MUNDO ANTIGUO EN EL GUADIATO

Los iberos ya modificaban de forma irreversible el medio ambiente para conseguir riquezas materiales

Determinar hasta qué punto se contaminó y modificó el entono del yacimiento de Sierra Boyera por la actividad minera y también por la intensa producción de pan y cerámica es uno de los objetivos de la actual campaña de excavación que durará todo agosto
Vista aérea de la excavación en Sierra Boyera
photo_camera Vista aérea de la excavación en Sierra Boyera

Si en algo puede ser muy útil un yacimiento arqueológico, además del lógico redescubrimiento de nuestros pasado a través de restos de edificios, utensilios, óseos o de poblaciones enteras, es que nos aporta información valiosa sobre la cualidad humana y sobre lo que es capa de hacer la Humanidad para crecer, multiplicarse y desarrollarse hasta que su potencial pasa a ser acto puro.

En este sentido, el yacimiento de Sierra Boyera, donde está trabajando la Universidad de Granada y el Grupo de investigación HUM-143 Protohistoria del Mediterráneo Occidental Prometeo, que financiada la excavación al igual que el Ayuntamiento de Belmez, en lo que es ya su quinta campaña, está dejando a la luz un elemento inquietante: El sacrificio de la Naturaleza a cambio de obtener lo que se considera riqueza material no es propio de la época moderna, sino que se daba ya en la Antigüedad, y eran expertos en ello.

Parte 'baja' de la excavación en Sierra Boyera
Parte 'baja' de la excavación en Sierra Boyera

Pablo González, director de la excavación del mal llamado Oppidum de Sierra Boyera, junto con la arqueóloga y técnico de campo de la excavación Araceli Cristo Ropero, ha retomado los trabajos hace ya un par de semanas, donde están trabajando entre 10 y 15 personas, en lo que sería la parte 'alta' del yacimiento, la más alejada de la poca agua que queda en el pantano, donde está cada vez más claro que aquello no es un lugar para habitar, sino de producción. Concretamente alimentaria; de ahí que lo de oppidum quede un tanto desfasado.

"El año pasado pudimos comprobar que el yacimiento estaba en peores condiciones de las que imaginábamos", advierte González de primeras. De hecho, en la parte 'baja' del yacimiento apenas hay algo salvable, salvo la estructura del horno, que había actuado como cápsula del tiempo por ser de adobe, y lo que había en su interior se conservó bien. De los alrededores "rescatamos la poca información que había y ahora nos hemos ido a la parte más alta de ese sector del yacimiento, que es lo único que se conserva a día de hoy tras la construcción de la presa en los año 70".

¿Qué hay allí? Por lo pronto, un sedimento mayor, de entorno a los 1,5 y 1,7 metros, lo que va a permitir diferenciar con cierta claridad las distintas fases de ocupación que tuvo el asentamiento cuando estaba funcionando. Cuestión que el grupo de trabajo lo tiene claro, aunque se trata esta vez de "hilar más fino".

"Sabemos que el yacimiento se inicia en torno al Siglo V y VI antes de Cristo", en lo que sería el final de la presencia fenicia y el colapso de Tartesos. "Queremos averiguar qué ocurre entre esa primera fase y la segunda, que, por decirlo de algún modo, supone el apogeo del yacimiento, en la que está funcionando toda la producción alimentaria y que pensamos que era al por mayor, por la presencia de dos molinos rotatorios de gran tamaño". Uno de ellos está en el Museo Arqueológico de Belmez. El horno tiene más de dos metros de diámetro y eso permitía hornear mucho pan, por decirlo suavemente.

En la excavación actual ha aparecido una estructura rectangular de abobe de escasa profundidad, no más de 15 centímetros de espesor, que por otros paralelos que se han estudiado, bien podría ser un tostadero de cereal, que son habituales junto a espacios de molienda. Servían para evitar tener que moler todo el cereal, ya que tostado se conservaba más tiempo y se iba usando en función de las necesidades de la colonia productiva.

"El tamaño tanto de los molinos como del horno de pan y de los tostaderos hablan de una gran producción alimentaria, lo que puede significar que estén dado de comer a toda la gente que por entonces estaba trabajando en las minas".

Horno de cerámica localizado en el Oppidum de Sierra Boyera
Horno de cerámica localizado en el yacimiento de Sierra Boyera

Y aquí surge la primer incógnita. "No sabemos de dónde podía venir todo ese grano, pero tenía que venir de los alrededores y debía ser una producción muy grande". Eso sugiere una modificación importante del paisaje y que se eliminara el medio ambiente de entonces. A eso se le añade otra variable: Unos hornos de las dimensiones como los localizados, tanto para elaborar cerámica como para hornear pan requieren de mucho combustible y éste no podía se otro que los árboles que hubiera por entonces.

El director del yacimiento ha señalado que se están llevando a cabo estudios microscópicos de paleoflora, es decir de la densidad de polen que hay en cada sedimento que determina la época. "Así puedes analizar la densidad de esos pólenes y ver qué especies están funcionando en cada momento", ha indicado González, para añadir que "seguramente nos aparecerán muchas encinas, pero sospechamos, y es la hipótesis de partida nuestra que tenemos que demostrar, que tiene que detectarse un decrecimiento de la encina y un aumento del cereal, en consonancia con la contaminación del suelo".

El profesor Pablo González
El profesor Pablo González

Es decir que ya en esa época se empezaba a destrozar el medio ambiente en pro de la economía. No obstante, no deja de ser la previa el mundo romano, que se daba en todo el mundo Mediterráneo y no sólo en la Península Ibérica, y que no tendría que ser tan agresiva como la de los romanos, que llegaban a derribar montes con tal de extraer de su interior todo lo que hubiera de utilidad.

Pablo González ha indicado que en esa época se habría iniciado ya la fase metalúrgica, que se abandonó antes del avance de Roma, porque no hay restos de esta última cultura ni tampoco signos de violencia. Esos centros productores metalúrgicos se establecerían a lo largo del río, y uno de los objetivos de la excavación es también "determinar la contaminación por metales pesados que haya en el entorno, con las mejoras que trajeron los fenicios en metalurgia del hierro, del plomo y de la plata". Hay, de hecho estudios que se han hecho en otras partes y que demuestran que a lo largo del primer milenio antes de Cristo "la curva de contaminación de plomo aumenta significativamente entre el Siglo VIII y los siglos IV o III antes de Cristo, y con los romanos se dispara hasta la locura".

El pantano de Sierra Boyera, en su lamentable estado de sequía, ha dejado a la vista buena parte del yacimiento, tanto de las habitaciones, son perfectamente visibles por la pérdida de sedimentos en la primera fase, como en la zona donde se está excavando ahora y que son estructuras relacionadas con la molienda y probablemente para el almacenaje de grano. Igualmente, están apareciendo, además, grandes contenedores cerámicos, tipo ánforas y lo que se conocen como lebrillos.

"Está saliendo a la luz una cantidad de cerámica brutal", explica el director. La mayoría está fragmentada, pero al mismo tiempo completas y se van a montar de nuevo en laboratorio a modo de puzzle. "·Creemos que algún muró cayó sobre esta cerámica, que es lo que hemos quitado y era un sedimento muy duro, y están las cerámicas enteras hechas añicos en el suelo". En su interior de las ánforas no hay nada que pueda suponer una sorpresa (por ahora), porque lo que hubiera dentro de ellas era materia orgánica y ha estado expuesto durante 2.500 años expuesto a las condiciones naturales y en los últimos años a las condiciones e humedad y vegetación del pantano.

Sierra Boyera en su estado actual
Sierra Boyera en su estado actual

Otro de los objetivos de los trabajos es tratar de averiguar si sólo era un lugar de trabajo o si también vivían allí. Para ello los investigadores de la Universidad de Granada se han fijado en os estudios realizados en la de Extremadura, ya que culturalmente este yacimiento está a caballo entre el Guadalquivir y el Guadiana y tiene cosas de los dos, si bien parece que el modelo de ocupación responde más a lo que hay en Extremadura.

En tierras extremeñas hay dos tipos de yacimiento: Los Oppidum, habitacionales, y los netamente productivos. Los investigadores de la Universidad de Extremadura llevan tiempo trabajando en ello y cuando los granadinos leyeron sus trabajos se dieron cuenta de que lo que tenían era eso, precisamente.

"Viendo el tamaño de la producción no podemos decir que sea un barrio artesanal, porque es que ocupa casi un tercio del yacimiento original total, por tanto, nos empezamos a plantear que fuera un yacimiento puramente productivo y cuando vimos los trabajos de la Universidad extremeña pensamos que lo era", señala González.

No obstante, el oppidum propiamente dicho tiene que estar relativamente cerca y yacimientos productivos como éste tiene que haber más en los alrededores. "Pero nos encontramos aquí con el problema que como es una zona de dehesa, los animales y los aportes de la hoja generan mucho suelo y es muy difícil descubrir cualquier tipo de yacimiento, mientras que en el que está en el pantano lo ha lavado y ha retirado los sedimentos".

Entre tanto, y a lo largo de todo el mes de agosto que durará la excavación, van a documentar todo lo que ha aparecido con la bajada de las aguas. Y no se refieren sólo al yacimiento propiamente dicho. "Tenemos ya el permiso de Cultura para documentar todo lo que ha sacado a la luz el pantano con la sequía, que son cortijos y demás, y lo haremos en septiembre".

Parte 'alta' del yacimiento de Sierra Boyera
Parte 'alta' del yacimiento de Sierra Boyera

También en invierno se pretenden realizar prospecciones en la zona para tratar de localizar, precisamente, el oppidum de ese espacio productivo de la Antigüedad. "Vamos a documentar todo lo que hay y el resto del invierno pediremos más permisos y vamos a buscar el resto del yacimiento relacionados con este periodo", ha indicado.

Por cierto, y es una muy buena noticia se han programado nuevas visitas al yacimiento. Se ha sacado, para ello, un cartel con un calendario cultural conjunto con otras personas de Belmez y el Ayuntamiento, para todo el mes de agosto. Será el viernes, día 18, a las 19.30 horas saliendo del Club Náutico belmezano. El director ha recordado que el año pasado "tuvimos gente de Córdoba capital y de toda la comarca del Guadiato y hasta de Pozoblanco".

Calendario cultural en Belmez con visitas al yacimiento de Sierra Boyera
Calendario cultural en Belmez con visitas al yacimiento de Sierra Boyera

En cuanto al horno que salió a la luz en la fase anterior va a quedarse por el momento donde está. Y es que, si bien la intención era retirarlo de allí y llevarlo a Belmez para ser expuesto en su Museo Arqueológico, su retirada es un pelín complicada y requiere de una logística muy compleja.

"El yacimiento es de difícil acceso, porque está tan lavado por el agua que ha generado una rampa que dificulta el acceso; por tanto, sacar un horno de esas características, con casi cuatro metros de largo y algo más de dos metros en la parte más ancha, necesitaría sacarlo con grúa". Se encuentra a día de hoy bien conservado y protegido, por lo que se trasladará a la localidad belmezana cuando las circunstancias sean las mejores.

A lo largo del mes y medio que van a estar trabajando allí todo el equipo (perfectamente preparados para las olas de calor que se avecinan) "nos va a dar tiempo a descubrir todo, porque estamos trabajando un ritmo muy bueno, el yacimiento está respondiendo muy bien y el objetivo de esta campaña se cumple". Y, por supuesto, esta campaña, la quinta para la profesora Araceli Cristo (los dos primeros como directora) y la tercera para Pablo González, tendrá continuación en años venideros.

Los resultados de la actual excavación, para finales de agosto.