Si algo tiene el ser humano es su asombrosa capacidad para asimilar y normalizarlo todo, por muy terribles y horrorosas que sean las cosas. Con Ucrania ha ocurrido tres cuartos de lo mismo. "Cuando cayó la primera bomba a la gente les pareció más horrible que ahora que caen 30 diarias", se lamenta Anna Kostyuk, la mujer que desde el primer momento tomó las riendas del voluntariado para encaminar la ayuda humanitaria hacia su aislamiento tras la agresión rusa (que ya tiene su capítulo en Wikipedia) y puso en marcha un auténtico ejército de voluntarios atrayendo las simpatías de cordobeses y cordobesas que se volcaron con la nación atacada.
Han pasado ya casi cuatro meses (se cumplen el próximo día 24) y los ucranianos cordobeses han notado sobremanera el bajón de la ayuda humanitaria por parte de sus conciudadanos. "Ha bajado mucho la ayuda, porque sale muy poco en la televisión, que ya apenas ay noticias de Ucrania", indica Kostyuk, quien recuerda que "eso no significa en absoluto que la guerra haya terminado, porque sigue y con más crudeza que nunca".
Pero los cordobeses y cordobesas, así como el resto del país, se han acostumbrado a vivir con la guerra, y es verdad que ya no llevan ayuda humanitaria. De todos modos, ese cansancio de la situación internacional (pese a ser una acción bélica en pleno territorio europeo) coincide con el hecho de que los voluntarios de Ucrania se han quedado sin local, que estaba ubicado en en el Centro de Negocios Los Azahares, en la Avenida de Guerrita de Ciudad Jardín.
"Ya no tenemos el local de antes para almacenar, porque la mujer que nos prestó su farmacia la ha acabado vendiendo; nos la ha dejado cuatro meses, que es para estarle muy agradecidos, pero no tenemos ya un sitio para acumular comida y medicamentos o ropa", señala Anna Kostyuk.
Pero lejos de amilanarse los ucranianos y ucranianas de Córdoba han demostrado tener una más que asombrosa capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias y en lugar de quedarse de brazos cruzados, han puesto en marcha su imaginación y se dedican a organizar eventos o a vender material para recaudar dinero "y comprar nosotros lo que necesitan en primera línea de fuego", señala.
Un ejemplo más de que las cosas son menos luminosas y más tenebrosas, porque de lo que habla la que representa el rostro del voluntariado ucraniano es de cascos, chalecos antibalas y otros elementos directamente bélicos, aunque sean defensivos. "Uno de los voluntarios tiene a su padre en primera línea de batalla y a su unidad le faltaba un visor nocturno, así que hemos recaudado y compro uno por 2.900 euros", indica.
Ese dinero sale de la venta de banderas, pulseras, camisetas o chapas, la celebración de sorteos como el del pasado día 10 con una moto eléctrica de premio si se acertaba las dos últimas cifras de la ONCE a cambio de pagar tres euros por boleto. "No paramos de hacer cosas", pero este verano, hasta septiembre, la recaudación de ayuda se ha parado.
Tras el verano, según ha indicado, Anna Kostyuk, tendrán de nuevo un local para almacenar material humanitario, "porque lo retomaremos con mucha fuerza", y entre tanto se pone en marcha la recaudación de dinero. Para ellos en su tienda de Globo Planet, ubicada en el número 22 de la Avenida de Guerrita, se han ubicado huchas para quienes quieran colaborar, además de que allí está el material para comprar y colaborar con Ucrania.
Al mismo tiempo, tienen previsto poner en marcha varios eventos para que la gente no se olvide del horror de la guerra. Precisamente uno de ellos es la proyección de una película sobre Ucrania elaborada por uno de los voluntarios. "Estamos buscando un lugar donde proyectarla y al mismo tiempo pondremos un mercadillo benéfico; todo va en ese sentido", explica, para asegurar que "si la gente quiere colaborar siempre serán bienvenidos".
Kostyuk asegura que hablan con Ucrania a diario. "Nos dicen que ya se vive de forma natural con el sonido de la alarma aérea, pero que aquello parece un manicomio porque no para de sonar en todo el día; la gente lo respeta y baja a los sótanos, o quienes están en edificios grandes se ponen en los pasillos para dormir, pero la vida sigue con los los colegio on Line, y sin trabajo todavía, pero muchos están de voluntarios y a la espera de la reconstrucción del país", señala.
