GASTRONOMÍA EN LA CAPITAL

La nueva taberna de El Gallo sigue teniendo las mejores gambas a la gabardina del mundo mundial

Los propietarios contrataron al camarero, Pepe, y al cocinero, Juan, para que hubiera continuidad en el sabor de las tapas que ahora son más bien raciones
Juan y Pepe, dos 'históricos' de la Taberna El Gallo de Córdoba
photo_camera Juan y Pepe, dos 'históricos' de la Taberna El Gallo de Córdoba

Si uno se pasa, como quien no quiere la cosa, por delante de la Taberna El Gallo del Centro, y se ha sido asiduo del antiguo local del mismo nombre, se topará con más de un rostro conocido en su interior. Signo inequívoco de continuidad no ya, por desgracia, con el ambiente que tenía el anterior bar de 1936 (año de inicio de la Guerra Civil), pero sí en su cocina.

Así, al menos, lo asegura Pepe, que ya trabajaba en el anterior local y ha sido recuperado para éste nuevo. "El que venga se va a en contra idénticas tapas que había antiguamente en el anterior sitio: La gamba rebozada, el bacalao rebozado, flamenquines, los calamares, los callos y hasta la sangre frita". Por lo menos en materia de gambas a la gabardina hay que decir que probablemente eran las mejores del mundo y eran muchos los que acudían al mediodía a tomar un aperitivo de cerveza o fino sólo para degustarlas.

Bueno, no es del todo cierto, porque ya no son tapas, sino raciones, pero el sabor es el mismo. ¿Cómo se ha conseguido? Fácil, contratando al antiguo cocinero, Juan, que opina de la misma manera que su compañero. Los cogieron a ambos los nuevos propietarios (antiguos clientes de la taberna de toda la vida, la ubicada en María Cristina), precisamente para que los parroquianos que quisieran recuperar la sana costumbre de tertuliar con un fino Amargoso delante no notaran el cambio en el paladar.

Pepe reconoce que al nuevo local le falta la solera del anterior, impregnada en su barra y en las mesas y sillas del interior, y que la transformaban en una institución de la capital, pero la idea es que eso se acabe ganando con el tiempo.

Preguntado sobre el edificio de al lado, cubierto por una malla de protección de desprendimiento de piedras, donde se ubicaba el viejo local, Pepe menea la cabeza para mostrar si ignorancia al respecto. "Lo que había abajo, donde estaba la taberna, es ahora mismo un solar vacío y diáfano, y del edificio dijeron en un principio que iban a hacer apartamentos turísticos y hubo movimiento de obras, pero ahí están paradas", señala.

El edificio citado, en la esquina de la Calle María Cristina con Claudio Marcelo es donde el escritor y político egabrense Juan Valera (1824-1905) residió unos dos años (1834-1836) y así lo indica una placa conmemorativa instalada en 2016.