CARNAVAL 2017

Rafael Rojano y el sueño del Carnaval de Cádiz

Lo que para muchos puede ser una afición más, para el cordobés Rafael Rojano es "una forma de vida", por eso dejó su empleo en la ciudad y se plantó en Cádiz hace dos años "sin trabajo, pero con comparsa"

Carnval 55

"Porque en su calendario empieza el año nuevo en el mes de febrero, es su pasión y forma parte de su vida, es una droga que su sangre necesita" reza un pasodoble de la comparsa "G-15" de los hermanos Márquez Mateos. Un "veneno" por el Carnaval de Cádiz que se puede expresar con coplas pero que en Córdoba tiene un ejemplo más claro del efecto de esta "bendita locura". Rafael Rojano, octavilla de la que fuera "La Comparsa de Córdoba", del autor cordobés Miguel Amate, hace dos años se lió la manta a la cabeza y se plantó en El Puerto de Santa María, "sin trabajo, pero con comparsa", recuerda ahora que ya está asentado y con un trabajo estable en la localidad gaditana.

Rojano trabajaba en el restaurante "Con Acento" de la ciudad y cuando tres de los componentes de su comparsa de siempre decidieron salir en un grupo de Cádiz, él comenzó a plantearse muy en serio lo de irse a vivir "a la cuna, adonde nace todo" porque, además, comenzaron a llamarle autores gaditanos con propuestas para cantar allí. Al final, habló con su jefe y cuando éste le dijo "si es lo que te va a hacer feliz, vete, aquí siempre tendrás las puertas abiertas", no se lo pensó dos veces. Dicho y hecho.

Y es que lo suyo con el Carnaval viene de lejos. Sus primeros recuerdos son un grupo que montó su hermana y que como buen "ojeador" carnavalero, Antonio Cobos "El Comisario" convirtió en chirigota infantil en 1991. Después, Rojano se incorporó a la agrupación de Fernando Abad con "Campo de la Verdad" y en 1998 llegó el autor con el que convertiría toda su vida en carnaval: Miguel Amate con quien disfrutó de las mieles de éxito infinidad de veces en el Gran Teatro de Córdoba y con quien pisó "las tablas de la catedral del Carnaval", el Falla. 

Por eso, el empujón de su jefe fue suficiente para irse a por su sueño. "Me planté a los pocos días con mi maleta en Cádiz, sin trabajo, pero con comparsa" cuenta, ahora riendo, pero se la jugó en una época donde buscar empleo no es empresa fácil. De hecho, estuvo desde septiembre de 2015 hasta diciembre "viniendo todos los fines de semana a Córdoba para trabajar en el restaurante", quinientos kilómetros para cumplir un sueño. 

"Pero me mereció la pena, lo volvería a hacer mil veces, soy muy feliz". Y es que la comparsa de José Martínez y Antonio Rivas, con la que se enfrenta a su segundo febrero, es un grupo de altura; su músico, guitarrista a quien se le debe la introducción del recurso del punteo en los grupos de Carnaval, ha compuesto para Joaquín Quiñones durante 15 años y el autor le ha puesto letra a los coros de Julio Pardo más de dos décadas. Dos maestros del tres por cuatro que además cuentan con un grupo "que es una auténtica familia", un valor que ha hecho al cordobés repetir con ellos este año a pesar de las ofertas que ha tenido de otros autores relevantes.

El Carnaval, una forma de vida

¿Tanto esfuerzo por cantar en un grupo de Carnaval? "Yo llevaba desde pequeño cantando en Córdoba, y aunque cueste entenderlo fuera del ambiente, el Carnaval es una forma de vida y es en Cádiz donde se vive más intensamente, allí todo el año es Carnaval y yo quería vivirlo". Lo supo desde que fue con su grupo de Córdoba por primera vez a un ensayo general al Puerto de Santamaría, quizá algo premonitorio: "lo que sentí aquel día es lo que me ha movido a cambiar mi vida por completo para venirme a Cádiz". 

Además, "es que cantas al lado de gente a quienes has visto por la tele desde pequeño, que admiras, que te sabes sus repertorios". Este año, su comparsa cuenta con un fichaje estrella, Fali Vila, miembro del mítico grupo de Antonio Martínez Ares de Los Piratas, Los Templarios, grupos gracias a los que se han enganchado a esta fiebre las nuevas generaciones de carnavaleros.

Comenta que allí todo se vive de una manera muy diferente, "aquí no se acaba en febrero porque sigues cantando en festivales hasta verano que es cuando empieza a montarse el siguiente grupo". Y desde septiembre, "del trabajo al ensayo y más cuando se acerca el Falla que ensayamos todos los día". Una vida complicada de entender pero que "allí las familias están acostumbradas, lo han mamado de sus padres y abuelos".

Pero Rojano, a pesar de tener ya su vida en la Tacita, "llevo por bandera que todo lo que sé lo aprendí de Miguel Amate, de mi comparsa de Córdoba, de Rafael y José Aranda y de todos mis compañeros". Por eso, "cada vez que vienen a cantar grupos de mi ciudad, me encanta escucharlos porque mi tierra es algo que llevo muy dentro", confiesa.

Un cariño recíproco porque, su autor de siempre, Miguel Amate, habla maravillas de Rojano: "a Rafalín lo conocía desde infantiles, y empezó en 'Remedio para tus males' conmigo". Es un tenor enorme, pero sobre todo, es de esos miembros que todo grupo necesita por su seguridad y formalidad; "nunca se le ha ido una letra, está pendiente de todo".

Además, Amate destaca que Rojano, con Rafael Aranda "Taleguilla", "formaban un tándem perfecto, entre los dos hacían verdaderas maravillas en los altos de las comparsa" con quienes siembre han conquistado al público en Córdoba y también en Cádiz. Su trayectoria con Miguel Amate ha sido para los cordobeses el mejor pasaporte para poder formar parte de agrupaciones "cabezas de serie" del concurso del Falla.

Esta noche, Rojano cantará con "Tres mil años" en el Teatro Falla demostrando precisamente mucho de lo aprendido en Córdoba, donde ha crecido y tanto trabajado en Cádiz, donde el Carnaval se respira en el aire, lo trae la mar para impregnar de esa magia que mantiene vivo el legado de Paco Alba.