Opinión

Violencia machista, una lucha de ayer y de hoy

Desde hace 24 años las violencias machistas han sido un asunto que se considera público dejando relegado a la involución el que éste sea acotado a lo privado. Al poner las violencias machistas dentro del ámbito público se consideraba que su perpetuación no era solamente debido a lo que se vivía dentro del hogar, sino que respondía a un problema estructural que se alimentaba desde todas los apoyos sobre los que se construía: un machismo presente en lo institucional, en la educación, desde la judicatura, desde lo social, desde los medios...

Se consideraba poner en jaque a todo el sistema y comenzó a haber cambios legislativos y medidas para frenar estas violencias en todos los sentidos, siendo importante el impulso del asociacionismo que impulsó fuertes cambios a través de la coordinación y de articulación propuestas concretas, realistas demandadas hacia la responsabilidad de las instituciones.

Tras 24 años vemos cómo, paradójicamente, se avanza a esa involución puesto que, como todo ciclo y porque no valoramos la importancia de la historia y la lucha pasada, parece que volvemos hacia el inicio, teniendo que volver a poner sobre la mesa, no solo que las violencias machistas sigue siendo un tema urgente y para el cual aun hay deficiencias que solventar para lograr su erradicación, sino más grave aún, concienciar de que existen y esto, en cierta medida, tenemos toda la sociedad responsabilidad.

Y es que, para luchar por el futuro, hay que mirar el presente, y desde ya, sin que se demore más la cuestión en el tiempo tenemos que hacer algo, y una de las claves es tener muy presente y bien identificado quien es nuestro enemigo. No es casualidad de que con el avance de la ultraderecha hayan aumentado los delitos de odio, la violencia en la juventud, que haya presente un cuestionamiento continuo de principios y derechos básicos que toda ciudadanía tiene que tener, cuyas graves consecuencias la sufrirán las mujeres.

Lo vemos ante cualquier guerra, crisis, ante situaciones de supremacía del sexo masculino sobre el masculino como en la prostitución… Y esto no es ir con un discurso victimario, sino con un discurso de realidad que ha demostrado la historia del movimiento feminista que, no olvidemos, se sustenta sobre una teoría que parte del análisis de la opresión de un sexo sobre otro y el cual se puede describir y desgranar con múltiples vivencias diarias y que protagonizamos tanto dentro como fuera de lo hogares.

Estamos ante una proclamación clara del individualismo sobre lo colectivo, ante una generación de conocimiento manipulado por unos pocos frente al pensamiento crítico de la ciudadanía y así llegaremos al colapso de una sociedad que no puede permitirse volver a sostenerse y desarrollarse ante discursos de odio, impunidad y autoridad de unos pocos sobre el resto.

Y para eso tenemos que estar de frente ante esta situación que se nos presenta. Sacar el machismo de las aulas, de las instituciones, de las políticas y en ningún momento callar. Que no se vuelva a repetir en la historia como cuando temieron a las brujas en vez de a las ideas que mandaban quemarlas. Nosotras seguiremos de pie como frente porque tenemos mucho que jugarnos, nuestra propia vida, porque nos asesinan.