba era, y es, imposible.

Ahí quería yo llegar. La pregunta iba por esos derroteros. Planteada de otro modo, ¿qué pasa? ¿Es que en Córdoba no se puede quedar si alguien quiere ser profesional?

Bueno, en Córdoba y en muchas de las provincias de Andalucía, diría yo. O sea, el tema de la danza, por desgracia, está muy centralizado en Madrid, en Barcelona, quizá en Valencia. Al final que haya, por ejemplo, un centro coreográfico o de creación, es fundamental. Los conservatorios mueven mucho, pero en el fondo no dejan de ser instituciones públicas con una programación muy determinada donde los bailarines sí que se forman, pero necesitan muchísimo más apoyo para llegar a bailar profesionalmente.

Entonces, yo estaba en el Conservatorio Araleo Moyano, mi maestra de aquí de Córdoba, que gracias a ella me fui a Madrid, fue la que le pidió a mi madre que "el niño se tiene que ir". En la vida te vas encontrando a personas que te dan ese empujoncito para decirte que "tienes talento, que vales y que tiene que bailar; no te quedes aquí, que yo no quiero retenerte para ponerme la medalla de nada, todo lo contrario". Son esos ángeles (se ríe) que aparecen en tu vida para decirte que vueles y que te vayas de donde estás para llegar donde tengas que llegar.

Pues es triste tener que decir eso.

Sí (no muy convencido), pero bueno, a todos nos pasó y luego, al final, para la decisión también fue crucial que mis padres me apoyaran. A lo peor a otros padres les dice la profesora de ballet que su niño se tiene que ir a Madrid con 16 años y dicen que no (chista). Pero mis padres me quieren, me querían en ese momento también y entendían que para mí era muy importante e hicieron caso de una profesora profesional que vio un futuro en mí.

Pero, Antonio, por tristeza yo me refería no al hecho de que alguien tenga que huir de su tierra natal, sino más bien que aquí no se pueda desarrollar todo eso que uno tenga dentro en potencia.

Ya, ya. Sí, es triste, pero precisamente por eso estoy aquí. Yo he vivido en tantas ciudades, porque después de Madrid viví en Ginebra tres años, luego me fui a Lyon, en Francia, volví a Madrid, luego me fui a Berlín, he viajado por todo el mundo. Por tanto, yo no tengo ese sentimiento de arraigo. Que quede claro que me encanta Córdoba, cuando vuelvo estoy feliz por ver a la familia y la ciudad me parece una auténtica belleza; estoy muy orgulloso y siempre hablo de Córdoba cuando estoy en el extranjero. Pero no tengo ese sentimiento de morriña para decir "me fui de Córdoba y ahora vuelvo a mi ciudad". No. Más bien es que vuelvo a Córdoba a mover un poco la cosa por aquí con mi experiencia, mi conocimiento y con mi equipo para agitar esto y si dentro de unos años yo no estoy que la iniciativa siga adelante.

Antonio Ruz FOTO JUAN CARLOS TOLEDO
Antonio Ruz FOTO JUAN CARLOS TOLEDO

La verdad es que voy a tener que estar muy presente, porque un centro coreográfico necesita de la presencia del alma y de la filosofía de ese centro, pero tengo que seguir también con mi vida, con mis proyectos creativos y mis encargos. Este otoño me voy a Alemania dos meses, el año que viene tengo otro encargo en otro sitio... Todo eso sigue, porque realmente este proyecto no tiene nada de lucrativo; todo lo contrario. Es un proyecto que va hacia fuera; desde la danza hacia los jóvenes, hacia los profesionales de la danza, hacia otros creadores. Pero ni mi equipo ni yo nos vamos a lucrar. Evidentemente, hay un trabajo que está pagado, pero con lo que yo satisfago mis facturas es con los encargos que hago y con la gira de mi compañía, pero eso va por otros derroteros.

Y es algo que quiero dejar meridianamente claro aquí: Mi compañía va por un lado y, por supuesto, vamos a hacer aquí los ensayos, las creaciones y seguramente se preestrenen en el Gran Teatro o en el Góngora y habrá una vinculación con el IMAE, pero el proyecto el Centro Coreográfico La Normal no es de mi compañía.

Queda claro. ¿Pero trata de evitar con ese proyecto, precisamente, que la gente que vale tenga que irse fuera, como le ocurrió a usted? ¿Busca que se puedan quedar en Córdoba para formarse y expresar su creatividad?

Por lo menos que tengan la opción. No es que se tengan que quedar aquí, porque a la postre cualquier artista de cualquier disciplina está casi obligado a viajar y salir de su zona de confort y de su burbuja de calma y facilidad y tiene que irse fuera. Yo lo mejor que he hecho en mi vida en Madrid fue cuando decidí irme a Europa, a Suiza, a aprender idiomas, conocer otras culturas, otras religiones, otras visiones, otros modos de ver; y eso es lo que me ha hecho ser el artista que soy hoy. Si me hubiera quedado en Córdoba, simplemente sería otra cosa. Quizá hubiera estudiado Bellas Artes, que está genial, y hubiera acabado haciendo otra cosa.

Pero creo que el bailarín, si tiene la opción por lo menos de hace una transición profesional en un centro que está gestionado por artistas y por coreógrafos y creadoras que están ahora mismo en la escena contemporánea independiente y que puedan pasar por ahí para que sea como una especie de trampolín para luego acceder a viajar y hacer otras cuestiones, me parece maravilloso. ¡Ojalá hubiese tenido yo eso! Por lo menos, para poder decidir.

¿Cómo gestó este proyecto? ¿De dónde surge esta idea del Centro Coreográfico La Normal? ¿Desde cuándo lleva dándole vueltas?

Bueno, yo llevo dando vueltas a un centro coreográfico en torno a 10 años. He probado en varios sitios, en varias instituciones, me he presentado a varios concursos de direcciones y, en realidad, toda la filosofía de este centro está presente en esos dosieres que yo he ido escribiendo con mi equipo durante todos los últimos años.

Es verdad que Córdoba llevaba yo un tiempo diciendo qué pena que siempre vengo a actuar, a presentar nuestros trabajos, bien de compañía o del que hago con el Ballet Nacional, 'Electra', y siempre es un éxito y me siento muy apoyado. Es el reflejo de que ha habido un apoyo incondicional desde el IMAE, desde el Ayuntamiento. Pero la pena es que venimos y nos vamos. Sí que dejas la huella en el público, luego la gente me escribe diciéndome sus impresiones sobre ir a un teatro y dejarse emocionar por lo que ve.

Pero el centro coreográfico se me ocurrió para dar un paso más, porque yo siento que Córdoba tiene una riqueza cultural y patrimonial, con los festivales que hay de Cosmopoética, el Festival de la Guitarra, el Festival de FLORA..., que todos tienen que ver más con lo patrimonial, de la belleza arquitectónica y la historia de la ciudad, pero falta creación local, actual, contemporánea, falta que la gente se venga aquí unas semanas, unos meses o un año a crear desde aquí, a estar en contacto con el territorio y una de las ramas de este proyecto es justamente eso: Empezar a crear un tejido aquí cultural, a través de la danza en este caso, que haga que Córdoba tenga otra semillita, otra especie de flor, a ver si se acaba abriendo (se ríe).

¿Pero público para la danza hay en Córdoba? Bueno, y en las provincias, en general, al margen e esos tres grandes centros que antes ha mencionado.

Creo que público hay. Yo siempre que vengo, y más ahora que la gente me conoce más, tengo público. A la gente le encanta ver danza. Pero es muy importante también cómo tú comunicas la danza, cómo tú haces la publicidad de esa danza. Si las instituciones no invierten en difundirla y que el público entienda qué tipo de espectáculo viene y haya una programación con una coherencia, es imposible. Con espectáculos cada tres meses la gente no entiende que en esta ciudad haya danza. Pueden ver que ha venido tal o cual ballet y a los tres o cuatro meses viene otra compañía... Creo que ése sería el paso siguiente que queremos dar aquí, que es crear un Festival, pero de eso no te puedo hablar aún.

No, pero viene muy a cuento, porque ocurre tres cuartos de lo mismo con la ópera o con la zarzuela, que de cuando en cuando hay algo, pero no hay una programación específica¡ en Córdoba. Gustan cuando vienen, pero para de contar.

¡Claro! Hablas de una continuidad o hacer ciclos o festivales o tener un mes más dedicado a la danza. Bueno, ya veremos cómo se gestiona. Quiero ir poco a poco y paso a paso. Pero para mí, en principio, era más importante contar con un espacio donde se haga, en el más amplio sentido de la palabra, danza, porque muchos creadores coreográficos se denominan 'mares', hacedores de danza. Era más importante que haya un lugar físico en Córdoba, donde la gente de aquí y de fuera pueda venir en algún momento a crear aquí, a producir, a investigar, a mostrar y a hacer intercambios con la ciudad. Eso creo que es fundamental tanto para la ciudad y su gente, como para cómo nos ve la gente desde fuera.

Muchas veces me han comentado en Berlín que Córdoba es muy bonita, pero preguntan qué hay aquí, dónde va la gente, qué hace. ¡Es que no hay nada! Y en la primera conversación que tuve con el alcalde, José María Bellido, estuvo de acuerdo en lo que yo le planteé, que es básicamente lo que estoy diciendo en esta entrevista, y me dijo "tienes toda la razón y si hay gente como tú especializado en esta materia tenemos que hacerte caso".

¿Pensó usted en el edificio de La Normal desde el principio?

No, fue cosa del Ayuntamiento. Esto pasa por un espacio que está sin acabar y sin utilizar y se trata de una infraestructura pública, por lo que ¿para qué hacer algo nuevo que va a costar millones si ya hay espacios que se pueden usar?

¿Pero usted ya había pensado en algún otro espacio?

No. Esa propuesta mía fue muy inocente. Quiero decir que no venía con un proyecto y un espacio para ese proyecto en mente. Es así porque yo ya he hecho muchas cosas que luego no han salido adelante y prefiero que me aseguren un apoyo institucional antes de profundizar más en él. Si además hay espacios, se ven cuáles son y se opta por el más idóneo. Ten en cuenta, además, que a Córdoba vengo poco y sí que conozco otros espacios, pero no son del Ayuntamiento, son privados y cuesta mucho más.

Es mejor contar con esa pata pública del Ayuntamiento, con ese edificio que tiene una planta baja sin usar y que, además, iba a estar destinada a temas de artes escénicas, porque en artículos de hace unos años lo llamaban la 'Caja Negra'. El alcalde simplemente me dijo que fuera a verlo.

Ciertamente. Hoy (por el miércoles) lea ido usted a verlo. ¿Qué le parece?

Bueno, yo ya lo he visto unas cuantas veces.

¿Y es adecuado para lo que usted plantea?

El espacio necesita un acondicionamiento, pero no requiere de una obra estructural grande en absoluto. Eso sí, hay que acondicionarlo para los fines y los usos que va a tener.

En la presentación del proyecto se habló de que se iban a pasar por Córdoba coreógrafos internacionales.

Sí.

¿Ya tiene en mente nombres?

Sí, tengo algún nombre. Pero eso no lo podemos desvelar, porque estamos trabajando todavía en todas las actividades. También voy a tirar de gente con la que yo ya he trabajado. He trabajado con muchísima gente en Francia, en Suiza, en Alemania, y traer a maestros, profesores y profesoras que sé que son increíbles y que no han venido nunca por ejemplo a Andalucía a enseñar o a impartir talleres. También queremos despuntarnos un poco de lo que ya se ha hecho aquí. No vamos a invitar a los mismo de siempre, sino traer un poco la 'crème de la crème' de la danza europea y dar la oportunidad a estos jóvenes bailarines de trabajar con ellos.

¡Qué maravilla! ¿Y todo lo que se vaya a crear en Córdoba a raíz del Centro Coreográfico La Normal se va a presentar en Córdoba?

Pues, depende de proyecto y de la actividad. Vamos a tener actividades en las que el público, poca gente, quizá más del barrio y de una manera más informal, van a ver muestras de procesos creativos, por ejemplo de los residentes, de las compañías y coreógrafos residentes, que vengan al Centro, y eso será en la sala de ensayos, de una manera menos escénica. Es muy bonito porque al final el público ve el resultado bonito, con las luces y el vestuario, pero no suele ver las tripas del proceso creativo.

Nosotros vamos a favorecer muchísimo que el público dialoguen con los artistas, que les pregunten, que entiendan de dónde viene todo eso, porque pienso que ahí es donde esta la raíz para crear público de danza.

Cuando dice hablar, ¿se refiere a hablar de verdad? ¿Que el público va a poder dialogar con los creadores?

Sí, claro. Nosotros solemos hacer siempre como unos debates después de las muestras, ya sea en el escenario o en los ensayos, muchas veces acuden 50 o 60 personas a verlos y al final nos sentamos con ellos y se abre una rueda de preguntas, observaciones, opiniones, un poco de feedback, y eso me parece muy poderoso, porque la experiencia para el público es diferente y, al mismo tiempo, acerca un poco a ese misterio que es el proceso creativo: Saber cómo creamos los coreógrafos y de dónde vienen las ideas, ¿por qué esa música?, ¿por qué esos movimientos? A mí me parece bonito, y eso va a ser una constante en todo el proyecto.

Y luego, por supuesto, está la complicidad con el IMAE. Córdoba tiene tres espacios maravillosos que el Ayuntamiento, además, estará encantado en poner a su disposición, ya que este proyecto en cierto modo viene de esa misma fuente y seguramente cuando el proyecto ya arranque los próximos estrenos o preestrenos los intentaremos hacer siempre aquí.

Por tanto, vamos a salir ganando todos y todas, y no sólo quienes quieren formarse.

¡Claro! Al final será una casa para nosotros también, pero para otra gente además. Con esa identidad tan potente de La Normal, eso finalmente va a ir creando marca. De hecho, me está escribiendo muchísima gente de otros países que han visto en mi Instagram la noticia. Y me dicen que les parece una maravilla, me dan la enhorabuena, se ofrecen para que cuente con ellos. Eso es que poco a poco se va haciendo ruido y la gente va a querer venir, porque hay muy pocas noticias de este tipo. Olga Baeza, de Radio Nacional, que tiene un programa estupendo que se llama 'A compás', y colgó en sus redes: "La danza esta de enhorabuena, porque acaba de nacer un nuevo Centro Coreográfico en Córdoba".

Por ahora, todo está siendo bonito. Pero los quebraderos de cabeza que llevamos hasta llegar aquí, y los que todavía nos quedan, son increíbles. Vamos a hacer un trabajo muy en paralelo a otras cuestiones y proyectos, y nos queda un caminito largo, pero con mucha ilusión.

¿Quién va a ser su mano derecha aquí, en Córdoba? Lo pregunto, porque, evidentemente, usted no va a poder estar aquí todo el rato.

Sí, claro, pero yo sí voy a estar muy presente. Lo que pasa es que vamos a ir cambiando según las actividades, los otros proyectos y según los viajes que tengamos, las giras de la compañía y demás. En el equipo está mi mano derecha, que es Valeria Cosi, que es a la vez mi manager y es la directora adjunta del proyecto. Luego hay dos coreografías bailarinas que nos acompañan para toda la coordinación de residencias, mediación y ciclos formativos, y luego, en la distancia desde Madrid, tenemos un equipo de gestión y producción. Pero quienes vamos a estar más presentes aquí somos nosotros cuatro. Creo que lo cubrimos todo bastante bien. Habrá una persona o agencia de comunicación, que será local, y se encargará de todas las labores de cómo el Centro llega a los medios y a la sociedad.

¿Qué le parece a su familia todo lo que está montando aquí?

Están muy contentos.

Era de imaginar. ¿Pero se lo esperaban?

No, la verdad. Cuando empecé con la idea les pareció muy bien y un proyecto muy interesante y no se lo esperaban. Ten en cuenta que siempre he sido el que ha estado viajando, de un lado para otro, pero un día les comenté a mis padres que iba a proponerlo al Ayuntamiento, sentarme y ver qué ideas tienen ellos al respecto. Un proyecto así nunca sale de los políticos, la filosofía del proyecto y la idea normalmente siempre tienen su origen en el artista.

El político no te va a llamar para plantearte algo, y eso muchas veces es lo que nos pone un poco nerviosos a los artistas, porque luego ves en prensa "El Ayuntamiento crea un Centro Coreográfico", y eso no es así (se ríe). Hemos sido nosotros quienes lo hemos propuesto y el Ayuntamiento lo apoya y cede un espacio. Pero es algo normal, porque los políticos no tienen por qué saber de todo. Es lo que me dijo el alcalde el otro día: "Tú eres el experto, tú tienes la carrera que tienes, y si tú nos puedes ayudar a que la danza aquí en Córdoba crezca  y se vea, y a colocar en el mapa de España y de Europa a Córdoba, de modo que sea conocida también por este Centro Coreográfico de relevancia, pues encantado".

Una curiosidad que tengo: ¿Hasta cuándo bailan ustedes los bailarines? ¿Hasta qué edad?

Depende. No hay una única respuesta. Depende del cuerpo, porque cada uno es diferente y los hay con más propensión a lesionarse, otros que han tenido accidentes y cuerpos que no se han lesionado. Luego también depende del estilo que hayas bailado. De la mente, también, porque es agotador estar siempre, siempre en forma y siempre dándolo todo al 100%. Llega un momento en que uno se replantea esta vida, y cada uno lo vive de una manera. Yo pienso que uno nunca deja de ser bailarín hasta que muere.

En su caso, por ejemplo, ¿sigue bailando?

Yo no sigo bailando en el escenario. Llevo ya mucho tiempo que en mis coreografías no participo. Sí que hace unos años estuve con una violista, e incluso vinimos a la Sala Orive para hacer una pequeña colaboración, pero no estoy. Mi energía, mi cabeza y mi cuerpo están puestos en todo lo demás, que es dirigir, crear, gestionar y liderar un equipo. es algo que me encanta y me da mucha satisfacción. No lo echo de menos.

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