El Grupo Municipal de Podemos Córdoba ha constatado que el presupuesto del proyecto de la Ronda Norte se ha rebajado sobre el original y conlleva peores condiciones de soterramiento y movilidad entre barrios, como el Naranjo, que necesita más conexión con el resto de la ciudad.
Por este motivo, el Grupo de Podemos cree que la participación de la Junta es bastante memorable en este sentido. Así, la formación morada reclama que las asociaciones vecinales y la oposición municipal deben tener el derecho a informarse a través de canales institucionales y orgánico para obtener información sobre el proyecto. "Hasta ahora, toda información se ha realizado a través de las declaraciones de la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, en prensa, donde ha marcado como objetivo que las obras de la Ronda Norte de Córdoba se inicien en 2022".
Podemos Córdoba considera, por tanto, este proyecto inadecuado y mal planteado. Según Juan Alcántara, "el simple hecho de no contar con los consejos de distrito vecinales que se ven afectados, resta legitimidad y viabilidad social al proyecto".
Igualmente, desde Podemos Córdoba se suman a las palabras del Consejo de Distrito correspondiente, Norte-Sierra, en cuanto a que no se debe consentir que se plantee un proyecto que no da respuesta a las necesidades y que va a generar molestias al vecindario, con un objetivo final cuestionable para la movilidad de la ciudad. Molestias y congestiones de tráfico, por ejemplo, en la calle Escultor Fernández Márquez.
"Este proyecto genera más problemas de los que supuestamente alivia. ¿Cuánto va a tardar la señora Carazo y el alcalde de Córdoba (José María Bellido) en hablar, consensuar y facilitar la información del proyecto a la oposición y a los consejos de distrito? Un proyecto de esta indecente cantidad de euros, en los momentos que vivimos, debe examinarse con lupa y de forma participativa", ha recalcado Alcántara.
Podemos Córdoba se suma, por tanto, a la visión del colectivo Ecologistas en Acción y afirma que socialmente el proyecto de la Ronda Norte supone "desmembrar el tejido urbano". Y es que, en palabras de Alcantara, desde el punto de vida medioambiental es una apuesta por "un modelo de movilidad urbana absolutamente desarrollista y desfasado, que no tiene en cuenta un modelo de promoción de movilidad activa", como es la peatonal o la bicicleta.
