Cofradías

DOMINGO DE RAMOS: Un buen inicio para tan triste final

La primera, en la frente. Después de una salida soleada desde la Mezquita-Catedral que poco hacía augurar lo que estaba por venir, la procesión que abre la Semana Santa cordobesa no ha tenido más remedio que buscar refugio en el IES Góngora de la Plaza de Las Tendillas ante la cantidad de lluvia y granizo que comenzó a caer al mediodía.

Y es que La Borriquita inauguraba con ganas a las 10.15 horas la Semana Santa cordobesa de 2016 saliendo, por primera vez, desde la Mezquita-Catedral. La Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de los Reyes en su Entrada Triunfal en Jerusalén, María Santísima de la Victoria y Nuestra Señora de la Palma procesionaba dos pasos bajo las órdenes de los capataces Juan Horacio de la Rosa (Cristo) y Antonio Jesús Ortega (Dolorosa) y acompañados por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora de la Fuensanta de Córdoba y la Asociación Musical Ecijana Amueci, que han sabido aguantar como jabatos las embestidas climáticas hasta llegar al refugio.

El paso del Cristo es un Jesús sedente sobre una borrica, (Nuestro Padre Jesús de los Reyes), una talla de Juan Martínez Cerrillo que data de 1963, que está acompañado por las figuras de San Juan, Santiago, San Pedro, dos mujeres hebreas, un niño y una niña obras de Sebastián Morales.

El segundo paso es una Dolorosa bajo palio (Nuestra Señora de la Palma), del imaginero Francisco Romero. Este año la Virgen estrena techo de palio que combina malla de oro, terciopelo y pinturas con leves bordados realizados por Antonio Villar para dar más claridad a la imagen.

El hábito nazareno se compone de túnica de color hueso, turbante hebreo y fajín rojo en el tramo del Señor mientras que en el tramo de la Virgen llevan túnica, cubrerrostro y capa de color hueso con botonadura de color rojo y cíngulo. Asimismo, el tramo del Cristo porta cirios blancos y palmas.

Da la incredulidad al agobio

Pero las primeras gotas, dispersas, casi con timidez, comenzaron a caer a las 11.45 horas y más de uno echó el rostro hacia arriba torciendo el gesto con fastidio y con incredulidad, ya que el aspecto del cielo todavía no era tan amenazante. Poco después la precipitación comenzó a condensarse dispersando en todas direcciones al público, la mayoría preparado para la ocasión armados de paraguas y plásticos, pero otros muchos no tanto, con lo que comenzaron a buscar resguardo en portales, bares y pasajes.

Al mismo tiempo, los pasos de la primera hermandad de la Semana de Pasión aceleraron para llegar cuanto antes sin que en ningún momento dejara de sonar la música, lo que arrancó los aplausos de los que aún se negaban a abandonar su sitio en la zona de los palcos ubicados en la Plaza de Las Tendillas. Pero no dio tiempo para más. El cielo pareció descargar su rabia con chaparrón y granizo aguando las ilusiones de los que esperan un año entero a su día grande.

La decepción general se reflejó en la figura de la Cruz de Guía a cuyo portador tuvieron que consolar tanto el presidente de la Agrupación de Cofradías, Francisco Gómez Sanmiguel, como la propia alcaldesa, Isabel Ambrosio, quienes se acercaron para pronunciar palabras de ánimo.

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