Más de 20.000 familias atendidas durante el pasado 2017 dan fe (nunca mejor dicho) de la actividad que realiza Cáritas Diocesanas en la provincia de Córdoba. Es, de hecho, el segundo año consecutivo que se atiende a una cifra similar, mientras que en 2015 fueron unas 30.000. El problema es que se trata de la cantidad que a día de hoy puede cubrir con sus medios esta organización social y solidaria que depende de la Iglesia, con lo que "ya hemos tocado techo", según ha explicado esta mañana el secretario general, Salvador Ruiz. El problema no es sólo que no puedan abarcar más campo a día de hoy, sino que la situación de esas familias se ha agravado, porque tienen a más de uno de sus miembros que han agotado ya cualquier tipo de prestación social y ahora dependen directamente de colectivos del tercer sector.
Una de las principales lacras de la pobreza es, en palabras de Ruiz, que tiene un rostro cada vez más claro y definido: El de la mujer. "Es algo progresivo, afianzado y casi enquistado; pero el caso es que cada vez son más mujeres que tienen a su cargo a varios hijos". También hay menores con los que se da otro problema grave, que es el de transmisión intergeneracional de la pobreza, hasta el punto de señalar que "los niños pobres de hoy serán los adultos pobres de mañana". Otro de los perfiles más vulnerables siguen siendo los mayores y los discapacitados físicos o psíquicos, porque "son los que el sistema económico considera unos inútiles".
El mileurismo como precariedad estabilizada
Otro fenómeno que se empieza a dar es la gran diferencia entre el momento antes de la crisis y la actualidad. Así, si antes de 2007 un mileurista "casi podría considerarse pobre", ahora el mileurismo es algo "afianzado" y "normalizado", con lo que se ha "estabilizado la precariedad". Aún así, el secretario provincial de Cáritas ha lanzado un mensaje de esperanza e el sentido de que "la sociedad cristiana y la sociedad en general se ha volcado en su solidaridad con los pobres", quizá porque se ha entendido perfectamente que la mitad de los hogares cordobeses en exclusión social han dejado de tener el apoyo de la familia y de los amigos.
"Al principio de la crisis la familia fue un gran desahogo, pero hoy con la crisis ese colchón familiar está destruido", ha señalado Ruiz, quien ha dejado bien claro que "ni la crisis se ha acabado" ni "ha causado el mismo daño a todos, porque se ha cebado especialmente con los perfiles más vulnerables".
De igual modo, el responsable ha destacado que se dan diferencias tanto en la provincia como en la propia capital, donde hay parroquias que pueden atender a un centenar de familias mientras que las que están en zonas vulnerables esa cifra suma el millar de familias. En la provincia, la Vicaría de la Campiña atendió en 2017 a 5.160 personas; la Del Valle, a 1.845 y la de la Sierra, a 2.150.
Por lo pronto toda esta ingente labor ha sido posible gracias a los 1.700 voluntarios de Cáritas de las 167 Cáritas parroquiales cordobesas, que suponen "la auténtica infantería nuestra frente al gran problema de la vulnerabilidad". Otros datos de ese gran trabajo son las 832 personas sin hogar que han recibido ayuda, bien en la Casa de Acogida, en los pisos de acogida a inmigrantes jóvenes (donde han estado una decena en 2017), en los pisos de atención a reclusos o la atención nocturna a transeúntes con unas 50 personas por noche.
De igual modo, en materia de formación y acompañamiento al empleo, hubo un total de 639 personas atendidas, d ellas que 178 fueron contratadas y 59 recibieron euros de formación específicas por el empleo. "Además, hubo 185 personas que consiguieron un empleo en empresas fuera del tercer sector a través de Solemccor", ha explicado Salvador Ruiz.
Paa todo ello hubo una inversión total de 5.425.000 euros, si bien en atención directa la cantidad fue de 720.000 euros.
