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La calle Cabezas Alude a una de las mayores tragedias del Medievo hispano, la de los Siete Infantes de Lara, que fueron decapitados en Soria por el caudillo del Califato de Córdoba Almanzor tras ser traicionados por su tía Doña Lambra, y cuyas cabezas fueron expuestas en la ciudad cordobesa en ese mismo sitio, ubicado entre las calles Caldereros y Portillo. Se da la circunstancia de que en la localidad burgalesa de Castrillo de la Reina se lleva representando desde hace 26 años a cargo de los propios vecinos esta tragedia en forma de obra con notable éxito
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A petición de la Cofradía del Salmorejo Cordobés, el pasado 10 de diciembre de 2015 se bautizó como Calleja del Salmorejo Cordobés a la antigua Calleja del Arco, ubicada en plena Judería, en la Calle Tomás Conde, y cuenta además con un azulejo en el que se deja bien clarito por escrito la receta para elaborar este plato cuyo nombre parece claro que procede de la salmuera y que, según localizaciones, recibe distintos nombres como Porra (Antequera) o Coña (Adamuz), aunque parece que todo el mundo coincide en ubicar su origen en tierras cordobesas
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El nombre oficial de la calle del Viento no es ése, sino Ronquillo Briceño, un antiguo corregidor -alcalde, para entendernos- de Córdoba de finales del XVII. Pero aún conserva una placa con su nombre antiguo, por el que se sigue conociendo en el céntrico barrio al que pertenece. Su nombre recuerda una característica peculiar de esta calle: por su cercanía al río y su ubicación, aquí siempre sopla el viento. Para comprobarlo, basta con doblar la esquina desde la Ribera y empezarán a notarlo
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El nombre real de la Cuesta de la Pólvora es Ronda de los Mártires, pero hasta los autobuses paran en la Cuesta de la Pólvora, cuyo nombre es una incógnita, aunque podría aludir a la invasión francesa y el cañoneo de la ciudad que se hizo desde los alrededores de Puerta Nueva. Ese 7 de junio de 1808 el avance francés hasta la Facultad de Derecho dicen que fue especialmente duro después de que la artillería del general Dupont friera literalmente a la ciudad amurallada desde la Cuesta de la pólvora
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La calle de Almonas, actualmente Gutierrez de los Ríos, se encuentra el Barrio de San Andrés, y es una de las más largas y con más afluentes de Córdoba. Su nombre es de mitad del siglo XIX, cuando allí se ubicaban las principales fábricas de jabones de la ciudad. Pero además, esta calle es conocida por sus leyendas, especialmente la de la casa del Duende Martín, que se enamora de una joven a la que su hermano planea matar por haber recibido una herencia. Tras acabar con su vida, el duende se venga ahorcando al hermano
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Esta pequeña callejuela se sitúa muy próxima a la Iglesia de la Magdalena. Para conocer la historia que le da nombre debemos remontarnos a comienzos del siglo XIX, concretamente allá por el año 1840. En esta fecha, existía un cementerio, conocido como de la Magdalena. Pues por esta calle, que desemboca en dicha plaza "se arrastraba" a los fallecidos hasta llegar al camposanto donde recibían sepultura. De ahí que se haya quedado con el nombre de Rastrera. Lo que no queda claro si eso de arrastrar era literal o bien una forma lírica de describir los traslados
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Esta pequeña calle enclavada en el barrio de San Nicolas, cuya única entrada y salida es por la calle Concepción, debe su nombre a que en la esquina existió un convento en cuya puerta eran depositados los niños extraviados de sus familias. Allí se les daba de comer, se les cuidaba y se les daba cobijo hasta que encontraban a sus familiares. Este convento, desaparecido a principios del siglo XIX, acabó tomando el nombre de Hospital de Niños Perdidos, y así ha llegado has nuestros días, aunque la pequeña calle evolucionó hasta calleja del Niño Perdido
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Esta calle que se encuentra en El Barrio de San Agustín es cortada por la calle Costanillas, Su nombre se debe a un vecino que hace más de cien años vivió en esta calle y que era conocido como "el Matarratones". Este vecino era un hombre de pocos amigos, huraño y algo violento, de hecho el resto de personas que vivían en la zona decían que con tan solo su mirada podía matar a los ratones. Su fama fue tal que la calle acabó tomando su nombre y desde comienzo del siglo XIX en el callejero de la ciudad se puede encontrar con este nominativo
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En la barriada de Fray Albino, al sur del río Guadalquivir, se encuentra esta calle de sorprendente nombre. Esta vía, recogida y alegre, parece referirse a las cepas de uno de los principales cultivos de Córdoba, la vid. Aunque en la calle no hay vides (y mucho menos dobles), tan sólo naranjos...
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Entra Santa Marina y San Andrés se encuentra esta calle que recuerda a un escritor. Y no, no es una errata, porque no se refiere al más conocido autor mexicano Juan Rulfo (creador de Pedro Páramo), sino al literato cordobés Juan Rufo, que vivió en el siglo XVI. Su vida bien merece algo más que una calle en su ciudad natal, pues estuvo llena de peripecias
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Según cuenta el blog Encrucijada de Culturas, el nombre de esta plaza en Puerta Nueva apela a un hecho ocurrido durante la ocupación francesa en 1808. Al parecer, un hombre disparó al comandante francés pero erró el tiro. En venganza, los franceses asaltaron la casa y mataron a todos sus ocupantes menos una niña, que sobrevivió al ataque aunque fue ensartada en una bayoneta. La pequeña se hizo monja de mayor
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Desde luego, quien le puso nombre a esta calle tenía prisa o pocas ganas de pensar algún nombre original. Se encuentra localizada entre las calles María Auxiliadora y Frailes, en pleno barrio de San Lorenzo. Si hay una calle Queso, quizás haya otra llamada Jamón
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La calle Mucho Trigo (o Muchotrigo, según se lea en uno u otro sitio) está ubicada en el barrio de San Pedro, muy cerca de la Ribera. De su nombre hay pocas referencias: podría referirse a algún refrán español, o bien a un apellido que se haya confundido con un apodo por ser tan singular. Ésta última es la versión de Teodoro Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba
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Del origen del nombre de esta calle situada en la zona del Brillante poco se conoce. Las lenguas populares señalan que este nombre hace alusión a los enfermos mentales que acudían al sanatorio de los Morales en busca de una cura para aliviar sus pesares.
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