TRABAJAR A 40 GRADOS

Las profesiones que más "queman" del verano cordobés

Acudir al puesto de trabajo durante el verano cordobés puede parecer una misión casi imposible para cualquiera, pero ¿qué ocurre si en su caso tiene que trabajar en un asador de pollos, una lavandería o un horno donde los grados se triplica?

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Trabajar en un asador de pollos, en un horno o una lavandería puede convertirse en una auténtica pesadilla cuando el calor cordobés hace acto de presencia. Si durante el resto del año las altas temperaturas en estos puestos de trabajo tiene su ventaja, ¿qué ocurre cuando llega el verano y los termómetros superan los 40 grados? Pero no sólo estos trabajadores sufren los efectos del calor; también afecta a aquellos cuyo puesto de trabajo se desarrolla en plena calle como guías turísticos, mensajeros postales, repartidores o albañiles. ¿Sus trucos? llevar siempre una botella de agua para hidratarse, cubrirse la cabeza con gorras o sombreros y por supuesto, buscar siempre la sombra. 

Alicia es una trabajadora de la pollería Kirikiki. Diariamente soporta temperaturas superiores a los 40 grados dentro del establecimiento, una temperatura que incluso se agrava los fines de semana, explica, cuando “encendemos las freidoras y trabajamos con tres hornos en vez de uno”. Aunque admite que ya se ha acostumbrado al calor que conlleva su puesto de trabajo, señala que trabajar en una pollería también tiene su ventaja, y es que “en invierno estoy muy calentita”. 

Otra de las profesiones que más calor soporta es la de panadero. En la panificadora La Catalana, Sergio trabaja diariamente en la elaboración de panes y dulces. Aunque los horarios de los hornos suelen comenzar muy temprano, alrededor de las 4 de la madrugada, la jornada se extiende hasta bien entrada la tarde. Este panadero explica que aunque parezca que las peores horas para trabajar en verano son a partir del medio día, en su caso, el calor “empieza a las 9 de la mañana cuando las temperaturas que salen de los hornos ya hacen casi imposible poder trabajar”.

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Pero en Córdoba el calor se sufre también fuera de las oficinas. Albañiles, electricistas, barrenderos, camareros, trabajadores de Correos, guías turísticos, repartidores o heladeros saben muy bien lo que es trabajar con 40 grados en plena calle. Uno de estos casos es el de Juan Antonio de la empresa de fruta fresca cortada y zumos naturales, Al-Andalus. A diario, y desde el pasado mes de mayo, permanece instalado en su bicicleta en la esquina del bulevar de Gran Capitán. Su horario es desde las 10 de la mañana hasta las 14.00 horas del medio día y por la tarde, explica, "depende del día porque hay veces que me vengo a las 5 y otras que más tarde si hace demasiada calor". En este puesto portátil se puede comprar desde dados de sandía o melón recién cortado, a zumos naturales fríos perfectos para hacer frente a las altas temperaturas, todo desde un precio de 2 euros.

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Y del calor veraniego en la calle sabe mucho también Lidia, de la empresa Original Way Free Tours. Esta guía turística explica que debido a las altas temperaturas del verano cordobés durante los meses de julio, agosto y septiembre "cambiamos el horario de nuestros tour a pie por la ciudad que comienzan más temprano por la mañana y más tarde por las noches". El problema surge cuando "un cliente nos pide una visita privada por la ciudad o a algún monumento a eso de las tres o cuatro de la tarde, aunque nosotros ya le explicamos que esa hora no es la mejor para visitar la ciudad". Los trucos para combatir el calor son ir siempre con una botella de agua para hidratarse, un sombrero o gorra para cubrirse la cabeza y en algunos casos incluso una sombrilla o paraguas para protegerse del sol. 

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