PABLO FONT OPORTO. INVESTIGADOR SOCIAL

"Cuando todo esto reviente volveremos a sociedades más simplificadas, que no significa más infelices"

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Pablo Font es profesor de Filosofía política, Ética y Filosofía del Derecho en la Universidad Loyola Andalucía. Es, además doctor con mención internacional por la Universidad de Sevilla. Se licenció en 2002 en Derecho por la Universidad de Córdoba (UCO) y no es lo único que le liga a Córdoba.

Aunque nació en Sevilla, allí estuvo viviendo seis años antes de viajar a Córdoba, porque su padre, Juan Ignacio, es cordobés. "Fue a estudiar a Sevilla, se enamoró de una sevillana, se casó y me tuvieron", señala. Su padre es profesor de Derecho Mercantil de la UCO y regresaron a Córdoba en 1986. Se pasó, por tanto 20 años en la ciudad califal antes de marcharse a estudiar fuera, de nuevo a la capital hispalense. Eso le permite sentirse "cordobés más que otra cosa".

Sus líneas naturales de investigación se mueven dentro de los parámetros del "derecho de resistencia, colapso ambiental de la globalización neoliberal, alternativas civilizatorias, miedo y política o contradicciones del Estado social". Lo dice la propia Loyola en su currículo, y es algo que se nota en sus obras, la última de las cuales es el motivo de esta entrevista.

Antes de que el miedo les paralice, recomiendo leerla al completo, porque quizá haya una salida. Allí, al final del túnel negro en ele ue ya hemos metido la cabeza.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Lo primero que se me ocurre decir de su libro es que el título, 'La batalla por el colapso. Crisis ecosocial y élites contra el pueblo', acongoja bastante.

Claro. Es un poco la idea. El libro es más bien una especie de voz de alarma. Es más una alerta. No es tanto plantear alternativas claras, que son temas que yo ya he tratado en otros trabajos míos, pero mi idea con esta publicación sobre todo es llamar la atención sobre una situación ante la que tenemos que asustarnos. Por eso intento que el título sea un poco llamativo, e incluso a alguien quizá le pueda resultar un poco demagogo, pero no es nada al margen de lo que luego se va a encontrar en el interior del texto. Es decir, que hay una realidad de fondo sobre la que tenemos que preocuparnos. Y mucho.

Es culpa nuestra, ¿verdad?

Aquí hay dos temas que son dos verdades y que se dan al mismo tiempo, aunque parezcan incompatibles. Por una parte, es verdad que las grandes élites, que representan un porcentaje muy minoritario de la población mundial, tienen la gran responsabilidad al ser quienes adoptan las grandes decisiones y porque su huella ecológica es muy superior, pero, por otra parte, también es verdad que todas las personas que vivimos en el primer mundo, en el Norte global, en los países enriquecidos, como lo queramos llamar, y que somos apenas el 10% de la población mundial o menos, también tenemos responsabilidad.

No podemos tampoco escurrir el bulto si vivimos en esta sociedad y tenemos parte de culpa, pero los otros tienen más todavía. Hay que procurar un poco ese difícil equilibrio entre decir que la culpa es de la élite y de los ricos, pero sin obviar que tenemos nuestra parte de responsabilidad.

Hay que procurar un poco ese difícil equilibrio entre decir que la culpa es de la élite y de los ricos, pero sin obviar que tenemos nuestra parte de responsabilidad

A mí me da la sensación de que pecamos de falta de memoria. Porque quienes ahora estamos en un estatus muy superior, en su día estuvimos donde ahora sigue la mayoría de la población mundial.

Claro. Eso se nos olvida muchísimo. Y acabamos de ver lo ocurrido con la valla de la frontera de Melilla. Es un episodio que se nos va a repetir cada vez más. Es un asunto muy concreto, por los intereses geopolíticos de Marruecos y demás, pero ya en su momento nosotros fuimos una gran potencia y un imperio colonial, y además seguimos todavía extrayendo recursos materiales, minerales y energéticos de las zonas y territorios más empobrecidos del mundo.

Simultáneamente, lo que es Andalucía, el Sur de Europa, y en concreto nuestra tierra, a su vez somos de alguna manera colonia de los grandes poderes o de los centros de poder en este caso de España y de Europa. Lo estamos viendo ahora con todo lo que se está produciendo de multiplicación de la potencia kilovática de todas las plantas de renovables que se están instalando y que conllevan una serie de efectos colaterales.

Igualmente, somos de alguna manera el vertedero de España y de Europa. Llevamos muchísimos años con El Cabril en funcionamiento y que durante bastantes años estuvo funcionando de una manera clandestina, pero están igualmente los vertederos de Huelva y de Nerva, los terrenos aún contaminados de Palomares, donde cayó la bomba nuclear, en Linares todo lo que fueron las fábricas de uranio enriquecido para las centrales de Garoña y Zorita, en Jerez hay otro vertedero de residuos peligrosos... Lo mejorcito nos lo remiten para acá.

"Nuestra tierra, Andalucía, somos de alguna manera colonia de los grandes poderes o de los centros de poder en este caso de España y de Europa"

Aparte de eso se destrozan espacios naturales, como Doñana. Estamos viviendo con una extraña ceguera ante la realidad que está por venir. Ante eso no tengo más remedio que preguntarle si los andaluces hemos dejado de ser los 'pringaos' del país, o seguimos igual.

Creo que la identidad andaluza es muy de dejar vivir y que me dejen vivir hasta que me tocan las narices. Eso fue un poco lo que ocurrió el 4 de diciembre de 1977, que ante un agravio comparativo se levantó y se despertó el pueblo andaluz. ¿Los últimos años? Lo que creo, y es uno de mis análisis tras las elecciones, es que la identidad andaluza de algún modo ha estado ahí en varios sentidos. El primero en que el PSOE durante muchos años identificó la identidad andaluza, a través de su industria cultural, especialmente Canal Sur, con algo muy folklorizado y costumbrista, y ahora el PP ha demostrado que también lo puede hacer y, de hecho, ha sido muy significativo ver en la noche del 19-J a los votantes y simpatizantes de ese partido que estaban con las banderas andaluzas y españolas al mismo tiempo.

A Vox creo que eso le ha pesado respecto al PP y creo que también le ha pesado a Por Andalucía respecto a Adelante Andalucía. La identidad andaluza creo que ha jugado un papel importante tanto por el centro, como por la derecha y la izquierda en las elecciones.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Es posible. Pero yo insisto: ¿Seguimos siendo los 'pringaos' del país?

(Se ríe). Yo creo que la tomadura de pelo es gorda, porque nos encontramos con datos escalofriantes en las tasas de paro, de los 15 barrios más pobres de España tenemos aquí 11 o 12, las tasas de pobreza infantil... Los datos son escalofriantes. Luego está todo el tema sociocultural con esa mitología de que somos unos vagos, unos perros, unos graciosillos... Es verdad que se están dando pasos y es verdad que a la gente le molestan cada vez más estas cuestiones, con independencia del sector ideológico en el que se muevan, y cada vez hay más sensibilidad con la idea de exigir un cierto respeto.

Ahora bien, la tomadura de pelo, como he dicho, sigue, en cuanto a que las decisiones no se toman en gran medida aquí. Es verdad que se ha producido una mala gestión y luego, ya relacionado con el tema de mi libro, nos encontramos con una cuestión de peso, y es que por donde primero va a empezar a pegar el colapso va a ser aquí, en el Sur, en Andalucía. Nosotros somos la primera frontera Europa después del Sáhara y vamos a experimentar las consecuencias de todo lo que es el calentamiento global y todo lo que está ocurriendo con las temperaturas cada vez más altas y el cada vez mayor estrés hídrico, porque tenemos un problema y no sólo en Doñana, sino en relación a nuestro desarrollo económico, que está basado en el turismo, la construcción y una agricultura orientada a la exportación.

"La agricultura intensiva está poniendo en peligro la fertilidad de nuestros campos y nos podemos encontrar en breve con un territorio desertificado"

Si tú generas una agricultura y una ganadería orientada a la exportación, ya sea al resto de España o a Europa Central o del Norte, es agua que se te va en forma de palés de fruta hacia otros territorios. A eso se le suma el estrés hídrico que está poniendo en riesgo nuestros bosques, que tienen una mala conservación y una mala política de gestión de esos espacios y ahí nos podemos encontrar con otro problema. La agricultura intensiva está poniendo en peligro la fertilidad de nuestros campos y nos podemos encontrar en breve con un territorio desertificado. Las expectativas y los informes plantean diversos escenarios, pero los escenarios que plantean los estudios y las investigaciones más sólidas no son nada halagüeños y estamos hablando de no más de 30 años vista.

Eso no es nada a nivel temporal. ¿La culpa no puede ser un poco también de la imagen que se tiene del ecologista como ser peligroso e irracional en la defensa de sus ideales? Preocupa un tanto que la mayoría de la gente no se tome en serio la situación en la que se encuentra el mundo por culpa de esas ideas preconcebidas.

Claro. Hay una imagen ahí que además se da también de una manera muy curiosa en la izquierda desarrollista, que no es una denominación mía. Es decir, la idea de que esto se lo puede permitir el que ya tiene el plato de comida asegurado y es un pijo o un hippie pijo, que se preocupa por estas cosas porque en realidad tiene la vida resuelta y está aburrido, ¿no?

Hay un tema muy importante, y ya lo decíamos en organizaciones ecologistas en los años 90 cuando de adolescente estaba metido en estos jaleos. Decíamos entonces que esto no era un problema sólo del hermano lobo o del hermano oso; no es un problema sólo de que se extingan los osos polares. Es un problema del ser humano, porque somos seres vivos que necesitan y dependen de nuestro entorno. Es más, tenemos una dependencia muy grande en cuanto a que las características del entorno que necesitamos son muy peculiares y muy extrañas y muy raras en el Universo. Todas estas cuestiones de Elon Musk para terraformar Marte, aparte de por sus intereses económicos, no es más que un absoluto delirio. Los seres humanos necesitamos unas condiciones de humedad, unos márgenes de temperatura, una cierta previsibilidad climática, una serie de sustancias y de equilibrios ecosistémicos que no se dan de forma natural en otro sitio y que es muy complicado imitar.

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Los problemas a los que nos enfrentamos nos desbordan como seres humanos limitados en nuestras capacidades mentales e intelectuales. De alguna manera somos un animal evolucionado que en un primer momento teníamos problemas con unas características que podíamos abordar. Eran problemas concretos, simples y a corto plazo. Estaba pensando en los primeros seres humanos en las cavernas; los primeros homo sapiens que ya en ese periodo dimos el salto desde los homínidos a lo que somos. Tenía que recolectar fruto, evitar que me devoren los depredadores, si viene la presa tengo que activarme con adrenalina y atacar o escapar en caso de que la situación se volviera la contraria, o tratar de pasar desapercibido como el camaleón para que no me vean.

"Todas estas cuestiones de Elon Musk para terraformar Marte, aparte de por sus intereses económicos, no es más que un absoluto delirio"

Pero ahora los problemas a los que nos enfrentamos son globales. El eslogan del ecologista siempre ha sido 'Piensa globalmente, actúa localmente'. Pero si lo pensamos con serenidad, pensar globalmente es imposible, porque nos estalla la cabeza. Son problemas complejos, en los que está todo interrelacionado y ya ni siquiera se ven a largo, sino a medio plazo, y cuando leemos que algo va a ocurrir en el año 2030 nos decimos que eso queda lejos, sobre todo porque yo me pregunto como mucho sobre lo que va a ocurrir la semana que viene. Las empresas y gobiernos como mucho miran al siguiente mes. Pero es que 2030 está ahí.

Pero el ser humano es multigeneracional. Uno no puede pensar únicamente en sí mismo como individuo, sino también en su descendencia.

Claro. A mí siempre me han preocupado estos temas, pero desde que tengo hijos, tengo un niño y una niña , evidentemente le pones, por decir algo, carne, rostro, voz y nombres y apellidos a esas generaciones futuras que dejan de ser un ente abstracto. Es un tema que también abordo en el libro, pero hace poco salió otra publicación posterior a la mía del filósofo polaco Roman Krznaric, que se llama 'El buen antepasado', y elabora un planteamiento ético en el que dice que lo mejor que podemos hacer es ser recordados como buenos ancestros.

Ahora mismo hay una iniciativa de la Fundación Savia, que ya se está haciendo en otros estados y países, de establecer una especie de defensor de las generaciones futuras y dar voz a quienes ahora mismo no la tienen. Igual que también tendríamos que dar voz a los más empobrecidos o a los países que ya están sufriendo el colapso de sus estructuras. En estas últimas semanas lo ha hecho Sri Lanka; y ya hay zonas como el Cuerno de África, todo lo que es Somalia o Etiopía, que colapsaron hace muchos años y ahora también va a colapsar en los próximos meses como consecuencia precisamente del calentamiento global y de todas las crisis psicosociales, la zona del Sahel y se prevé una hambruna tremenda.

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El otro ejemplo que siempre pongo es el de la Isla de Pascua. Sufrió una terrible situación de colapso como consecuencia de que estaban aislados del resto del mundo y las famosas estatuas atestiguan que hubo una civilización que por algún motivo se empeñó en llevar a cabo un sistema insostenible y aquello acabó generando hambre, sufrimiento, disturbios y guerras. Cuando llegaron allí los europeos en el siglo XVIII se encontraron una población diezmada y hambrienta y odiaban a sus antepasados. Se había transmitido un sentimiento de decir esto lo hicieron mal y no pensaron en los que venían detrás.

"Cuando llegaron los europeos a la Isla de Pascua en el siglo XVIII se encontraron una población diezmada y hambrienta y odiaban a sus antepasados, a los que culpaban de su situación"

Es algo para hacernos reflexionar un poco, porque el ejemplo de Isla de Pascua es muy parecido al que tenemos. Es decir, estamos aislados en el Universo. Estas ideas de vamos a ir a Marte o a un exoplaneta es absolutamente irreal e imposible en términos biofísicos.

El término 'colapso' ¿qué implica? ¿Conlleva solución o ya no hay nada que hacer?

No, al contrario. Precisamente mi intención al usar la palabra no es precisamente la de bajar los brazos y rendirse. Si hacemos eso, entonces sí que se va a producir. Si no hacemos nada podrá tener lugar el colapso. No es ésa mi idea. Hay algunos colapsistas, pero son muy minoritarios, que más bien tienen visiones muy, muy derrotistas, y que ya son más bien preparacionistas. Es decir, que esto va a ocurrir y ya está.

Siempre hay distintos escenarios. Están los mejores y los peores, pero hay que tener en cuenta que cada grado cuenta. Por ejemplo, en el asunto del caos climático. Hay toda una discusión sobre qué significa la palabra colapso y si en términos sociales es algo positivo o no emplearla, si es movilizador o, por el contrario, puede ser derrotista, generar pánico y ser inmovilizador. En mi opinión, sí puede ser movilizadora en cuanto a que no es malo tener miedo, siempre y cuando éste sea movilizador y no me deje parado. La definición que más me gusta es la más sencilla, y es la del antropólogo Joseph Tainter, que viene a decir que el colapso es en la base una simplificación más o menos brusca de los sistemas de una sociedad. Así que cuanto más compleja es una sociedad la caída es mayor.

El colapso ahora mismo, como yo lo expongo en el libro, tiene muchas dimensiones, pero se pueden reducir a tres: El caos climático es la primera. Yo hablo de caos climático y no de cambio, porque hoy en día estamos acostumbrados al cambio de móvil, al cambio de coche y tiene una acepción positiva. Pero no me gusta tampoco hablar de emergencia, aunque es verdad que lo es, porque en la actualidad tanto ventanillas, como salidas o protocolos que vienen acompañados de la palabra emergencia indican que sabes lo que va a suceder y qué tienes que hacer, hacia dónde tienes que encaminarte. En cambio, hablo de caos, porque no sabemos exactamente qué es lo que va a suceder ni qué soluciones va a tener. Es como cuando llegan los extraterrestres, que no sé por dónde te van a llegar y no hay salida de emergencia porque no existe un manual.

La segunda es la crisis de los recursos. Sobre todo de los combustibles fósiles. Es verdad que no se acaba el petróleo, pero estamos ya en la época del pico del petróleo, en el que el petróleo de calidad, barato y abundante se acabó y la guerra de Ucrania no es más que un episodio en este contexto. El petróleo tiene una serie de aplicaciones que son insustituibles, no sólo por su maleabilidad y su transportabilidad y sus capacidades energéticas, sino también por todos los productos que nos ofrece, empezando por los plásticos, pero sobre todo, muy importante, todo lo que tiene que ver con el sector agroalimentario.

"Joseph Tainter viene a decir que el colapso es en la base una simplificación más o menos brusca de los sistemas de una sociedad; así que cuanto más compleja es una sociedad la caída es mayor"

¿Qué tiene que ver la agricultura con eso?

Tenemos una agricultura completamente dependiente de los fósiles, no sólo por lo que es maquinaria y transporte, sino, sobre todo, por lo que son pesticidas y fertilizantes. Nuestra agricultura y el concepto de cómo alimentamos ahora mismo a las grandes masas de población a partir de la revolución verde de los años 40 y 50 del siglo pasado se basa en eso. Sin eso, de hecho, no podríamos alimentar a la humanidad, tal y como está ahora mismo concebida y de hecho tendríamos que hacer un cambio brutal.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Perdone que le haya interrumpido. Seguimos con las dimensiones del colapso.

Sí. Decía que por otro lado están los minerales y materiales que son igualmente limitados y escasos, como el petróleo, y muchos de ellos hasta raros y en una parte importante localizados en países empobrecidos que ya sabemos la manera en que se extraen, en plan neocolonial, y que serían necesarios para esa supuesta transición ecosocial que nos pintan tan maravillosa, pero que no es así. Hablo desde la electrificación del transporte, las baterías de los vehículos eléctricos y demás a todo lo que son las energías renovables. Éstas no sólo dependen de cantidades ingentes de minerales, sino que a día de hoy, además, son dependiente de los combustibles fósiles. Quiero decir que en la actualidad es imposible pensar en el diseño, fabricación, transporte, extracción de sus materiales, transporte para la instalación, mantenimiento, recogida y desechos, sin pensar en maquinaria pesada y transporte que emplea combustible fósiles para funcionar.

El tercer elemento es la pérdida de la biodiversidad. Hablo de una gran extinción masiva de especies que nos va a acabar afectando de muy diversas maneras. Por ejemplo todo el tema de la polinización, que sin las abejas no podemos sobrevivir como especie, o todo lo que está sucediendo con cada ve mayor aparición de este tipo de virus, como la propia Covid o el último de la Viruela del Mono, por procesos de zoonosis que, al desaparecer especies intermedias que hacían un poco de cortafuegos y encima estamos invadiendo su territorio, algo que está bastante estudiado por la biología, hay más posibilidades de que estas pendencias afecten al ser humano.

¿Y en esa triple ecuación que ha planteado dónde queda el agua? Algunos señalan que la tercera (o la cuarta) guerra mundial se producirá por este elemento básico.

El tema del agua está sobre todo en la primera pata que he enumerado. Pero también en la segunda y de algún modo en la tercera. Pero sobre todo en la segunda, porque todas estas energías renovables necesitan mucha agua. Es el caso de las placas fotovoltaicas o de la idea del hidrógeno supuestamente verde. El hidrógeno no es una fuente de energía como tal; es un vector, es como una pila donde almaceno la energía que yo he conseguido a través de fósiles o de energías renovables, pero para no perderla y poder almacenarla la convierto en hidrógeno verde. Aquí hay muchos elementos muy interesantes que apuntan a que la Península Ibérica, y dentro de España, Andalucía, nos vamos a convertir en una especie de colonia de Alemania y de otros estados del Centro de Europa.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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¿Por qué dice eso?

Porque están instalando aquí una capacidad fotovoltaica y eólica brutal. Y la idea básica es poder transmitirlos hacia allí y, de hecho, ese fenómeno ya ha comenzado. Lo vimos la semana pasada con la obligación que tenemos ahora de no acaparar el gas de Argelia. Los gasoductos que se han construido y los que se van a construir y se están construyendo en los Pirineos hoy van a permitir mandar gas argelino para que Alemania no dependa de Rusia. En todo esto hay muchos intereses de Estados Unidos también, evidentemente. Pero en un futuro próximo, y es algo que ya lo han estudiado y ha salido publicado en un artículo hace apenas mes y medio del físico y matemático Antonio Turiel, que dicen que pueden servir para que esos mismos gasoductos envíen nuestro hidrógeno verde. Es decir que a través de lo que nosotros obtengamos de nuestras renovables se convierta en hidrógeno verde y se exporte hacia Centroeuropa.

Claro. Habrá que ver a qué precio y a qué coste social, ecosocial y ecológico se va a hacer eso.

Volviendo al agua, el caos climático supone una disrupción absoluta en todo lo que tiene que ver con los ciclos del agua. Por ejemplo, al fundirse los polos, donde hay grandes masas de agua dulce, éstas se pierden y al mezclarse con el agua del mar provoca una serie de efectos más o menos incontrolados que no se sabe exactamente cómo pueden suceder en cuanto a lo que significa la nueva composición de los océanos.

"Tenemos el ejemplo de Coca-Cola adquiriendo por cuatro perras gordas la propiedad sobre el agua de ríos y manantiales en países de América del Sur y ahora estamos empezando a ver ya en el Sur de Europa movimientos en ese mismo sentido"

Todos estos factores implican que habrá zonas que se convertirán en más fértiles y las habrá que pasarán a ser un desierto. Es posible que las zonas del Norte de Rusia o de Canadá se fertilicen, pero a nosotros nos va a pillar en la zona más afectada.

Simultáneamente se están produciendo fenómenos de acaparamiento de agua y cada vez mayores fenómenos de privatizaciones de agua. Algo que era muy, muy común en los países del Sur global. Tenemos el ejemplo de Coca-Cola adquiriendo por cuatro perras gordas (literal) la propiedad sobre el agua de ríos y manantiales en países de América del Sur y ahora estamos empezando a ver ya en el Sur de Europa movimientos en ese mismo sentido.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Creo recordar que el agua ha salido incluso a bolsa, ¿verdad?

Sí. Hace de eso un año y medio o dos años aproximadamente. Creo que en la bolsa de Chicago.

Un movimiento muy inteligente por parte de quien lo hiciera.

Claro.

En su libro, aparte de ponernos los pelos de punta ¿hay solución? ¿La aporta o, al menos, hay una pequeña luz al final el túnel, algo a lo que aferrarse a la más mínima esperanza?

Básicamente, el libro es más bien una alerta. Aporto alguna idea al final. Sobre todo orientada a lo que yo pienso que es lo más importante, que es primero la toma de conciencia, y en segundo lugar la organización. Vivimos ahora en una sociedad muy individualizada, en la que nos hemos desacostumbrado a dialogar, a compartir tiempo, mas allá de lo meramente mercantilizado, y, por tanto, de alguna manera, poder organizarnos para proteger nuestros intereses y los de la ciudadanía.

El análisis fundamental que hago en el libro, porque mi área de investigación es la filosofía política, no soy de ciencias y ésas son cuestiones que uno aprende leyendo los estudios y hablando con compañeros de esas disciplinas, es en el tema de cómo en el plano geopolítico hay una serie de movimientos de las grandes élites mundiales y locales que están en lucha y hay que tomar conciencia de eso. Por ejemplo, ahora mismo el caso de la guerra de Ucrania es claramente un episodio más de ese enfrentamiento entre élites locales y globales. Es similar a una Matrioshka, en la que la muñeca grande y la que se ve por fuera es la guerra ucraniana por ser la más visible. Por dentro hay otro conflicto: La guerra entre las élites globales, que son las que impulsaron la globalización y los grandes procesos económicos, que estarían representadas por Joe Biden, y de otro lado nos encontramos las élites locales que tuvieron un gran influjo en el control de las economías territoriales y como consecuencia de la globalización no han sabido sumarse a ese carro y han quedado desbancadas. En el caso de Ucrania claramente sería Vladimir Putin, pero es muy interesante pensar que si hablamos de Estados Unidos el representante de esa sección es Donald Trump.

"Putin y Trump, en realidad, definen los intereses de las mismas élites, con la misma ideología, que es un nacional populismo de extrema derecha"

Putin y Trump, en realidad, definen los intereses de las mismas élites, con la misma ideología, que es un nacional populismo de extrema derecha y muy probablemente no hubiera habido guerra en Ucrania si hubiera seguido Trump en el poder. Biden se sitúa en la defensa de esas élites globales desde posiciones más o menos liberales, hay sectores más neoliberales y otros más socioliberales, que están defendiendo otros intereses. Las élites no tienen ni un pelo de tontas y saben lo que está viniendo y las encrucijadas de crisis ecosociales que ya están aquí.

¿Cuál es la diferencia fundamental en el tema ecosocial o socioambiental? Que las primeras, las locales, son negacionistas, y las últimas, las globales, no son negacionistas al uso o al menos no de una forma directa.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Pero ambas son negacionistas.

Yo distingo entre un negacionista directo y otro indirecto. Hay, bajo mi punto de vista, cuatro posiciones: La más clara es la del negacionista directo, que es la extrema derecha, que piensa que el cambio climático y la crisis ecosocial no existe y es un invento para generar chiringuitos, por tanto no existe problema alguno. Luego está la del negacionista indirecto, que, a su vez se subdivide en dos: Está la postura de Biden, que alude al capitalismo verde y que dice que hay un problema, pero se cuenta con la solución para ello, y es la tecnología que va a implementar los estados, pero ahí hay mucha tela que cortar. Esta posición cree que se trata de una gran oportunidad para el negocio y representa el negocio del llamado capitalismo verde.

Hay una tercera posición que sigue siendo negacionista indirecta, que es la del 'Green New Deal'. Es la de aquellos sectores de centro-izquierda y que más o menos viene a decir que tenemos un problema, hay una solución, que es la tecnología, y es una gran oportunidad no para el negocio y el capitalismo verde, sino para un nuevo pacto social renovado, porque las renovables, la electrificación del transporte y demás van a producir riqueza que vamos a poder repartir y nos va a permitir recuperar el gran pacto social que se generó en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y que se quebró a partir de los 70' con el crecimiento del neoliberalismo y el neoconservadurismo.

De ahí la imagen del nuevo 'New Deal' de Roosevelt después de la Crisis del 29 y e volver ahí. Ésta es la posición sobre todo del Partido Verde alemán, que es un poco el líder de los partidos verdes europeos, o del sector más izquierdista del Partido Demócrata norteamericano, que encarnarían Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders, que fue quien disputó las primarias a Biden. Y en España sería sobre todo la posición del PSOE y de Más País, porque en el Sur de Europa los partidos verdes no son fuertes y la socialdemocracia es un poco la que se ha introducido en esta línea.

Nos hemos quedado en la tercera línea.

Pues hay una cuarta, que es la que yo entiendo que ahora mismo es la más acertada. Plantea que tenemos un problema y siento mucho decir que no tenemos una solución clara. En esta cuarta línea hay diferentes posiciones con matices más o menos gruesos. Hay visiones más colapsistas, decrecentistas, ecosocialistas o ecofeministas, y cada una aporta sus matices. Sin embargo, todas vienen a afirmar que la tecnología por sí sola no nos va a salvar y, además, los informes más sólidos de los centros de investigación actuales lo que vienen a afirmar es que, en efecto, las cuentas no salen y vamos a decrecer en nuestra riqueza lo queramos o no.

Por tanto, a eso se puede llegar de una manera justa y planificada y paulatina o puede ocurrir de la manera a la que estamos habituados porque, desgraciadamente, para nosotros no crecer hasta ahora siempre ha sido sinónimo de recesión y eso genera paro, pobreza, desigualdad y demás.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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¿Se está vendiendo bien el libro?

Voy por unos 300 ejemplares, lo cual hoy en día y teniendo en cuenta que es una obra que no es meramente divulgativa, sino que tiene también algunos rasgos académicos y está a medio camino entre los divulgativo y lo académico, no está tampoco tan mal. Sobre todo teniendo en cuenta cómo está el mercado editorial.

Pero es un libro ameno. No es plúmbeo ni plasta.

Sí, en general se deja leer bien. Hay un capítulo, que es el segundo, que es algo más duro de roer, porque es un poco la estructura filosófica de la Modernidad, que es la que a mi juicio está en la base de nuestra cosmovisión como seres humanos dentro de la civilización occidental moderna, pero todo el mundo me ha comentado que el libro se lee bastante del tirón.

Pero la imagen que usted acompaña al libro lleva un poco al engaño, porque se le ve a usted extremadamente sonriente y feliz sosteniendo en sus manos un cuento de terror.

(Se ríe). Claro. Yo creo que hay que enfrentarlo con un poco de esperanza, porque si no acabamos en efecto cayendo en ese miedo inmovilizador o evasivo y escapista. Ése que nos lleva a decir pasemos al siguiente anuncio o a la siguiente serie de televisión. En este punto es muy interesante el fenómeno y la moda que se ha instalado en los últimos tiempos del éxito del género distópico. La última vez que tuvo éxito fue, precisamente, después de la Segunda Gran Guerra, en el periodo de entreguerra. Es un punto muy importante comprobar cómo las series de televisión conforman nuestro imaginario social colectivo. Hay muchísima gente que cuando sale del trabajo llega a casa reventado (y si tiene familia, aún más) y mi modo de descansar o evadirme es una serie televisiva. Y en esas series nos están vendiendo el colapso entendido como grandes cataclismos, Apocalipsis y Armagedón, y ante eso no hay nada que hacer, o como mucho hay una especie de salvador mesiánico que es el héroe de turno al estilo hollywoodiense que va a salvarlo todo.

Pero, en general, no hay nada que hacer de manera colectiva y desde abajo, de una manera resiliente y que de alguna forma se construye entre las vecinas y entre la comunidad en plan vamos a organizarnos y a buscar la fórmula para el bien común.

"Es un punto muy importante comprobar cómo hoy en día las series de televisión conforman nuestro imaginario social colectivo"

Curiosamente, esas distopías acaban en lo que era la base inicial del ser humano, es decir pequeños grupos en los que cada uno tiene un papel claro y definido. Se vuelve a eso. Como si no hubiera más remedio.

Como digo, en los escenarios que plantean los diversos estudios siempre los hay mejores, peores o intermedios. Pero, en todo caso, está claro que el volumen de energía que mueve nuestra civilización es de una enorme complejidad, y cuando esa energía no esté disponible y si a eso le sumas todas las perturbaciones climáticas que vamos a afrontar, nos vamos a encontrar con sociedades mucho más simples y mucho más simplificadas, en las que evidentemente cuestiones que hacemos hoy en día dentro de la globalización no van a poder hacerse. Siempre pongo el ejemplo de las gambas de Argentina, que se pescan allí, después las mando a Asia Oriental donde las pelan, después van a otro país emergente donde las envasan y luego se trasladan a un centro de distribución del Centro de Europa para acabar en el lineal de mi supermercado. Han dado antes la vuelta al mundo dos o tres veces veces. Esas cuestiones en una sociedad simplificada serán imposibles.

Hoy estamos muy acostumbrados, por ejemplo, en las sociedades enriquecidas a los viajes low cost. Con las crisis eso ha bajado, pero están volviendo. Pensemos que el 95% de la población mundial no ha cogido ni cogerá un vuelo en su vida. Hay que situar las cosas en perspectiva y cuando todo esto reviente volveremos a sociedades más simplificadas, que no necesariamente tienen que ser más infelices. Hoy en día para nosotros es muy importante el bienestar material y a lo mejor en ese otro tipo de sociedades es más importante la comunidad, tener amigos, los lazos vecinales, disfrutar del tiempo, que es lo que nos falta en la sociedad actual, porque no tenemos tiempo para nada. Sería otro tipo de vida.

Lo suyo es que esa transición tenga lugar dentro de una cierta justicia y no nos encontremos en ese escenario distópico ya sean ecoautoritarios o ecototalitarios en los que las élites intenten aferrarse a los escasos recursos que queden imponiendo regímenes de terror y claramente desigualitarios, o bien otros escenarios tipo Mad Max, en los que haya señores neofeudales que controlan las pequeñas fuentes de energía. De ahí la complejidad de saber qué ocurrirá. Yo en un escenario así puedo llegar a tener mi ecoaldea, pero en un escenario como el de las películas de Mad Max, cualquiera que tenga unos cuantos litros de gasolina, un jeep y tres mercenarios con kaláshnikov a mi ecoaldea se la cargan en dos minutos.

Pablo Font posa para Córdoba Hoy
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Eso es lo que pasa con los señores de la guerra africanos, y ya se está dando.

Claro. Eso para el caso e que los estados con estructuras políticas colasen y se lleguen a escenarios de los más negativos. El otro posible escenario es, al contrario, que los estados se refuercen pero en las manos de las grandes élites que utilizan a los estados para mantener unos recursos en manos de una inmensa minoría que los acapararía y el resto de la población sería absolutamente desechable.

Lo importante es organizarnos y tomar conciencia comunitariamente de hacia dónde no tenemos que llegar. En ese sentido, si la transición verde la planteamos como la ha planteado, por ejemplo, la Unión Europea, con los fondos Next Generation o ahora con los nuevos fondos REPowerEU y todo esto, que básicamente es un trasvase de dinero público, que sale del fondo de los contribuyentes, hacia las grandes empresas para las que ya no es rentable y muchas de ellas se han girado a las renovables porque venían del petróleo y éste está dejando de serlo en términos de rentabilidad energética y económica, estoy alimentando de ese modo una transición sumamente desigual e injusta. Eso nos acerca a esos escenarios. Si apostamos por otro tipo de transiciones, podemos llegar a escenarios más positivos.

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