Ganadería en Córdoba

El olvidado sector apícola alerta contra el fin de las ayudas de la PAC en 2021

El profesor Francisco Puerta destaca que sin los apicultores las abejas no durarían más allá de dos años
Colmenas de Andalucía
photo_camera Colmenas de Andalucía

La mitad de los colores que uno descubre en la naturaleza en primavera están ahí gracias a las abejas. Esto es lo que el profesor titular del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba (UCO) Francisco Puerta Puerta les suele decir a sus alumnos, para que sean conscientes de la importancia que tiene esta ganadería para el campo.

Y precisamente por ser eso, una ganadería, necesita como el resto de reses del cuidado de un ganadero-apicultor para su viabilidad en el tiempo. En caso contrario, les pasaría lo que a sus primas silvestres (que, en muchos casos, "viven de prestado de los apicultores"): El ácaro de la varroasis acabaría con ellas en una media de un par de años.

COLMENA

En la actualidad, esa ganadería en la provincia de Córdoba implica algo más de 260 apicultores que tienen en su haber alrededor de 62.000 colmenas. Eso quiere decir que, tirando por lo más bajo (una media de 45.000 individuos para una colmena tipo Langstroth), la ganadería de la provincia sumaría la cifra de 2.790 millones de reses. Todas ellas necesarias para el equilibrio natural.

Las restricciones de movimientos humanos acabarían siendo nefastas para la salud de las abejas, porque, a pesar de ser "animales que van a lo suyo", en palabras del profesor Puerta, sin los cuidados pertinentes sólo un porcentaje bajo sobreviviría "para hacerse inmune al ácaro de aquí a 5.000 años vista".

El problema de la abeja sigue siendo el mismo. La industrialización y el desarrollo del primer mundo reduce el alimento natural de estos laboriosos insectos, que requieren de la variedad de un buen prado con flores muy distintas. "Sin esa alimentación variada acabarían muriendo, como le ocurriría a una persona que sólo comiera una única cosa", señala Francisco Puerta, quien advierte, además, que cada vez es más complicado hacer apicultura por la cantidad de enfermedades que van surgiendo y la falta de rincones silvestres donde llevar las colmenas.

colmena

A eso se le añade una cada vez mayor presión de los productores para que hagan más miel y cada colmena alcance como mínimo entre 15 y 20 kilos de miel para que el negocio sea rentable y ahí tenemos una peligrosa ecuación para la supervivencia de la abeja. "Menos mal que están los apicultores profesionales para reponer esta ganadería, porque son ellos quienes las crían y sin su trabajo el mundo no sería lo mismo".

Lorenzo Ruiz, de Apícola de Montoro, es uno de ellos. Lleva media vida entre colmenas y es tajante al respecto. "Hace unos 20 años la producción llegaba a los 30 o 35 kilos de miel y hoy en día se ha reducido a la mitad". ¿El culpable en su opinión? "El cambio climático, que nosotros sí lo estamos notando de verdad cuando las estaciones han cambiado y tarda un mes y medio más que antes en llegar".

Apicola

Esto implica que hay flores que no dan néctar y baja la alimentación. Frente a eso están los sistemas tradicionales que siguen siendo efectivos contra los efectos de la varroasis desde 1986, es decir quitarles las ninfas (crías) en verano para evitar contagios y en diciembre tratar de enjaular a la reina un par de meses para que no tenga tantas crías abocadas a morir del ácaro. Eso, unido a un goteo de ácido oxálico, mantiene la población.

"Es un tratamiento que en el Norte de Italia es normal y que aquí en Andalucía practicamos unos pocos", señala Ruiz. Si no es más abundante es porque resulta caro (se requiere contratar a un par de personas durante 20 días para localizar a las reinas) y con los precios y la bajada de producción es insostenible.

Apícola

Frente a eso en Italia la miel se vende cara, a 25 euros el kilo, y hay dinero para esa contratación. En España, por contra "llevamos dos años sin vender por falta de producción y lo que se vende es a 8 o 9 euros el kilo, es decir entre uno y dos euros por debajo del coste de producción". Lo que mantiene esta tradicional labor son las ayudas de la PAC, que este año 2020 iban a ser las últimas en llegar, pero que por las circunstancias excepcionales por el coronavirus se van a pagar también. "Si las acaban retirando, como dicen que van a hacer a partir de 2021, unido a la competencia de la miel china, que en realidad es jarabe, el 30 por ciento de los apicultores lo van a tener que dejar".

Abeja, flores

El pasado verano la varroasis fulminó en Extremadura el 60% de las colmenas y en Andalucía entre el 40 y el 50%. "Ahora nos hemos recuperado un poco, pero seguimos siendo los más baratos de Europa, con precios de 15 euros el kilo en Portugal o hasta 28 euros en Marruecos y con eso no competimos". A eso se le añade la espada de Damocles que supondría un acuerdo con Mercosur. "Es nos mataría del todo, entre China, que es nuestro auténtico rival, y las mieles que llegaría de Argentina y del Cono Sur americano".

¿La solución? Que se mantengan las ayudas europeas y se controlen los precios, por dos razones fundamentales: La supervivencia de la naturaleza, que no se mantendría si se la deja a su flor, y el propio consumo, porque en Centroeuropa que son grandes compradores, pero poco productores, "con lo que la mayor parte de lo que hacemos se va para allá en forma de exportación".

Abeja en un girasol