EN LA CALLE CLAUDIO MARCELO

El Gallo recupera su espacio en el Centro en el local de Aroma a Córdoba

Un cartel indica su próxima apertura y cuelga un correo electrónico para enviar curriculum de trabajo
Cartel con la próxima apertura de la Taberna El Gallo del Centro
photo_camera Cartel con la próxima apertura de la Taberna El Gallo del Centro

El antiguo bar Aroma a Córdoba, junto al Templo Romano de Claudio Marcelo, va a tratar de recuperar el concepto de la antigua Taberna El Gallo, que acabó cerrando en enero de 2019 en su sede de María Cristina, ante la tristeza de sus múltiples y fieles parroquianos, porque sabían que el cartel que se puso entonces de 'Cerrado por inventario y adaptación' ocultaba un portazo definitivo.

Pero El Gallo-fénix, gracias, precisamente, a tres de los antiguos clientes de aquella fallecida taberna, resurgió de sus cenizas y se acabó instalando en la Plaza de la Corredera, denominándose El Gallo de La Corredera, donde ha cobrado forma de pub de cerveza artesanal y vinoteca. Eso sí, sin dejar atrás las mejores gambas a la gabardina que les dio tanta fama al local de María Cristina.

Ahora esos mismos ex parroquianos de la taberna original quieren recuperar un espacio muy próximo a la ubicación original. Bueno, no exactamente, porque el edificio donde estaba en María Cristina se encuentra en estado de ruina y se está recuperando para apartamentos turísticos, al igual que la futura ubicación, donde igualmente se están ejecutando alojamientos para visitantes de alto poder adquisitivo.

Tal y como se indica en uno de los ventanales de la antigua Artoma a Córdoba, se promete que la apertura será 'próxima' y hasta indica una dirección para enviar el curriculum para trabajar allí en el correo [email protected].

Porque así se va a llamar, El Gallo del Centro, con la promesa de llegar 'Recupando tradiciones' y añade otro correo electrónico de contacto con [email protected]. Todo huele a que la empresa quiere aproximarse lo más posible a los orígenes de la taberna en María Cristina (sin la solera de aquel local de altísimos techos, columnas en medio y timbres en las mesas para llamar a los camareros, sin contar la barra donde se hizo historia viva de la ciudad), pero sin dejar de lado tampoco su nueva andadura.