EDUCACIÓN

Una estudiante sorda lleva dos meses esperando un intérprete de lengua de signos en el IES El Tablero

La joven, de 20 años, está cursando un Ciclo de Peluquería y Estética en turno de tarde 
CRISTINA
photo_camera Cristina Moreno

Cristina Moreno, una estudiante sorda que estudia un curso de formación media en el IES El Tablero lleva desde hace dos meses esperando a que la Consejería de Educación de la Junta le adjudique un o una intérprete de lengua de signos, que, por otro lado, le corresponde por ley y por derecho. 

"Yo pedí el intérprete a principios de octubre pasado, en el mismo momento en el que me admitieron en el ciclo, y hasta ahora no he tenido respuesta", se queja Cristina, una joven de 20 años con una sordera profunda, es decir, que no escucha prácticamente nada y que necesita, obligatoriamente, un intérprete de lengua de signos para poder comunicarse y recibir al completo el mensaje del profesor. 

La joven, que cursa en el IES El Tablero un ciclo de medio de peluquería y estética, ha explicado a este periódico que "estoy sacando la primera evaluación gracias a la ayuda de mis profesores y compañeros que no entienden cómo es que aún no haya conseguido la ayuda de un interprete para poder seguir mis clases como cualquier otro alumno". 

interprete cristina

Y no será por falta de peticiones. Cristina, ha hablado ya en varias ocasiones con la orientadora del centro e, incluso, ha acudido a la Delegación de Educación para que "arreglen mi caso, pero, por lo pronto nada de nada", se lamenta la alumna, quien ha vuelto a mandar dos correos a la Administración competente. Al primero de ellos le contestó la jefa del servicio de Educación, quien "me dijo que el caso seguía en estudio". Al último correo ni siquiera se lo han contestado. 

Cristina Moreno pide para ella lo mismo que tiene cualquier persona sorda que se encuentre en un centro educativo andaluz cursando sus estudios: Un intérprete. De hecho, la alumna del IES El Tablero recuerda que en el centro hay otros niños sordos y todos ellos cuenta con el suyo propio. 

Los compañeros de esta joven, que han sabido meterse literalmente en su piel, han colocado carteles en la puerta del instituto reclamando, lo antes posible, un intérprete para Cristina. 

La sordera o hipoacusia congénita está considerada una discapacidad invisible que supone para la vida cotidiana de estas personas constantes barreras de comunicación que, a menudo, le dificultan o impiden desarrollar sus capacidades y participar en la sociedad en igualdad de condiciones. Este colectivo cuenta con los mismos derechos que los demás, pero deben enfrenarse cada día a nuevos obstáculos que entorpecen su camino. Para saber cómo se siente Cristina bastaría con acudir a clase, aunque sólo sea durante los primeros cinco minutos con los oídos tapados a modo de prueba. Aún así, la persona oyente es capaz de percibir 'algo', en el caso de ese alumna ni siquiera eso.

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