No. El Kamaleonika 84 no se va a transformar en sala de conciertos. Y no. Las actuaciones en directo no se van a repetir en ese local. Entonces, ¿a qué viene la parada en Córdoba de Nikki Hill dentro de su gira por España para ofrecer un concierto gratuito? Y sobre todo, ¿por qué gratis alguien que bien podría entrar en el cartel del Festival de la Guitarra o cuando en el Teatro Caja de Granada la entrada se cobraba a 25 euros y en Valencia son otros 24 euros? ¿Es que l@s cordobes@s somos más guap@s que los demás y sencillamente nos lo merecemos?
También nos lo preguntamos, así que ni cortos ni perezosos asaltamos al de la cordobesa Riff Producciones, que es quien ha traído a la artista y a su pedazo de banda de regreso a este país, para decirnos tan contento que "este concierto no es cosa mía". "¿Ah, no? ¿Y de quién, pues?". Un dedo acusador señala a una persona; uno de los propietarios del gastropub.
"¿Que por qué? Pues porque se me puso la ocasión al alcance de la mano y aproveché la oportunidad para hacerle este regalo a la ciudad y a nuestros clientes, que son muy fieles". Así de claro, porque le salió de las narices.
Y el regalo fue un auténtico regalazo, pero no se va a repetir. "No tenemos la intención de que sea una sala de conciertos", ha explicado, a pesar de la cantidad de gente que la actuación atrajo hasta el local, con personal de todo tipo, desde los que hablar del Festival de Blues de Cazorla es lo más normal del mundo, hasta tipos y tipas con camisetas de AC/DC o los Blues Brothers. Gente, en definitiva, que sabían bien lo que se iban a encontrar sobre el miniescenario montado para la ocasión en el salón interior: Blues y R&B, aderezado con latigazos de Rock y sus buenas gotitas de Soul.
Nikki Hill no defraudó en absoluto y hasta dio la sensación de que se lo estaba pasando bien con el ambiente generado para ser un martes por la noche. Junto a ella músicos de los de verdad: Laura Chavez sacándole llantos y quejidos a la guitarra con punteos de alucine; Matt 'El Vikingo' Hill duro con la rítmica; Nick 'Laszlo' Gaitan al bajo y Marty Dodson en la batería.
Todos ellos excepcionales por separado y magníficos en conjunto, aunque es verdad que el sonido en el local no era de lo mejor, precisamente porque no está preparado para conciertos, pero a quienes entienden de circunstancias disfrutaron igualmente de una actuación que se hizo corta y en la que de cuando en cuando se le hubiera echado de menos una harmónica bluesera o algo de vientos de fondo.
Pero al margen de la música, es que son gente supercercana de los que no niegan ni una sonrisa ni una charla ni una (de las decenas que se hicieron con gente del público) foto. Son como tú y como yo, pero con un don. Y eso no los ha endiosado en absoluto.
A continuación algo de su vida para quien no la conozca aún (cogido de la crónica que tiene de ella el Teatro Serendipia de Valladolid):
"Si Tina Turner y Little Richard tuvieran una hija y la criaran con la ayuda de sus tíos James Brown y Chuck Berry, sería como Nikki Hill". -Minneapolis Star-Tribune.
Criada por una madre soltera y dos hermanas mayores cerca de Durham, Carolina del Norte, en el momento en que pudo liberarse de los largos sermones de los domingos y las prácticas de coro diarias, Nikki comenzó a colarse en sala de conciertos siempre que podía. Allí encontró una conexión directa entre la energía que veía en los espectáculos locales en Chapel Hill y el evangelio que cantaba hasta su adolescencia.
Presenció de todo, desde Dexter Romweber hasta Carolina Chocolate Drops, desde Bo Diddley hasta Motörhead: sus nuevos sermones provenían de rockeros y barmans, de punkies y artistas famélicos. Todos tenían una historia, y muy pronto, Nikki en persona estaba involucrada, inmersa en la música, metiéndose en problemas y creando sus propias historias.
Nikki era feliz prestando sus armonías a bandas de la ciudad, hasta que conoció a Matt Hill (El Vikingo) y descubrieron el uno en el otro un amigo con quien hablar tanto de Lightnin' Hopkins como de AC/DC en la época de Bon Scott. Una amistad que se convirtió en una relación amorosa que terminaría en boda en 2011. Nikki también ganó un compañero que entendía y apoyaba musicalmente sus ideas, y durante unos años giraron como dúo, donde pronto la voz de Nikki comenzó a resonar por Saint Louis, su ciudad actual.
Para cuando Hill lanzó 'Here Nikki Hill', en 2013, la reputación de su show hizo correr la voz. Pero ocurría algo: El público quedaba extrañado en sus conciertos, venían a ver a la mujer del póster, que llevaba un pañuelo para la cabeza o un peinado retro, y se encontraban una interpretación desenfrenada de guitarra eléctrica.
Pero eso no hizo más que animarla a esforzarse al máximo para mostrar que también podía hacer Rock’n’Roll (algo que quedó meridianamente claro en Córdoba), y así, con Matt en la guitarra y una sección de ritmo cambiante, pisó los escenarios de más de 20 festivales y 200 salas solo en 2013, ganándose al público en los USA y en Europa.
Su carrera fue en ascenso, grabando con Deke Dickerson y The Bo-Keys en Memphis o prestando su voz para el EP 'Soul Meets Country'. Mudados a New Orleans e instalados definitvamente en Los Angeles, dan luz a su segundo álbum 'Heavy Hearts Hard Fists', en 2015. Pesado Rhythm’n’Blues con un Boogie de Rock’n’Roll, el álbum fue recibido con muchos elogios de la prensa y los fans, y mantuvo a Hill en gira por USA, Europa, Australia, India o Marruecos, incluyendo los prestigiosos Festival de Jazz de Montreux o Festival de Jazz de Monterrey.
El nuevo disco de Nikki, 'Feline Roots', que es el que sonó sobre todo en Kamaleonika 84, salió el pasado 16 de noviembre bajo el sello independiente Deep Fryed Records.
Una nueva colección de canciones donde Hill desgarra su alma y defiende a los pioneros de las raíces y el rock’n'roll, invitando a cualquiera que quiera participar en el viaje: la salvaje guitarra de Johnny Thunders, el rock de Bad Brains mezclado con el reggae, el ritmo de Stonesy, el delirio gospel de Sister Rosetta Tharp... todas las influencias caben en este disco.
Es su versión de Rock’n'Roll que solo puede provenir de sus historias. Nikki nunca ha tenido miedo de tomar el camino menos transitado, y está claro que con 'Feline Roots' vive cada palabra.
