EXIGE AL AYUNTAMIENTO UNA SOLUCIÓN

Vídeo: Vecinos de Lucena exigen eliminar las barreras arquitectónicas que impiden a un hombre en silla de ruedas salir de casa de solo

Una decena de escalones hacia abajo y otros tantos hacia arriba. Antonio Marín debe contar cada día con familiares, amigos o vecinos para poder salvar las barreras arquitectónicas que le separan de la clínica de fisioterapia donde se recupera de un accidente

Una reclamación colectiva efectuada y desatendida –según los vecinos– desde hace siete años, se ha agudizado individualmente desde el pasado 7 de junio. Antonio Marín Campaña, un agricultor lucentino de 37 años, sufrió un accidente en una finca y cayó al fondo de un pozo. El severo impacto le destrozó ambas rodillas y sufrió fracturas en las dos rótulas, la rotura de diferentes ligamentos y tendones y complicaciones en los nervios de las piernas. Sus severas lesiones precisaron de tres intervenciones quirúrgicas en el Hospital Clínico de Córdoba. Un mes y cinco días después recibía el alta y al regresar a su domicilio, en el número 75 de la calle La Calzada, comenzó la segunda parte de su particular calvario, comprobando que le resultaba imposible salir de su casa en silla de ruedas de forma autónoma.

Los pronósticos de los facultativos estiman entre seis y meses y un año el plazo previsto para que Antonio Marín vuelva a caminar. Hasta entonces, su mujer, sus padres, amigos o vecinos deben levantar los 130 kilogramos de peso que suman la silla adaptada y el propio afectado para salvar los numerosos escalones del tramo superior de la calle La Calzada.

“No puedo salir ni a fumarme un cigarro a la puerta de mi casa”, expone Antonio, quien en su hogar únicamente se desplaza de la cama al sofá y viceversa. Los lunes, miércoles y viernes, acude a sesiones de fisioterapia al Centro de Salud Lucena 2. En este caso, una ambulancia y un trabajador sanitario lo recogen, utilizando una camilla, siempre con la colaboración de otra persona para salvar los obstáculos. Por el contrario, los martes y los jueves es trasladado a una clínica privada y precisa de al menos dos voluntarios que lo eleven en el tramo de escaleras a fin de introducirlo en un vehículo particular.

Antonio Marín manifiesta que “es una barrera arquitectónica importante, no se ha quitado y no sé cuánto tiempo va a estar aquí”. El leve peldaño situado en el zaguán de su lugar de residencia lo cruza con una pequeña inclinación artificial. La única libertad de la que disfruta desde el mes de julio.

En su denuncia, recuerda que desde hace casi una década “llevamos pidiendo que el Ayuntamiento nos haga una rampa porque es muy incómodo y dificultoso pasar por aquí para las personas mayores con un andador o con los carritos de bebés o de la compra”. Antonio Marín señala que, entre el vecindario siempre se comentaba que “el día que a alguno nos pase algo, nos vamos a enterar” y, con fortaleza, serenidad y aplomo, aunque exigiendo una solución provisional y, más tarde, definitiva, acepta que el infortunio le ha atañido a él, mientras recuerda que "el ayuntamiento nunca dice no, pero tampoco hace nada".

Mientras, sus vecinos aplauden la decisión de Antonio de hacer público este problema en las redes sociales, publicando vídeos en los demuestra las dificultades a las que se enfrenta diariamente para intentar mejorar de sus dolencias.