ANA ALTAMIRANO. MIEMBRO DE REVUELTA DE MUJERES EN LA IGLESIA

"El Papa se está ya interesando en esa teología feminista que nace de varios años de investigación"

Ana Altamirano posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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Todo cambio implica valentía, y más si cabe en el seno de una institución de 2.024 años de existencia, donde el peso de la tradición es excesivo y cualquier novedad es examinada con lupa para tratar de anticiparse a unas consecuencias que pueden ser indeseables para el sector más 'duro' y tradicionalista.

En 2020 el movimiento de Revuelta de Mujeres en la Iglesia cobró la fuerza suficiente como para darse a conocer públicamente en concentraciones donde reclaman un cambio en la toma de decisiones a nivel interno, en el sentido de que las mujeres, ya que son claramente una mayoría en la participación de la vida de parroquia y diócesis, rompan con su invisibilidad y cobren el protagonismo que sería justo. Eso implica un peso específico mayor en la toma de decisiones en la organización interna de la Iglesia católica y también en el hecho de que pueda haber mujeres sacerdote, como ocurre en otras muchas confesiones y religiones de corte cristiano.

Ana Altamirano, miembro de Revuelta de Mujeres en la Iglesia en Córdoba, ha adquirido hoy el carácter de portavoz para explicar qué buscan estas mujeres y por qué su movimiento está tan relacionado con el 8M.

Abran su mente y aprendan.

Ana Altamirano posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿Qué es Revuelta de Mujeres en la Iglesia. Hacemos labor?

Es un movimiento que unifica algunos movimientos que había en el seno de la Iglesia que eran movimientos feministas. Lo mismo que personas que en el ámbito civil luchan o reivindican que haya unas posturas más igualitarias, pues lo mismo, pero dentro de la Iglesia. En diferentes Comunidades Autónomas sí que había algunos movimientos anteriores, pero es más o menos a partir del 20 cuando empieza un poquito a unificarse en todo el territorio español.

Por 20 se refiere a 2020, evidentemente.

Sí, el pasado 2020. Ese año surge en torno a la fecha del 8M. Son mujeres que en el ámbito civil se han movido ahí, y ese año en cinco ciudades aparece una convocatoria ya de concentración para reivindicar esa igualdad entre hombres y mujeres, pero, insisto, dentro de la Iglesia. Es en la sociedad en general, pero también en la Iglesia.

El movimiento ha ido creciendo hasta este año en que la convocatoria se ha ampliado a 25 ciudades y en ellas hay detrás un movimiento que durante el año, de una manera u otra, va trabajando por hacer realidad esa igualdad.

Ha hablado usted de movimientos anteriores, ¿a cuáles se refiere?

Son grupos como Alcem la veu, que está en la zona catalana y de Mallorca. Y luego también hay algún movimiento por la zona de Galicia, por el Norte de España. Llevaban ya mucho tiempo trabajando. Aquí, por ejemplo, en Cabra, por hablar de algo más cercano, van a cumplir ya caso 25 años.

¿Qué me dice? ¿Quiénes son?

Se llaman Mujer y Teología. Es una asociación con un grupo de mujeres que han estado formándose en teología feminista y han trabajado toda esta perspectiva feminista dentro de la Iglesia, intentando aportar a la mujer ese espacio de igualdad y de visibilidad que durante tanto tiempo se nos ha negado.

Ana Altamirano posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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Y se les sigue negando.

Eso es.

¿Revuelta de Mujeres en la Iglesia. Hacemos labor es un movimiento español?

Sí. En concreto, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia es el nombre que toma esa reivindicación por parte de mujeres en el Estado español. Es verdad que luego en otros países, con otros nombres, también está. Y, de hecho, está en los cinco continentes y durante años atrás, con vistas a hacer aportaciones para el sínodo de la sinodalidad mantuvimos reuniones telemáticas, donde íbamos compartiendo esas reivindicaciones y esa situación que entendimos como algo general o igual para todas las mujeres en todos los rincones del mundo. Eso en esencia, porque luego en cada sitio la desigualdad es diferente. Hemos estado en contacto y se ha elaborado un documento de conclusiones que en octubre pasado se ha ido entregando en las diferentes diócesis, al obispo y al Papa Francisco.

Ese documento se hizo con la suma de las aportaciones de muchos encuentros con mujeres de los cinco continentes. Es decir que hay por todo el mundo un movimiento similar a la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, que es el nombre que toma en España.

Y es un movimiento católico, ¿no?

Sí, sí. Es un movimiento que está dentro de la Iglesia católica. Somos mujeres de Iglesia. No estamos en contra de la Iglesia. Somos mujeres que nos consideramos parte de la Iglesia y desde ahí nos gustaría que nuestra Iglesia fuera mucho más igualitaria, la mujer no estuviera relegada a un segundo lugar y pudiera ascender a toma de decisiones.

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Bueno, cuando hablaba de católico quería diferenciarlo de otras confesiones, incluso las que hay dentro del Cristianismo. Por eso insisto en la pregunta: ¿Hay en el resto de religiones algo similar con el que ustedes mantengan contacto?

A mí no me consta. Pero entiendo que debe haberlo. Porque, en efecto, también en la esencia esta el compartir con otras personas, ya tengan otras confesiones u otras cuestiones diferentes. En nuestro caso, somos mujeres católicas en su mayoría. Igual en algún sitio puede haber alguna persona que no, pero en general nos situamos en ese ámbito de mujeres que llevamos ya mucho recorrido formando parte de la Iglesia, comprometidas con la Iglesia, trabajando en ámbitos de Iglesia...

¿Y si hubiera que apuntar a un germen de este movimiento dónde estaría?

Son las reivindicaciones del 8 de Marzo. Se reivindican muchas cuestiones que son necesarias en nuestro mundo y una de ellas es la lucha desde el movimiento feminista por esa igualdad, y es justo en 2020 cuando se entiende que esas reivindicaciones y el sumarnos a esas concentraciones del 8M en la sociedad civil también teníamos que incidir de manera concreta en la igualdad dentro de la Iglesia.

En todos los sitios hay diferentes actividades en diferentes días del año, pero, quizá, lo que nos aúna es esa convocatoria en torno al 8 de Marzo, que suele ser la semana de antes o el fin de semana de antes o después, que nos solemos congregar en algún punto de las ciudades donde está presente el movimiento.

En este caso, me ha comentado que son unas 25 ciudades para este domingo.

Sí. En todas ellas hay convocatoria este año y es por todo el territorio español. Creo que no hay ninguna comunidad donde no haya llegado ya la Revuelta.

¿Ese origen o germen del movimiento tiene un lugar concreto de nacimiento?

Exactamente no sabría decirte dónde. Entre las cinco ciudades primeras estaban Barcelona, Madrid, Sevilla, que era la nuestra más cercana y se desplazaron mujeres hasta allí de Córdoba y otras provincias andaluzas y al año siguiente las mujeres cordobesas se quedaron en la concentración que se convocó entonces en la capital cordobesa.

Ana Altamirano posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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Centrémonos precisamente en Córdoba. ¿Aquí cómo se organizaron y de qué manera se conocieron unas a otras?

Bueno, es verdad que Córdoba es una ciudad pequeña y se habían producido otros encuentros dentro de la Iglesia, donde nos encontrábamos diferentes mujeres y hombres también, y desde ese conocimiento que teníamos entre todos cuando se estaba organizando del acto en Sevilla contactaron con alguien de Córdoba y esa persona se puso en contacto con mujeres que conocía en Córdoba del ámbito eclesial, mujeres que sabían de su compromiso con el movimiento feminista dentro de la Iglesia y desde ahí les fue proponiendo si querían trabajar en este movimiento, si querían unirse y caminar juntas. Ahí fuimos uniéndonos más personas y no hemos dejado de estar unidas en todo este tiempo.

En todo ese trabajo es de suponer que las redes sociales han sido fundamentales.

Claro. Sí. Fue a base de redes sociales y de llamadas telefónicas, que es como se trabajo en los primeros pasos. En nuestro ámbito esa persona contacta con unas primeras mujeres, éstas se entusiasman y contactan a su vez con otras conocidas suyas y poquito a poquito se va montando el grupo que tenemos aquí en Córdoba.

Profundicemos un poco más en la materia. ¿Dónde está la desigualdad?

¿Dónde hay desigualdad en la Iglesia?

Sí, en la sociedad está muy clara esa desigualdad, que es tremenda.

Es que tienen mucho que ver la una con la otra. En la Iglesia influye la sociedad y cómo nos organizamos. Por tanto, hay cuestiones que son paralelas. Por eso hay que incidir en que lo que pasa en la sociedad civil también ocurre en la Iglesia. Pero, en concreto, sí que de alguna manera reclamamos que las mujeres son mayoría en las iglesias. Cuando uno va a una iglesia se encuentra con una proporción mayor de mujeres que de hombres, pero, sin embargo, a la hora de tomar las decisiones y de ver por dónde caminar y cómo caminar, las mujeres no son las que están tomando las decisiones.

Y esto va cambiando. Se ha producido una evolución e incluso en estos años de camino de Revuelta de Mujeres creo que hemos visto cambios, o, al menos, se vislumbra posibilidad de cambio. Básicamente esa desigualdad está en la imposibilidad de tomar decisiones; son los varones en la Iglesia los que toman esas decisiones y en los propios templos hay sitios diferenciados. Está el presbiterio y el altar, que es un espacio para varones y luego esta el sitio del pueblo, que es para el resto de la población, en su mayoría mujeres.

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En las actividades que se llevan a cabo dentro de las parroquias son esos puestos de limpieza, que se suelen indicar que son menos importantes, pero cuando llegó la pandemia vimos que eran fundamentales. Pues bien, esos puestos y esos lugares son los que estañan ocupados por mujeres. Y son los lugares más invisibilizados y los que se consideran de menor importancia. Incluso mujeres que dan catequesis y demás, pero siempre bajo la directriz de algún varón que dice qué es lo que hay que dar y cómo hay que impartirlo.

Y a un nivel de sacramentos, por ejemplo, las mujeres tenemos vetada la ordenación sacerdotal, cuando en otras confesiones esto esta superado. Con lo que habría siete sacramentos para los varones y seis para las mujeres. Ahí también se da esa desigualdad.

A eso vamos a llegar un poco más tarde. Ahora me gustaría saber quién toma esas decisiones en el funcionamiento interno de una parroquia, por ejemplo, ¿el sacerdote o quién?

Básicamente sí. Y si hablamos de sacerdotes, hablamos de varones.

Ahora mismo, sí.

Y cuando entran otras personas laicas en la toma de decisiones de una diócesis o en una parroquia normalmente siempre hay más varones que mujeres. Evidentemente, siempre hay excepciones que confirman la regla, lo general, y es verdad que  en algunos sitios también hay mujeres con responsabilidades, pero no es lo habitual ni lo generalizado.

Desde que el Papa Francisco también plantea o apoya un poco el hecho de que se creen consejos de participación, bien diocesanos o bien parroquiales, ahí va desapareciendo aun poco esa figura de que el cura o el sacerdote lo lleva todo y lo decide todo. Ya hay participación de laicos. Pero sí que es verdad que estos consejos tienen más normalmente un carácter consultivo. Luego ya, a discreción del sacerdote de turno, está la posibilidad de que el quiera dar un carácter más decisorio. Y nosotros también reclamamos eso. Y en esos consejos parroquiales llama la atención esa mayoría de hombres que hay cuando la mayoría proporcional en la vida de esa parroquia es claramente femenina.

Y estoy segura de que eso mismo ocurre también en la sociedad civil: Hay un grupo de mujeres trabajadoras y a la cabeza tienen a un coordinador. Por tanto, no es un a cuestión particular de la Iglesia y sentimos que es lo general en la sociedad, pero ocurre; de ahí que nosotros lo señalamos y soñamos con que esto pueda cambiar.

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¿Un cambio a qué? ¿Hacia dónde? ¿Cómo podría ser ese cambio? Dicho de otro modo, y a nivel muy práctico, ¿qué cambio piden ustedes y de qué manera podría ponerse en marcha?

Es un poco lo que ya te he planteado. La posibilidad de cambiar estos consejos participativos a un carácter más decisorio, y que las personas puedan decidir. Pedimos una Iglesia más sinodal, más circular, más horizontal, donde todas las partes caminamos juntas construyendo a la vez hacia lo que queremos que sea nuestra Iglesia.

Reivindicamos también que ese exceso de decisiones masculinas, que ese poder que está también un poco concentran en el clero, que nosotros denominamos clericalismo, pues que vaya desapareciendo y que la voz de Dios, la Ruha, el aliento divino, nosotros entendemos que está en todas las personas y no solo en una serie de personas señaladas. Cada persona tiene una vocación, una función, una misión propia dentro de la misión que tenemos todos en conjunto como Iglesia. Pero una cosa es esa misión y otra es que la voz de Dios no esté presente en todas las personas, y desde ahí que todos nos podamos manifestar y ser altavoces de esa voz.

Pero eso que plantea es de perogrullo.

Bueno, éstas son las verdades de perogrullo. Pero por mucho que sean así, obviamente no se llevan a cabo.

Pero usted misma ha comentado que hay cierta apertura. No dejamos de estar ya bien entrado el Siglo XXI. Sí hay machismo, por supuesto, pero no se puede negar que la mentalidad en la sociedad ha ido cambiando.

Claro. Creo que poco a poco se ha producido una serie de aperturas. Y, de hecho, nosotros entendemos en todo este sínodo de la sinodalidad no es casualidad que los sínodos se van llevando a cabo periódicamente y van trabajando temas que de alguna manera tienen cierta importancia. Y el hecho de que este último sínodo se haya dedicado justo a la sinodalidad tiene mucho que ver con esta apertura desde Roma, desde el Papa Francisco, para que se vaya profundizando y cambiando por esa senda.

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¿Están ustedes mal vistas dentro de la Iglesia?

(Duda) No sé qué significa mal vistas.

Quiero decir si se sienten señaladas por esas ideas revolucionarias que plantean en el seno de una institución tan tradicional.

Efectivamente, este planteamiento no es compartido ni por toda la sociedad ni por todos los miembros de la iglesia. A veces los cambios producen miedo de que vayan a ser positivos, de que vayan a traer o vayan a llevar. Pero, bueno, nosotros entendemos que ésta es la Iglesia de Jesús, la apuesta de Jesús de Nazaret, y ahí es donde intentamos trabajar para que se haga realidad. Y no sólo se suman a esta propuesta mujeres, también lo hacen hombres y en la concentración del domingo (por hoy), como en años anteriores, veremos también allí hombres que están de acuerdo con esa manera de vivir en la iglesia y de ser Iglesia.

Pero está claro que hay detractores y personas que están menos de cuerdo con esta idea, pero vuelvo a repetir que eso mismo ocurre en la sociedad civil, de la que la Iglesia es reflejo, donde hay mucha gente que no entiende las reivindicaciones feministas y creen que no hacen falta porque las cosas están ya superadas o simplemente entienden que las cosas han de ser así y continuar inmersos en ese patriarcado que a cada uno le da su lugar y que impide que las cosas se muevan. Y dentro de la Iglesia también existen esas posturas.

Bueno, pero uno no puede dejar de preguntarse qué daño puede causarle a la Iglesia esa apertura.

Hombre, daño ninguno. Desde nuestro punto de vista, obviamente. Por eso nosotros caminamos y reivindicamos hacia esa idea. Intentamos hacer la reivindicación siempre desde una postura pacífica, como no puede ser de otra manera.

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Evidentemente. Los radicalismos de ningún tipo han sido nunca buenos consejeros.

Los radicalismos entendidos como violencia. Porque creo que vivir las cosas con radicalidad no creo que sea negativo.

Bueno, eso podría considerarse pasión.

Eso es.

Hemos hablado por un lado de que se busca la igualdad en la organización interna a nivel de parroquia y de diócesis, y que mucho me temo que van a tener que salir a la calle bastantes más veces para conseguirlo, y luego está lo más morboso para esta sociedad, casi lo folclórico, en el hecho de que se pida que haya mujeres sacerdote.

Es que hablamos de que hombres y mujeres puedan vivir exactamente la misma igualdad dentro del desarrollo de la Iglesia. Es que no se pide otra cosa.

Pero todo está relacionado con la palabra de Dios, ya sea en el Antiguo o en el Nuevo Testamento. ¿Hay en algún pasaje de ambas lecturas especificado que la mujer no pueda practicar un rito como es la celebración de una misa?

Que yo tenga constancia, no. Sí que es verdad que en los Evangelios cuando vemos como actúa Jesús con las mujeres, tenemos que entender que se trata de una época muy concreta, en la que existe un gran patriarcado, donde son los hombres quienes tienen acceso a los ritos religiosos y donde hombres y mujeres tenían cada uno sus espacio. Jesús, en los relatos de los Evangelios, lo que vemos es que va transgrediendo las normas. Si te digo la verdad, creo que el Cristianismo ha aportado a la humanidad ese carácter de derribar muros y esas desigualdades.

Jesús cuando se va encontrando con las diferentes mujeres que se cruzan en su vida, y con otras realidades de exclusión que él incluye, justo lo que nos va diciendo es que hay que dar a la mujer la dignidad en la sociedad que le ha sido negada. Es un Jesús que quita esos señalamientos de pecado y de exclusión de aquella época, de esa realidad religiosa de su época, y lo que hace es incluir a las personas y a las mujeres, en concreto, dentro de su comunidad.

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Creo que el trato que tiene Jesús con las mujeres es justamente desde ahí: Derribando esas fronteras de desigualdad con las que él se encontró y fue planteando otro tipo y otra relación con las mujeres de su época.

Con esa premisa en la mano, ¿qué justificación hay para decir que no al sacerdocio femenino?

Es verdad que desde ese momento de los primeros cristianos y cristianas que intentan continuar en esa línea abierta por Jesús, su amigo y su maestro, hay luego toda una tradición, una manera de ir haciendo las cosas, y las cosas parece que no son o no siguen siendo como en esos momentos. Y, a partir de ahí, hay mucha influencia de la sociedad civil de cada momento que se va viviendo, y ese patriarcado está presente, esa forma de organizarse hombres y mujeres está ahí, y ha ido llegando hasta nuestros días. Me da que ésa es un poco la aplicación que hay detrás.

¿Y cuando ustedes le plantean a alguien esas demandas van con esas verdades por delante o es algo que sencillamente se da por hecho?

Yo he contestado a lo que me has preguntado. Personalmente es que no conozco otra explicación.

Este domingo, que coincide con la publicación de esta entrevista, ¿qué se va a hacer?

Por cuarto año en Córdoba (nos reunimos la primera vez el año 2021), nos volvemos a juntar a las 12.30 horas en la Puerta de San Miguel de la Mezquita-Catedral. Tendremos unas primeras palabras de bienvenida y de recordar un poco el movimiento y de dónde venimos. Luego tenemos una especie de acto simbólico y finalmente leeremos un manifiesto. Todo ello amenizado con algunas canciones con letras significativas. Son actos que suelen resultar bastante interesantes para las personas que allí acudimos y para los que se paran a ver de qué va esto.

¿Notan si cada vez acude más gente a esos actos?

Bueno. En general sí. Claro. El primer año quizá la cosa se conocía poco y fue menor el alcance. A estas alturas nos vamos congregando más. hay un grupo más o menos estable, y es verdad que cada año van a pareciendo personas nuevas que se interesan.

¿Y de hombres?

Sí, como ya he dicho, también. De hecho, hay un grupo de hombres que esa Iglesia les atrae y sueñan igualmente con esa Iglesia circular, más sinodal y esos días señalados están allí también apoyando.

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¿Y el resto del año qué hacen?

Nosotros tenemos algunas convocatorias y nos juntamos. Normalmente suelen ser convocatorias de las mujeres que estamos en esta historia, y en alguna ocasión se puede unir algún hombre, pero es verdad que es una cuestión más de profundizar entre nosotras. Yo entiendo que hay muchos caminos para formarse y estamos planteando una teología feminista que de alguna manera pueda influir en la teología que se ve en las parroquias, en los centros de formación.

Fíjate, ése es otro de los cambios que me preguntabas antes. Ya sabemos que en el sínodo nunca han participado laicos; siempre ha sido una cuestión más de los obispos, y, sin embargo, este año, el Papa Francisco le daba esa participación a los laicos y entre los laicos, a laicas. El Papa ha planteado la necesidad de reformar de alguna manera, o de renovar, la formación teológica que se imparte y en concreto la que se da en seminarios y en ese sentido ha querido aconsejarse de mujeres en cuanto a esa formación.

Hay muchos años ya de historia de investigación de teología feminista y se ha construido una teología feminista y el Papa parece que se está interesando en ello. Pues bien, dentro de esa línea de teología feminista me consta que se van interesando, por libros, por autoras, por teólogas, los hombres. Me parece muy interesante esta formación que va abriendo otros horizontes distintos a los que nos hemos formado.

¿Ustedes organizan conferencias y charlas precisamente con la presencia de esas teólogas que ha mencionado antes?

Sí. Recientemente, por ejemplo, aquí en Córdoba presentamos un libro que se ha elaborado un poco con los pasos que ha ido dando la Revuelta de Mujeres en España. Es la experiencia de varias mujeres y ya digo que se presentó ese libro.

¿Qué título lleva?

Revuelta de Mujeres en la Iglesia (se ríe). Y hace poquito también tuvimos un taller de teología feminista para principiantes y se llevó a cano con la colaboración de una amiga teóloga y estuvimos formándonos al respecto.

¿Y dentro de la Revuelta se nota un mayor número de mujeres?

A medida que se va conociendo más, la gente se va acercando más para asomarse a esta iniciativa. Hay gente que participa de una manera más asidua en nuestras diferentes actividades y otras personas lo hacen de manera más puntual. eso va en función de sus diferentes posibilidades. Dentro de la Iglesia, la gente que nos conocemos, porque participamos en otras reivindicaciones de la sociedad, nos vamos uniendo a esta cuestión que nos parece interesante.

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