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Facua se persona como acusación popular en el caso del cotillón de La Rambla

El procedimiento está abierto por un presunto delito de estafa contra la empresa Eventos Color Sur SL, organizadora de la fiesta de fin de año celebrada en el Hotel Atalaya del municipio cordobés

Hotel Atalaya en La Rambla
photo_camera El Hotel Atalaya en La Rambla

El pasado 1 de marzo Facua Córdoba pidió al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Montilla la personación en el procedimiento abierto contra la empresa Eventos Color Sur SL, organizadora del cotillón fin de año celebrado en el Hotel Atalaya de La Rambla. Ahora, este juzgado ha dado como personada en el asunto judicial a la asociación. Por lo tanto, según un comunicado de facua, el letrado del equipo jurídico de la asociación Córdoba Rafael Juan Carreño será quien lleve la dirección jurídica.

Tras la denuncia de Facua Córdoba contra la organizadora ante la delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, el pasado mes de enero, el Servicio de Juegos y Espectáculos Públicos inició un procedimiento sancionador por la presunta comisión de una infracción muy grave, tipificada en la Ley 13/1999, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de Andalucía al "haberse excedido presuntamente el aforo permitido, con el consiguiente riesgo para la seguridad de las personas que participaron en el evento". La cuantía de la sanción aplicable a este tipo de infracciones oscila entre los 30.050 y los 601.012 euros.

Una fiesta con muchas irregularidades

Facua Córdoba señaló también en su denuncia, entre otras irregularidades, los incumplimientos en los horarios de los autobuses de hasta dos horas en los puntos de recogida hacia el lugar de la celebración de la fiesta. Es más, algunos vehículos ni tan siquiera llegaron a recoger a las personas, por lo que no pudieron ir a la fiesta que ya tenían pagada.

La asociación criticó, además, las trabas de la organización a la hora de entregar las hojas de reclamaciones a los asistentes, quienes, después de muchas peripecias, y ya que nadie sabía dónde estaba la persona encargada de entregarlas, sólo algunos pudieron interponerlas. La organizadora colocó a los usuarios en una cola para entregárselas y debido a la cantidad de personas que había y a la espera que tenían que sufrir, muchos tuvieron que marcharse sin poder hacerlo debido a que el autobús de regreso a sus lugares de origen les dejaba en tierra.