MIRYAM PÉREZ LARA. FOTÓGRAFA NATURALISTA

"Almendros, fotovoltaicas y olivar intensivo son las tres amenazas de la Campiña y eso hay que regularlo"

Miryam Pérez Lara posa para Córdoba Hoy
photo_camera Miryam Pérez Lara posa para Córdoba Hoy

Miryam Pérez Lara es de Pedro Abad. Y eso significa que salvo un año que cursó en la capital lleva allí toda su vida de 45 años. Dice que la ciudad le disgusta. De hecho, siente auténtica pasión por la naturaleza y el mundo rural, al que defiende con uñas y dientes y con una arma en extremo poderosa, como es la fotografía.

Se dedica a captar imágenes, muchas de ellas premiadas o con menciones, desde los 29 años y fue su padre y esa "típica cámara que te regalan en la primera comunión" los culpables de que la curiosidad inicial se acabara transformando en pasión. "Mi padre, que no era fotógrafo, siempre ha tenido cámaras en casa, y aunque no me dejaba tocarlas, eran un elemento común", señala. La que le regalaron sirvió para empezar a investigar y la que le acabó derivando hacia sus derroteros actuales.

Miryam Pérez Lara posa para Córdoba Hoy

Se le metió el gusanillo de la imagen en casa, entonces.

Sí. Se vivía algo de ello en casa. Y luego vino todo a raíz de la cámara de la primera comunión. Al principio no me llamaba la atención la fotografía de naturaleza, ni muchísimo menos. Pero es verdad que con el tiempo se fue desarrollando en mí un interés mayor por el medio natural y por investigar. Por aprender sobre todo y para eso me servía mucho la cámara, porque yo salía mucho al campo y fotografiaba lo que me llamaba la atención. En casa descargaba las imágenes, miraba, identificaba la planta, el insecto... Empecé a subir a plataformas de identificación y eso me iba cada vez más alimentando las ganas de conocer. Fomentaba mi curiosidad.

Usted no es de carrete, por lo que veo.

No, no. 

¿Y es de las que tratan la fotografía?

Intento hacer lo mínimo posible. Me gusta que salga tal cual, sin retocarlas. A veces sí hay que tocar un poco la iluminación o las sombras.

Pero no estudió fotografía.

No. Yo hice la carrera de Relaciones Laborales, y al acabar empecé a trabajar y me sumergí en el mundo laboral, por lo que no me quedaba apenas tiempo para otras cosas. Los años iban pasando y la sensación de que no aprendía y no tenía tiempo para lo que realmente quería cada vez era mayor. Empezaron a salir por la Junta los voluntariados ambientales. Me apunté a muchísimos, sobre todo en la Sierra de Andújar, donde hice unos amigos fantásticos y conocí un entorno muy bonito. Entre cursos, talleres, ciclos formativos, cositas que iba pillando, me iba nutriendo un poco de conocimientos.

Luego ya la vida laboral paró, porque entonces hubo una reforma laboral y yo salí del mercado, y vi que era el momento de estudiar algo, de formarme de algún modo que aglutinara todos los conocimientos que yo tenía por ahí dispersos. Así que me matriculé en un ciclo formativo en Marmolejo de técnico de gestión forestal en medio natural, y allí aprendí y disfruté muchísimo.

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¿Y la fotografía, entonces? Se supone que para llegar al nivel que tiene hay que formarse.

Pues no he hecho cursos de fotografía. En la etapa en la que hacía los voluntariados ambientales conocí a mucha gente en Andújar y me propusieron entrar en una asociación que estaba en proceso de formación, la Asociación Fotográfica de Andújar (Afoan). Me metí como socia y participaba en los talleres que se hacían, pero lo mío era sobre todo jugar con el ensayo-error, hasta dar con lo que te gusta, con lo que te llena, con esa foto que transmite. Y ésa ha sido la formación que he tenido, a través de Afoan. Pero más allá de ese tipo de curso no he hecho ninguno, ni de manejo de photoshop ni de lightroom. Soy autodidacta.

Pero por lo menos sí tiene conciencia de que hay que abrir y cerrar el objetivo para regular la luz, ¿no?

Sí, claro. Yo empecé tirando en automático. Y recuerdo que había un compañero en los voluntariados, al que le gustaba mucho la fotografía, y me decía que me animara a tirar en manual. Yo no tenía ni idea, y me dijo que fuera probando. Y es verdad, te empiezas a dar cuenta de cuándo necesita el diafragma estar más abierto o más cerrado. De ahí pasé a usar mucho Internet para informarme y formarme. De la nada no viene. Pero sobre todo es mucha práctica. Quien viera mis fotos iniciales y las de ahora comprobaría que hay un abismo. Yo aquéllas no quiero ni verlas.

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¿Las guarda todas?

Sí.

¿Por añoranza o por ver errores y corregirlos?

Un poco por todo. Además, tengo una memoria fotográfica en el sentido de que sé qué fotografía es de la que se me habla. Me dicen una amapola, y sé de inmediato todas las fotos de amapolas que tengo y por dónde la hice. Las tengo clasificadas en mi cabeza. Me pasa lo mismo con las aves. ¿Una avutarda que tengo en el tronco de un olivo? Sé que la hice en Baena hace aproximadamente cinco años y recuerdo el momento, cómo la hice; todo.

¿Avutardas? ¿Todavía quedan?

Quedan aún. No muchas. En general, no queda mucho del mundo rural, y en eso estoy ahora mismo, en darle visibilidad con la fotografía.

"La fotografía, en ese sentido, es una herramienta muy potente de educación ambiental y de visibilización natural"

¿Y no le da la sensación de estar como guardando un tesoro para que no se pierda de la memoria cuando ya no esté?

Claro. Por eso hay que sacarlo a la luz. Por eso hay que darlo a conocer y por eso hay que mostrar los valores que tiene el mundo rural y lo que todavía nos queda en nuestro entorno.

En la provincia de Córdoba tenemos Sierra Morena o la Campiña Cordobesa, y esos valores hay que mostrarlos, porque no es sólo salir al campo a hacer senderismo, que esta muy de moda, o salir a correr; hay mucho más que no se ve, o hay gente que no es capaz de verlo. La fotografía, en ese sentido, es una herramienta muy potente de educación ambiental y de visibilización natural.

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¿Cree que se está a tiempo de frenar el deterioro natural? Ha hablado de aves esteparias y da la sensación de que ese problema es casi irrecuperable.

Tanto como irrecuperable, no. Todavía se pueden hacer muchas mejoras en el campo, en las estepas cerealistas, por recuperarlas. Claro que sí. Se está a tiempo. Mientras la especie no sea declarada como extinta se está a tiempo para trabajar por ello. Mejorar el hábitat y beneficiarla.

¿Si tuviera que elegir entre una foto suya con cuál se quedaría?

Me quedaría con dos. es muy difícil elegir entre ambas. Son las dos de la Campiña Cordobesa; una de ellas es un atardecer en una loma, completamente naranja, en el que por encima de la loma, en el horizonte aparecieron tres avutardas que en la distancia eran minúsculas, y se queda una foto en la que todo es la inmensidad del espacio enmarcando a tres individuos enanos. Me gusta la fotografía minimalista, que destaca mucho el entorno.

La otra con la que me quedaría es una de una lechuza campestre que tenía una luz preciosa también. Para mí es una especie rarísima de encontrar en la Campiña. Viene todos los años, pero es muy difícil de localizar y aquélla estaba para que se le hiciera la foto, porque tenía la luz perfecta que le entraba de lado, el animal muy tranquilo y sin molestia alguna posando. La disfruté un montón. Fue en otro atardecer.

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¿Esas dos imágenes a las que alude están premiadas?

Una de ellas, sí.

Es que tenemos entendido que está usted muy premiada.

Tengo unos pocos premios, pero no me preguntes cuantos, que no lo sé.

De acuerdo, pero sí me permitirá preguntarle de cuál de ellos está más feliz, que no orgullosa.

(Duda). Bueno, quizá no del premio. Sí estoy muy orgullosa y muy feliz de una exposición que hice. Mis padres murieron hace muy poquito y ha sido un cambio muy importante en mi vida. Ambos murieron en un año y pico de margen, y la primera exposición que hice en el pueblo en 2016 ellos la disfrutaron muchísimo y estaban orgullosos de su hija. Y la segunda exposición de 2018 que la monté con muchísimo más cariño en un lugar muchísimo mejor de iluminación, una sala preciosa de exposiciones, fue justo en el límite de los días que ni pude yo montarla ni pude presentarla. De esa exposición me ha quedado un sabor dulce, porque sé que mis padres la hubieran disfrutado, pero muy amargo porque no pudo ser que la vieran. Tuvo una repercusión muy buena en los medios de comunicación y una crítica buena.

¿Dónde fue?

En Andújar.

¿Y en Pedro Abad se la reconoce? ¿Saben allí quién es usted?

Sí. Es verdad que en el pueblo nos conocemos todos. El otro día me decía una chica haz una foto del grupo, tú que eres la fotógrafa y sabes hacer fotos. Ese tipo de comentarios son muy normales.

Vale, pero yo preguntaba si conocen que es usted es una fotografía destacada y premiada por su trabajo en la naturaleza. Si saben lo que tienen en ese sentido.

No lo sé. Creo que no. Pero es que a mí me gusta ser muy discreta y no lo voy aireando a los cuatro vientos (se ríe). Dicen que nadie es profeta en su tierra.

Cierto, pero sí al menos conocido. Allí saben que es usted fotógrafa (asiente), que sale usted al campo (vuelve a asentir) y han visto fotos suyas de la materia (afirma de nuevo). Por tanto, se dan las tres circunstancias para que haya un mínimo de reconocimiento, ¿no?

(Se ríe)

Al menos, en el Ayuntamiento, sí, ¿verdad?

Sí, allí sí. En la primera exposición que hice el Ayuntamiento me abrió las puertas, tanto en medios económicos, porque hace falta dinero para impresión y montaje y no tuve problemas en ese sentido, al contrario, y ayuda también en el espacio. Hacen falta imágenes de determinado tamaño, yo las trabajo en 60 x 40 o 70 x 50.

¿Y ha expuesto en la capital?

Expuse, pero en una colectiva. Se llamaba 'Espacio fluvial', en el Jardín Botánico, en octubre de 2020; en las I Jornadas sobre el Guadalquivir, ecología, usos y paisaje. Fue una exposición preciosa. Tenía pintura, fotografía... Estaba Rafa Pulido.

Si hubiera que ponerle un 'pero' a eso, es que el Jardín Botánico queda un poco a desmano. Hay salas en el centro de la ciudad más próximas y hasta he visto exposiciones al aire libre que quedan muy bien... Pero bueno, ¿eso es algo que plantea el artista o se lo plantean a él?

A mí la exposición de Andújar me lo planteó la Concejalía de Cultura. Me dijeron que habían visto mi trabajo y que querían exponerlo. Es algo que hicieron con varios compañeros, no sólo a mí. Por ejemplo, Mariángeles Pérez, la presidenta de Afoan, hizo una muy bonita y eso salió del Ayuntamiento. Pero la de Pedro Abad la propuse yo. La verdad es que ya estaban ellos un poco tanteándome para ver si tenía interés en exponer, pero la falta de tiempo me lo impedía, porque una exposición requiere de muchísimo trabajo.

"Me gusta mucho la caza fotográfica, pero no salgo a dispararle a todo lo que se mueva o a todas las escenas que vivo en el momento"

¿Cuando sale al campo siempre lleva la cámara?

Siempre.

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¿Y va buscando algo o lo suyo es a la que salta?

Me gusta mucho la caza fotográfica, pero no salgo a dispararle a todo lo que se mueva o a todas las escenas que vivo en el momento. Yo, al menos, necesito sentirla. Tengo que tener cierta sintonía con el momento, si no para mí no hay foto. De hecho he disparado algunos atardeceres que no terminaban de cuajar sólo para ver cómo quedaban, y no me gusta el resultado.

¿Y cómo lo nota? ¿Cuál es la llamada que siente?

No sé. Es una conexión. Tienes que sentirlo, no sólo verlo. Yo puedo encontrar un montón de pájaros cada vez que salgo, pero no todos los fotografío. Tengo que sentir que me llega algo, y luego poder transmitir eso, evidentemente. La luz en eso juega un papel muy importante. Hay muchas fotos que están planas de luz y, aunque sea una especie muy bonita en un marco precioso, no llegan.

¿Cuál es el momento del día que más le gusta para fotografiar?

El atardecer. Es como la tranquilidad. Como que llega el final del día, una victoria más, has pasado el día, lo has acabado y toca quitarse las botas, relajarse y descansar (se ríe).

Pero es una luz debilitada.

Ten en cuenta que en la capital es diferente. Sólo hay que salir un poquito a los alrededores.

Precisamente, ¿dónde recomendaría usted ir a captar buenas fotos?

La Campiña. Comenzaría por la zona de Guadalcázar, Almodóvar, que tiene sitios espectaculares, con unos encinares que quedan en medio de la Campiña muy bien conservados. Allí hay desde águila imperial, águita real, elanio, lince ibérico...

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¿Ha captado algún lince? ¿Se ven?

Sí. Claro que se ven.

Es que yo sólo los he visto atropellados. Es una pena...

Sí que se ven. Hay que saber buscarlos; hay que saber verlos; saber por dónde se mueven.

Usted, entonces, es capaz de ver a los invisibles.

Hay que identificar las señales que te da el campo, pero para todo. Por ejemplo, no hace mucho encontré unos narcisos con el calor que hace, que es flor de otoño y ya están fuera, y te das cuenta que algo en la tierra se está moviendo y florece a pesar de las temperaturas. Y con los animales, igual. Tienes que interpretar los rastros que van dejando, las señales que hay, las huellas o un resto de pelo; una letrina con excrementos. Cosas así.

"Una transformación o una evolución hacia las renovables no tiene que ser a costa de un recurso que no es renovable como es el suelo agrícola"

Y ahí es cuando sabe que tiene algo cerca.

Claro. De ese modo sabes que por ahí se mueve algún tipo de animal. Por ejemplo, un día encontré en un posadero en la Campiña, en un tronquito de una linde, y a los pies estaba lleno de egagrópilas gordísimas, enormes (hace el gesto de la mano cerrada y la otra a la altura de la muñeca), y algunas estaban ya gastadas y tenían huesos de conejo y te dices es de búho real, porque esto no puede echarlo un mochuelo. Luego observas, pero siempre con respeto y no tratando de entrometerte en el sitio porque lo único que puedes hacer de ese modo es molestar. No todo vale para conseguir una foto.

Entonces usted ya tiene la 'mirada' para localizar cosas en la naturaleza (asiente). ¿Y cuanto ha tardado en conseguirla?

Es que al cien por cien no la tengo. Es algo progresivo, Se tardan años. Es como una pasión. Yo es que necesito la cámara y el campo para expresarme. Mucha gente opta por papel y lápiz y escribe. Yo el lápiz a lo mejor lo tengo un día cada seis meses para expresar algo que tengo dentro y sea capaz de sacarlo.

¿Acompaña con textos sus fotografías?

Algunas veces sí. Son frases que significa algo. Normalmente aluden a algo oculto en la fotografía. Una fotografía muy evidente de un atardecer en un sitio concreto no la nombraría 'Atardecer en la Campiña de Córdoba'. Para mí ese sitio significa algo o en ese momento he sentido algo y sale en palabras. Igual son dos frases o cinco palabras.

¿Y al revés? Es decir alguna idea que se le haya ocurrido y le quiera buscar una imagen?

Eso le ha ocurrido a gente cercana (se ríe). Tengo esto y necesito la foto que vaya con este tema. Recuerdo que un compañero, Juan, que me dijo tengo un texto de un cortijo de la Sierra y me pidió que buscara la foto y quedó un conjunto muy chulo. Es una cuestión entre amigos. No son encargos propiamente dicho. También he visto algunas de mis fotografías pasadas a pintura en cuadros, en óleo, y queda muy bonitas.

Por cierto, que antes la corté. Tenemos la Campiña Oeste, con Guadalcázar y Almodóvar del Río, ¿y que otros sitios recomienda?

Pues yo me movería por Baena, Cañete, la Campiña Este, donde hay una paz impresionante. Hay una despoblación que duele. Cortijos abandonados que tienen su esencia, su sentido y su lado bonito y me gusta mucho fotografiarlos por eso, porque hay que mostrar el abandono del mundo rural.

"En la Campiña Este hay una despoblación que duele; me gusta mucho fotografiar cortijos abandonados, porque hay que mostrar el abandono del mundo rural"

¿Fotografía cortijos abandonados?

Sí, claro. No sólo hago animales.

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Pues esa materia sí que tiene una exposición interesante. Se lo podría plantear a la Diputación y en el Palacio de La Merced tendría cabida seguro.

Nunca se sabe.

¿Cuantos cortijos tiene fotografiados?

Muchos (se ríe). Me encantan. Me llaman muchísimo la atención. Me imagino la vida que hubo dentro y encuentras de todo dentro. Los hay que cerraron la puerta y se fueron. Hay sillas, mobiliario, libros. Me he encontrado libros de colegio de hace muchísimos años. Se queda atrás toda una vida en enseres, utensilios y herramientas.

¿Y ha investigado alguna vez sobre la vida que había en esos cortijos?

No tengo tiempo. El poco tiempo que tengo se lo dedico a la fotografía. Ahora mismo tengo un proyecto chulísimo que calculo saldrá en año y medio o dos años y será una mega-exposición sobre la ganadería extensiva y la visibilación de esa actividad y la dignificación de la gente que se dedica a ello.

¿Se refiere a la dehesa?

A todo lo que sea en extensivo. Pero sí es una iniciativa cordobesa, aunque quiero darle proyección andaluza. Requiere mucho tiempo, porque primero tienes que estar en los sitios, ver, y sentirlo para conseguir esa imagen que transmite la idea que tú quieres.

¿Se suele presentar a concursos?

Suelo elegir. No me presento a todo lo que me llega. Me presento, por ejemplo, al concurso del Parque Natural de Cardeña-Montoro, porque desde mis primeras fotos me llevo presentando y le tengo una cariño especial y hay una cercanía con ese espacio, y hasta he logrado algunos premios. El año pasado me presenté por vez primera al de Medio Rural y Marino de la Junta de Andalucía y quedé con un accésit, y este año me he empeñado en conseguir el primer premio.

Pero son siempre concursos relacionados con la naturaleza, ¿verdad?

Sí, siempre.

¿No le llama otro tipo de fotografía?

Como profesional hago fotografía de niños y de familias y los suelo sacar en entornos con naturaleza. No monto escenarios, sino que me valgo de que, por ejemplo, los niños se rían con unos globos y con la luz que hay. Son todas por encargo.

Y dígame, ¿qué relación hay entre las fotovoltaica y usted? Lo digo porque cuando le planteé la entrevista, me preguntó sobre que tema íbamos a hablar y uno de los que usted sacó era ése.

Yo estoy en la Plataforma Por la Conservación de las Aves Esteparias. Y últimamente nos llaman mucho para que demos la opinión sobre las fotovoltaicas. Y nuestra opinión es muy clara: Estamos a favor de la energía renovable y a favor que se implanten las placas solares, pero vamos a intentar evitar que sea en el campo. Vamos primero a ponerlas en los tejados, en las cubiertas, en los aparcamientos... Mientras menos daño hagamos a la biodiversidad, mejor nos irá. Una transformación o una evolución hacia las renovables no tiene que ser a costa de un recurso que no es renovable como es el suelo agrícola, que a la vez constituye hábitat de muchísimas especies y es un paisaje que es muy nuestro y nop olvidemos que las campiñas son propias de Andalucía y a nivel europeo son espacios únicos.

"El año pasado me presenté por vez primera al de Medio Rural y Marino de la Junta de Andalucía y quedé con un accésit, y este año me he empeñado en conseguir el primer premio"

¿Esa plataforma es de Pedro Abad?

No. Tiene carácter andaluz. Nuestro movimiento es previo a la aparición de las fotovoltaicas. Nos agrupamos una serie de entidades, particulares y colectivos sacando un manifiesto consensuado por la Universidad de Granada y la de Córdoba, donde se dice que vamos a poner en valor esto, a través de la fotografía, a través de la educación ambiental, a través de dar a conocer los valores patrimoniales y los valores paisajísticos y naturales que tiene. En eso estamos.

No estamos en contra del olivar en intensivo, no estamos en contra de los almendros, no estamos en contra de las fotovoltaicas, que son las tres amenazas principales que tiene la Campiña Cordobesa. Pero vamos a regularlo, vamos a hacerlo de manera ordenada. Vamos a ver dónde sí se puede poner y dónde, no. Con un orden, con una prioridad, y quien tiene que hacerlo es la propia Administración, que es la que autoriza o deniega. Nosotros nos reunimos con quien nos llame, hablamos, cambiamos impresiones, pero no vamos más allá de eso.

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¿Cuál ha sido el principal enemigo de las aves esteparias?

La pérdida de hábitat. Tengo fotografías de hace 10 años de la Campiña y era todo cereal. Se veían lomas y lomas de cereales. Ahora se ha reducido en un porcentaje altísimo a cambio de cultivo de leñosa, como olivar o almendro. Además de avutardas, había y hay sisones.

Frente a esa reducción del mundo rural, ¿hay algún mensaje que quiera hacer llegar a quien pueda frenarlo?

La conservación de la naturaleza nos aporta muchísimos beneficios que no vemos. Conservar espacios naturales nos proporciona un montón de oxígeno, frenan el cambio climático, hay beneficios ecosistémicos que recibimos de conservar suelo agrícola o ganadero. Sólo hay que imaginarse el mundo si todo fuera como una gran ciudad: Contaminación, ruido, molestias... Además es que nosotros formamos parte de eso, y no es que el medio ambiente sea algo ajeno a nosotros y se queda fuera de nuestra existencia. Somos un eslabón más. Y, de hecho, cada vez hay más gente de la ciudad que demanda tener un contacto con espacio natural. La primera vez que entré a La Asomadilla me quedé asombrada de la cantidad de gente que usa ese espacio y eso que apenas tiene sombra ni es fresco. Por eso, mi sensación es que cada vez la gente demanda más un espacio natural. Sólo hay fijarse en la cantidad de gente que utiliza el cinturón verde nuevo que hay y la gente que sube a la Sierra los fines de semana a hacer senderismo.

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