ISABEL ROMERO. PRESIDENTA DE LA JUNTA ISLÁMICA

"El despegue de la certificación halal en España se produjo con la crisis económica de 2008"

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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Isabel Romero, presidenta de la Junta Islamica de España, es madrileña de nacimiento, con familia manchega, de Villanueva de los Infantes, pero ya tiene el pasaporte cordobés, como ella misma dice. Acabó en Córdoba porque se mudó con una pareja en 1981. Una relación que no duró en el tiempo, pero Córdoba se le metió dentro y ya no se ha ido. Eso ocurre "cuando vienes de vivir en una gran ciudad y los otros referentes que tenías eran de un pueblo al lado de Puerto Llano, Argamasilla de Calatrava, donde disfruté mucho de pequeña; no soy urbanista. Para mí Madrid no era el objetivo y cuando tuve la ocasión di el salto", confiesa.

Tanto es así que, huyendo del asfalto, ha terminado en pleno campo para vivir. "Llevo ya 18 años a las afueras de Encinarejo".

Córdoba es una ciudad cómoda, pero tiene también sus inconvenientes. Especialmente en materia laboral. "Eso me ha obligado a hacer un recorrido profesional muy diverso". Es de formación autodidacta tras abandonar los estudios en el antiguo quinto de Bachillerato. Luego hizo Puericultura, una formación profesional que ya no existe y que acabó orientándose por completo a las guarderías. "El que yo hice era hospitalario, y las prácticas las hice en la UCI de Prematuros del Hospital Niño Jesús, en Madrid. La única salida que encontré fue en guarderías y trabajé un par de años", señala.

Tras una mala experiencia en una guardería se dedicó a la política y otras materias. "Soy una persona que nunca estuve diagnosticada, pero estoy convencida de que tenía déficit de atención con hiperactividad, con un coeficiente intelectual alto, que eso sí me lo dijeron las del colegio el Opus donde estuve bastantes años". Y como todos los niños que tienen este tipo de cuestiones, le acabaron colgando el sambenito de 'vaga' y de no trabajar. Sencillamente, "no soportaba estar seis o siete horas sentada en una silla tragando rollos, y cuando pude lo dejé y me puse a trabajar tras hacer un curso".

Además de eso, Isabel Romero dice haber tenido maestros tanto profesionales como de vida, "porque ambas cuestiones son necesarias; especialmente los maestros profesionales a los que estoy muy agradecida".

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿Cómo llega usted al mundo musulmán?

Llego después de haber tenido una empresa propia de estudios sociológicos, que es una de las vías de mis maestros profesionales. Tuve una empresa llamada Margen Andalucía, luego Margen Sur, y trabajamos con un equipo en Madrid, que era Margen, y era un poco el germen. Comenzamos a hacer algo que se puso de moda muchísimo más tarde, que era sociología cualitativa. Las encuestas tienen el valor que tienen, pero lo importante es sentarse con las personas, con un buen muestreo, y que hablen. Lo que tú estás haciendo conmigo en la entrevista. ¿Por qué? Pues porque cuando llevas hablando cinco minutos se acabó y ya empiezas a soltar. Los estudios psicosociales que nosotros hicimos eran interdisciplinares. Hicimos estudios que fueron muy importantes en su momento, en los años 1984, 1985 y en 1991, que fue cuando cerramos.

¿Qué estudios destacados llevaron a cabo, por ejemplo?

Hicimos un estudio base de la juventud andaluza. No se había hecho ninguno antes. Elaboramos un estudio de humanización en hospitales. El primero, seguro, en España sobre humanización en hospitales. Especialmente los que son de tipo medio. Ahí decíamos cosas que se están haciendo ahora, como que son muy importantes los colores, que los niños debían tener referencias adecuadas a su edad...

Éste, en concreto, fue de un director general de Hospitales de la Junta de Andalucía, que también estaba avanzado para su tiempo, y que vio que era importante. Pero vamos, que cuando íbamos a entregar informes decían en los pasillos "¡que vienen los humanistas!" (se ríe). Todo eso se hizo, se metió en un cajón y nunca más se supo hasta hace relativamente poco tiempo.

Por tanto, lo han recuperado de ese cajón.

Yo creo que el concepto sí. No sé si el estudio en sí que nosotros hicimos, pero el concepto es que caía por su propio peso. Yo hice el trabajo de campo en el Hospital de Linares, que es de tipo medio, y es que era brutal. Había una cara entera del centro que daba al cementerio. Imagínate. La gente que estaba con enfermedades graves y terminales decían "lo bueno de esto es que te ponen una cinta transportadora y vas directo a la tumba". Ahora es verdad que se ha producido esa sensibilización sobre los hospitales y se han dado cuenta de que hay personas y no meras historias clínicas. Tú cuando llegas a un hospital te despersonalizan: Te ponen una bata, ta dan un número de historial clínico y ya no eres una persona con nombre. Eso no ayuda a la recuperación y por fin se han dado cuenta de eso.

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿Y el estudio de la juventud? 

Ése fue muy interesante, porque fue de los últimos que hicimos y nunca antes se había elaborado un estudio base de esas características. Mostraba por dónde iban a caminar las cosas en el futuro. También hicimos uno muy potente sobre consumo de heroína en jóvenes.

Se supone que este tipo de estudios deben de ser periódicos, ¿no?

Sí, pero ten en cuenta que los estudios de carácter cualitativo dan para mucho más. Son los que se hacen ahora en este momento, porque se trabajan actitudes, no se trabajan opiniones. La opinión puede cambiar. Felipe González lo demostró: Hizo que todo el país votara a favor de estar en la OTAN en cuatro días. Pero una actitud de una persona no se cambia de un día para otro; es algo mucho más construido y nosotros trabajábamos sobre actitudes. Eran estudios proyectivos y por tanto habría ahora que actualizarlos.

Pero, por ejemplo, se veía cómo en la Transición política hubo cosas que la política no llenaba, como era el caso de la necesidad de los ritos de paso, que lo llenaron las cofradías. Todos necesitamos ritos de paso. ¿Qué pasó? Pues que en ese momento estaban las drogas y una vuelta a los motivos tradicionales que hacen que un joven aprenda a vivir en sociedad y en grupo. Tus mayores te entrenan. Fueron aspectos muy interesantes, en los que aprendí muchísimo.

Me va a perdonar. He sido yo quien la he cortado y la he llevado luego un tiempo por esos estudios. Pero le había preguntado cómo había llegado usted al mundo musulmán?

Cierto. Te contaba todo esto porque cerramos la empresa en 1991, porque nos arruinamos, ya que estos estudios no los tocaba nadie. Te daban un dinero pero eso no cubría ni para empezar y luego la Junta pagaba tarde, mal y nunca en ese momento. Fue una de las quiebras que yo he tenido a lo largo de mi vida profesional. A partir de ahí tuve dos ofertas: Ser gerente 'B' de la Orquesta de Córdoba, que era la época en que arrancaba, y otra fue el Palacio de congresos. Ayudé a organizar el Congreso de Etnobotánica, que lo cogió Concorde, que era la empresa que en ese momento era mas líder organizando congresos, y me decanté por los congresos. Lo de ser gerente 'B' de la Orquesta no lo veía claro.

Nunca había organizado un congreso. Me comí el de Etnobotánica, que fue la gran actividad de Córdoba en el 92 y la inauguración del Museo de Etnobotánica. Era una ciencia nueva y para mí fue un reto muy atractivo y mientras que estábamos con la organización yo ayudé a Concorde y a la empresa que fue adjudicataria del Palacio de Congresos. Cuando esto terminó, me ofrecieron dirigir el Palacio y fui su directora tres años. Y ahí llegamos a mi acercamiento al mundo musulmán.

Un amigo mío, que es Hashim Cabrera, que es artista contemporáneo, me dijo que estaba haciendo una reflexión sobre islam y arte contemporáneo y planteó una propuesta para hacer un taller, un seminario y una exposición y le pedí que me la mandara.

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿Para el Palacio de Congresos?

Sí. Y ahí fue cuando conocí a Junta Islámica. Conocí a Mansur Escudero, que en paz descanse, y conocí al grupo y fue cuando me abrió los ojos a un mundo que había estado oculto y que, sin embargo, me dio muchas claves de por qué me gustaba Córdoba. Entendí cosas de Córdoba a raíz de esos nuevos musulmanes, conversos, con una visión de recuperar el pasado andalusí, que para mí era tres páginas en el libro de Historia. Los árabes que vinieron y se expulsaron por malos y cosas así. Eso despertó en mi personalidad la necesidad de saberlo todo.

Pero algo tendría dentro, si no, no hubiera despertado como ha dicho.

Claro. Despierta porque estaba. Yo llevaba mucho tiempo trabajando en mis inquietudes espirituales, por decirlo de alguna manera, sin una confesión concreta, pero con una visión muy profunda de la vida, de la espiritualidad, de que los seres humanos somos seres trascendentes. Da igual lo que le pongas por delante; yo considero que todos somos seres trascendentes, porque lo primero es el hecho de que vas a morir y eso te obliga a una reflexión muy importante sobre qué haces en la vida cuando sabes que vas a tener un final. Si las nuevas generaciones dicen que ya no te vas a morir pues tendrán que hacer otra reflexión, pero la nuestra claramente era ésa.

Hubo ahí un gancho. Primero, porque había una inquietud. Segundo, porque, de cara a la Junta Islámica, se acababa de firmar en ese momento con el presidente del Gobierno, Felipe González, el acuerdo de cooperación, la Ley 26/92, que igualaba derechos para judíos, evangélicos y musulmanes en España, con 14 artículos. Para que España pueda evolucionar hacia un país de verdad, con normalidad democrática, esto era importante. El nacional-catolicismo no podía seguir perviviendo in aeternum, y la diversidad religiosa para mí fue un elemento que siempre valoré que era importante en este país, y ése fue otro motivo que a mí me llevó por mis propias inquietudes sociales y no sólo las espirituales.

Si tuviera que explicar con palabras sencillas qué es la Junta Islámica, qué diría.

Es simplemente una agrupación de personas que en la Transición democrática descubrieron que había un pasado con un legado espiritual muy importante vinculado al islam, que se hacen musulmanas en una aventura muy complicada, sobre todo a nivel identitario, porque si no tienes referentes ¿dónde miras? ¿A Marruecos? ¿A los países Árabes?

Para mucha gente fue muy complicado, porque al final acabas repitiendo estereotipos que a lo mejor no tienen nada que ver con los tuyos. Y luego es que hay un islam cultural. Realmente, creo que lo que más se está viviendo en el mundo es un islam culturizado, no es un islam espiritual.

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Diferéncieme ambos, por favor.

Mira, te pongo un ejemplo que puede resultar un tanto burdo: Una persona marroquí considera que el islam dentro de su práctica islámica, además de las cinco oraciones o lo que marque el estándar, resulta que el cuscús forma parte de su práctica espiritual. Y si llega la Fiesta del Cordero, además de matar un cordero, hay que hacer un cuscús, porque si no lo haces no es el islam.

¿Es un ejemplo en serio?

Lo digo muy en serio. A eso le llamo yo el islam cultural. Hay una impregnación tan grande de los hábitos culturales mezclados con la práctica religiosa que en un momento dado la gente no sabe discernir dónde llega la cultura y dónde está la parte religiosa.

¿Eso es negativo?

Yo creo que para los migrados es muy complicado, y para los conversos de esos años, también. Porque, al final, había una confusión entre cuál es mi tradición cultural, que está mezclada con la espiritual, y que considero que ésa es la única que vale. Eso, al final, en una multiculturalidad como la que se vive en nuestro país en este momento, ha generado cosas raras, por decirlo de una manera llana.

Eso con respecto al mundo islámico, pero ¿cómo aterriza usted en el mundo halal?

El mundo halal viene, precisamente, de la firma del acuerdo de cooperación en su artículo 14 de la Ley 26/92. En ese artículo dice que las personas musulmanas en España tenemos derecho a alimentos y servicios halal en todos los espacios públicos.

Pero por esa época en España no habría nada halal.

No había nada. Había tres mezquitas que certificaban carne. Yo lo que hice fue ponerme a mirar lo que había en el mundo y comprobamos que en Malasia, que era el país más evolucionado en todo esto, lo que tenían eran como marcas de calidad. Y vi que para que esa Ley nuestra se cumpliera había que realizar procedimientos de certificación de calidad halal.

¿Malasia era lo más en ese sentido?

Malasia era nuestra inspiración.

¿Y el resto del mundo musulmán?

A ver, los Países Árabes han llegado a esto 'anteayer'. Arabia Saudí tiene norma halal hace seis o siete años.

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¿Eso cómo se come?

Porque son países que pienso que históricamente consideraban que como soy un país musulmán todo lo que hay en mi país es halal. Lo que ocurre es que con la revolución tecnológica de los alimentos en el Siglo XX llega un momento en que se dan cuenta de que esto no es así. Tú puedes estar comprando un producto que viene de China o que viene de Alemania o de cualquier sitio, en el que hay un montón de ingredientes que no sabes lo que tienen. No es sólo el filete del animal que has matado y es halal; no. Es que ya hay una diversidad de productos que requieren un procedimiento de certificación, de verificación de la calidad halal.

¿Por qué tiene que ser todo halal? ¿No depende de uno considerar que algo es bueno o positivo más que el mero hecho de que lo sea físicamente?

La responsabilidad en el islam es de uno mismo. Siempre. Pero te vuelvo a decir los mismo: Cuando hay una tecnología alimentaria del grado que hay tú dices que te vas a comer un helado, pero es que ese helado tiene gelatina de cerdo. Lo que es halal viene determinado claramente en el Corán: Come de esto y esto evítalo y no lo comas, porque no es bueno y te va a perjudicar. Ahí no hay más reflexión; o te lo crees o no te lo crees. Por tanto, el tema de fondo es cómo verificas que eso es lo que es. Tan sencillo como eso.

Un aceite de oliva virgen extra, por ejemplo, necesita una certificación halal para verificar que eso es sólo y exclusivamente aceite de oliva virgen extra. Sin añadidos de ningún tipo. Ningún componente que lo pueda convertir en haram, lo contrario de halal. Es, por ejemplo, una grasa o una gelatina, un colorante, una especia, un potenciado del sabor, un espesante...

¿Entonces, lo artificial es haram?

No todo lo artificial. No, no. Lo que ocurre es que hay cosas que ya están en los productos elaborados en el momento en que hay una manipulación. Por ejemplo, una patata hervida en un bote, si ya está así tiene un elemento para conservarse, un ácido láctico, por ejemplo, y eso necesita una verificación.

¿Entonces hay países árabes que llevan poco tiempo con una certificación halal?

Muy pocos años. Lo de los seis años de Arabia Saudí es cierto. Por poner una fecha sin temor a equivocarnos es una década, máximo. Los primeros que comenzaron con esto fueron Emiratos. Se empezaron a plantear que las personas del Sudeste Asiático, que eran Malasia e Indonesia, llevaban tiempo dedicándose a ello y empezaron a hacerlo también ellos.

¿Y en el Sudeste Asiático cómo llegaron a la conclusión de certificar lo halal?

Por la propia dinámica del mercado halal mundial. Ellos son al 85% dependientes en alimentos. Si tienes que estar comprando al mundo entero para mantener a tu población y tienes que demostrar a los tuyos que lo que estás poniendo en el mercado es halal, eso les ha obligado a ellos a poner en marcha sus propias normas.

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¿Cuánto tiempo llevan a en Malasia con certificación halal?

Llevan 25 o 30 años.

¡Ah!, pues no es tanto tiempo.

O más. Hay que tener en cuenta que esto se desarrolla conforme se desarrolla la industria alimentaria.

Pero es que las latas de conserva llevan funcionando desde antes de la Primera Guerra Mundial...

Sí. Pero no había la sensibilidad para entender estas cuestiones. Ni se tenía tampoco el conocimiento para comprender lo que estaba pasando.

Tenemos en Córdoba el Instituto Halal, y eso me da pie a preguntar en qué situación está España en esa materia. Me refiero a que ustedes se dieron cuenta de las necesidades que había con cierta prontitud.

Yo lo vi al leer el acuerdo de cooperación y empecé a informarme. Me di cuenta de que hacía falta poner en marcha un mecanismo que garantizara que lo que la gente compra en un supermercado o en un punto de venta halal es realmente halal. Había yogures sin refrigeración, pero éstos llevan gelatina sí o sí, y se vendían sin certificar. Las chuches de los niños también se vendían sin una reflexión al respecto. Para hacernos una idea, a día de hoy hay mucha gente que no ha pasado del plano de la carne, pero es que eso es sólo la base de la pirámide. Está todo lo demás y hay que certificarlo. Hubo que hacer un gran trabajo de información, sensibilización y pedagogía, tanto de cara a los consumidores como a los productores.

Especialmente a los productores, porque es su lucha desde hace años.

Muchos años.

Ustedes les llevan diciendo que hay un mercado potencial de millones de consumidores y no terminan de verlo.

¿Tú sabes cuándo lo han empezado a ver? En la crisis de 2008-2009. Cuando tus mercados convencionales no te compraban empezaron a descubrir que había otros que eran más estables. Ahí es cuando realmente nosotros vivimos un despegue de la certificación.

Se abrió la mente, pero ¿ha despegado del todo? Es que da la sensación de que no termina de cuajar.

Porque hay problemas. Muchas empresas se han certificado, están un año y al año siguiente se dan de baja. La gente cuando se certifica halal no esta pensando en el mercado nacional; piensa en la exportación. Pero para exportar se requieren de unos requisitos: Tener un departamento de exportación interno que le haga las cosas como Dios manda. Y hay mucha gente que no puede soportar tener una estructura y un departamento de internacionalización, a no ser que sea una empresa con unas cifras interesantes.

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En halal ocurre que la mayoría de las producciones está en manos de las pymes o micropymes. Todavía no hay desarrollado en España ese concepto. Hay que reconocer que el mercado español es ya muy importante, porque hay ya cerca de 3 millones de consumidores musulmanes, pero no hay anuncio una cadena de distribución, no hay una cadena de puntos de venta desarrollada como puede haber en Alemania o en Francia. Los lineales de los supermercados convencionales no tienen resuelto del todo sus zonas halal. Ceuta y Melilla sí lo tienen, por supuesto, y son el éxito rotundo de Mercadona allí, pero todo eso todavía está despegando.

¿La certificación halal fue antes en España que en el resto de Europa?

No. Alemania lleva con emigración turca desde hace muchos años.

Sí, pero es lo usted apuntó antes: Una cosa es que uno tenga población y otra bien diferente es la sensibilidad hacia la certificación.

Sí, pero yo creo que hubo un nivel de sensibilización, incluso institucional, en estos países desde pronto. La clave es que lo vieron como un fenómeno económico. En España eso es, quizá, lo que ha tardado más tiempo: Verlo como un fenómeno económico. Honestamente, lo que hemos hecho es abrir un nuevo mercado para las empresas españolas. Es un nuevo mercado que está todavía incipiente, aunque ya hay una cierta implantación.

Hay todavía mucho que hacer. Nosotros hemos intentado desarrollar iniciativas que ayudaran a las empresas. Por ejemplo, creamos el Cluster Halal Córdoba, que ahora mismo estamos viendo a ver si lo podemos reactivar. Las empresas necesitan  ayuda y las entidades de certificación -que ya no estamos solos en el mercado y hay ya tres más en España-, también. ¿Sabes cuánto cuesta una acreditación? Por ejemplo, la de Emiratos no baja de 45.000 o 50.000 euros anuales. ¿Como haces para repercutir eso? Porque si no puedes encarecer, qué hacemos. Conforme se ha desarrollado la normalización no hay todavía una estandarización mundial que armonice norma, y cada uno tiene la suya propia.

Eso significa que una empresa si quiere certificar y aportar a Malasia o Indonesia y Emiratos tiene que pasar tres normas de acreditación. Eso es una locura. Lo es para las empresas y para la propia entidad de certificación, que es la que tiene que pasar las acreditaciones internacionales.

Las del Sudeste Asiático son más baratas, pero las del Golfo son tremendas. Arabia Saudí, Emiratos Árabes, precisamente los últimos que han llegado a esto, se han puesto por las nubes.

Pero yo creí que para eso mantienen convenciones y congresos a nivel mundial. Para empezar a poner en común normativas y unificar.

Eso está ahí, pero no es tan rápido. Los que han llegado más recientemente todavía se creen que esto es un elemento de desarrollo económico. Hablo de la certificación, no del mercado, que por supuesto lo es. Cuando aquí hablamos con ENAC, que es la entidad nacional de acreditación, todos sabemos que a este proceso que está habiendo en este momento le quedan mínimo de ocho a 10 años para estar armonizado. No puedes someter a una empresa a un montón de procedimientos de certificación, porque llega un momento en que la empresa se espanta ante tantas auditorías seguidas.

En segundo lugar, no tenemos ayudas, ni las empresas ni nosotros como certificación para pasar los procedimientos de acreditación. Entonces, ¿sobre qué soporto yo los costes de acreditación?

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿La Administración no se ha dado cuenta todavía del potencial que tiene esto?

Yo ya se lo he contado al presidente del Gobierno, al ministro de Agricultura, a la ministra de Industria... Y sigo. Hace poco con Luis Planas en el Palacio de Congresos se lo volví a señalar.

¿Qué respuesta le dan? Porque algo dirán, ¿no?

Me parece que todavía lo siguen considerando emergente y siguen considerando que todavía no tienen las cifras económicas suficientes como para empezar a prestarle atención y señalar que hay que marcar una línea. Creo que ése es el motivo. Pero nosotros no desfallecemos y lo vamos a seguir intentando. De hecho, lo estamos intentando ahora con la Junta de Andalucía y lo vamos a seguir intentando con el ICEX. Lo mismo que se paga y se ayuda desde las administraciones al mueble, que es una industria muy potente en España, a pasar la acreditación de las empresas, necesitaríamos lo mismo. Aquí todavía estamos solos.

Hablamos de tres millones de consumidores musulmanes en España. No me parece una cifra baladí.

Pues no es suficiente. Lo que ya está empezando a pesar mucho, que estamos ya en 4.000 o 5.000 millones de euros, son las exportaciones halal. Pero si las comparas con lo que reportan los azulejos está muy por detrás.

Es comprensible. Pero lo que no se puede hacer es tratar un mercado nuevo como si fuera algo de toda la vida. La Administración debería adaptarse a cada novedad que fuera surgiendo.

Por eso te estoy diciendo que creamos el cluster. Porque consideramos que es importante que la agrupación de las empresas que están involucradas en halal sean las que lideren esa reivindicación y ayuden también a las pymes. Si en solitario no puedes tener un departamento de exportación a lo mejor el cluster sí puede ayudar a ir a algunas de las ferias halal mundiales, que son cada vez más, y ofrecer una plataforma para que esas empresas puedan estar representadas en esas ferias sin que tenga que pagar una persona un hotel, ir a Malasia y estar allí una semana, que es un dineral y a lo mejor, su producto, hoy por hoy, todavía no justifica esa inversión. Pero si acudes en un paquete, como hace el ICEX, ya sí. Ese cluster necesita tener apoyos y ayudas.

Con el ICEX quizá haría falta algo concreto y especializado en halal, y no sólo que una empresa halal acompañara a otras empresas genéricas a un lugar del mundo a mostrarse.

En ello estamos, precisamente.

¿Cuántas empresas agrupa el cluster?

No sé. Te puedo decir que certificadas por nosotros tendremos unas 600 en España.

Isabel Romero posa para Córdoba Hoy FOTO JM AYALA
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¿Y cuando dieron sus primeros pasos?

Empezamos con 15 o 20, que sobre todo eran mataderos y certificados por mezquitas, que acudía el imán y el hombre hacía lo que podía.

No está nada mal. De 20 a 600 hay un buen salto.

La verdad es que sí, pero podrían ser muchas más. Es que por la certificación han pasado ya 2.000 empresas, pero es lo que te comenté antes: Muchas no pueden aguantar y lo dejan al cabo de un año. A las grandes empresas no tienes que contarles nada. Gallina Blanca o Nestlé saben perfectamente qué mercado hay. En México, que ya estamos allí trabajando, tenemos seis plantas de Nestlé certificadas.

Lo estamos viviendo mucho en Latinoamérica porque, claro, se proveían de las entidades de Norteamérica, que son carísimas, y nosotros hemos irrumpido en el mercado con unos precios más razonables y más asequibles. Además de México, estamos en Cuba (con siete u ocho industrias grandes certificadas), Guatemala, República Dominicana, en Colombia...

¿En América el Sur hay mucho musulmán?

No. Lo que pasa es que son grandes emisores de materia prima. Tienen la exportación en su sangre. Exportan a África, que es un mercado muy fuerte y muy importante y que aquí lo tenemos despreciado, como muchos otros mercados del mundo. El Norte de África, el África Subsahariana, el Cuerno de África, es musulmana. Las empresas de América Latina están exportando a ese mercado. Están llegando a África y nosotros, no todo lo bien que deberíamos. Y, además, hay ayudas gubernamentales para esto en América Latina. Han evolucionado y se han dado cuenta que hay que ayudar a las empresas a dar este salto.

¿Y eso el Gobierno español no lo ve?

Nosotros elaboramos cada dos años un informe, llamado España halal en cifras, y se lo pasamos a todos los organismos correspondientes y a la prensa. El último lo elaboramos en Madrid y los presentamos en Casa Asia, no en Casa Árabe, porque lo de Casa Árabe está complicadillo. No se trata de poner piedras en el camino, pero sí que están en otras cuestiones. Casa Asia está mucho en el business, además de la cultura y la promoción; tienen una visión mucho más orientada al negocio. Es que Asia es un potencial de un calibre brutal en esta materia, y hay que reconocer que los países árabes son una pequeña parte, incluso poblacionalmente hablando, del mundo musulmán. Creo que todo el mundo árabe tiene más o menos la misma población que Indonesia. Y Pakistán esta a punto de pillar a Indonesia en población.

Y a pesar de todas las dificultades, ¿sigue usted sin desfallecer? ¿Sigue animada?

A ver. Este año, en abril, he dejado la Dirección General del Instituto Halal. ¿Por qué? Porque hay ya un equipo muy consolidado. Somos más de 40 personas, entre auditores y supervisores. El staff tiene una trayectoria y una cualificación y yo ya quiero dedicarme otras cosas. No voy a dejar a mi hijo nunca; es una criatura que he ayudado a hacer con mucha gente. Pero si hay un equipo humano que tiene ya la experiencia, la capacidad y trabaja muy bien, yo puedo dejar la Dirección General. Ahora voy a cumplir 66 años. Creamos una Fundación hace dos años y me apetecen otras cuestiones. Sigo siendo miembro de la empresa, sigo participando en el comité de dirección, pero lo responsabilidad del día a día en realidad hacía tiempo que no la tenía yo. Hay que dar paso a la gente joven. Ahora mismo el director general es Muhammad Escudero, y hay un equipo estupendo que lo esta haciendo genial: Hilene Galán, el equipo de auditores... Todos.

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¿Y entonces usted qué quiere hacer?

Sigo como presidenta de Junta Islámica, que es un referente en este país desde el punto de vista religioso, y tenemos una visión del islam español en la que vamos a seguir trabajando y profundizando. Un poco en ese camino de lo cultural y lo religioso que hablamos al principio de esta conversación. Tenemos una responsabilidad en el sentido de que ha habido mil intentos de tutelar el islam español desde distintos países, especialmente países árabes y del Norte de África. Nosotros no necesitamos esa tutela como musulmanes españoles. Tenemos una visión propia, con una trayectoria histórica importantísima: Filósofos y científicos del mundo andalusí, que han desarrollado trabajos en espiritualidad islámica super importantes. Nosotros no necesitamos otros referentes, tenemos los nuestros propios. Por eso seguimos publicando y trabajando en esa idea de la identidad propia.

El islam es uno y es mundial, pero con muchas identidades.

¿Otros países, como Francia y Alemania, sí han sido tutelados?

No sólo han sido tutelados, sino que allí se han firmado acuerdos que luego han sido fracasos estrepitosos. Por ejemplo, Francia firmó con Marruecos y al final eso no funcionó. Hay que ser conscientes de que el islam se mueve en realidades que son políticas, ideológicas, culturales, sociales... De todo tipo. El islam en cualquier país del mundo es así. Te vas a Kazajistán y allí el islam se vive con arreglo a esa realidad que tienen propia. Lo mismo en Bosnia. Por tanto, tú no puedes exportar un modelo, por muy bien que a ti te pueda ir en tu país. No estaría ajustado a la realidad de otros países.

¿Después de esos fracasos que usted ha comentado en Francia no se les ha abierto los ojos en esos países?

Confío en que sí.

¿Ocurrió hace poco?

Bastante poco. Hace unos meses el Gobierno francés destituyó a todo el Consejo Musulmán de Francia. Dijo "no me valéis como interlocutores y vais eligiendo a otros o yo elegiré a los que me parezca con los que me tengo que tratar". Y Bélgica, igual.

¿Han contactado con ustedes para ver cómo funcionan aquí las cosas?

Lo que pasa es que en España el organismo que coordina con el Estado, la Comisión Islámica, que agrupa a las distintas federaciones, durante muchos años ha estado liderado por los sirios que vinieron a España en las décadas de los 60' y 70' del siglo pasado a estudiar aquí y que tampoco han acabado de resolver este asunto. De hecho, no se ha desarrollado en 30 años el famoso acuerdo de cooperación como se debería haber desarrollado.

Me está diciendo que queda un montón por hacer en esa materia.

¡Uf! No te puedes hacer una idea. Por eso yo he dicho que no es que me jubile, sino que voy a cambiar de actividad (se ríe). Creamos la Fundación, que no es religiosa, sino que es educativa y cultural, que trabaja con dos patas importantes: Una que vamos a lanzar ya, y es un máster propio con la Universidad de Zaragoza para gestión de la diversidad en general y de la diversidad religiosa en España. Ese curso va a servir para formar a los profesores que luego van a ir a los colegios y los institutos para impartir religión islámica en los colegios. Luego vamos a organizar pequeños cursos monográficos de difusión y de conocimiento en general.

Por otro lado, hemos creado, dentro de la Fundación, un Instituto de Patrimonio Islámico Europeo. ¿Por qué europeo? Porque estamos en una red europea de judíos y musulmanes, llamada Ulemas, que van a hacer en octubre su conferencia anual en Córdoba. El que fue presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, que murió hace un año, nos dijo: "O somos capaces de incorporar la identidad musulmana islámica dentro de la identidad europea, o vamos a tener muy serios problemas en el futuro". Le respondimos que se iba a hablar de patrimonio islámico europeo, porque lo hay. Lo hay antiguo y también contemporáneo. Con mezquitas en muchos países, con 300 y 400 años. Y hay trayectorias de identidades marcadas: La M-30 de Madrid es patrimonio islámico europeo, sin ir más lejos.

Además del patrimonio que tenemos en España y Portugal y en el Sur de Italia (en Sicilia) procedente de lo andalusí. Por tanto hemos creado e impulsado una red de medinas andalusíes con el objetivo de promover el turismo muslim-friendly y recuperar patrimonio. Agrupamos y asociamos a ciudades y pueblos para ayudar a poner en valor su patrimonio islámico y transformarlo en un atractivo que permita que la gente que venga, que es mucha, desde los países musulmanes vean algo más allá de la Alhambra, la Mezquita y la Giralda, que también.

Tienen que ver que hay un gran patrimonio en la Península Ibérica y que seamos capaces de transformarlo en un valor positivo, que fije población, que genere desarrollo económico. Dentro de esa red de medinas hay una doble vertiente: Una que es el Culinary Lab, un laboratorio de alta cocina andalusí, con Paco Morales, de Noor, y otra referente a Artes y Artesanías, pero en su sentido más amplio: Desde acequias, cultivos, agricultura, artesanía... Un concepto amplio de lo que es ese legado para transformarlo en valor y que podría servir para que mucha gente también tuviera una manera de ganarse la vida.

No me parece nada sencillo eso que me está contando.

No. Por eso me he tenido que jubilar de algo para poder dedicarme a otra cosa.

¿Por cierto, Paco Morales tiene cocina halal?

No.

¿Y no se lo han comentado?

Sí, claro.

¿No le interesa?

Sí, se ha interesado varias veces. Lo que pasa es que estará en otro momento. Pienso que las cosas no tienen que llegar forzadas. Estamos colaborando con él en esa idea del laboratorio de alta cocina andalusí. Creo que hay un error en nuestro país, y también a nivel internacional, de considerar los andalusí como sólo lo islámico. Lo andalusí era todo, era la sociedad, y en ella había cristianos, judíos, musulmanes y ateos, como en todas partes. Lo andalusí es todo lo que agrupa una cultura y una civilización. Desde esa perspectiva es en la que estamos trabajando.

Volviendo al mundo halal, ¿Qué novedades tienen en mente?

Estamos reactivando el cluster, que es una herramienta muy necesaria. Para ello estamos manteniendo contactos, sobre todo con el Gobierno andaluz. Nos hemos quedado en un impás a nivel de Gobierno nacional y ahí no hemos avanzado. La idea es de verdad desarrollar esta herramienta y que dé ayuda y soporte a las empresas que no son sólo andaluzas. Hay empresas que en su día se constituyeron con firmas argelinas y la idea es que acabe siendo un cluster europeo, porque no hay ninguno en Europa de estas características.

Por ahora, ¿qué dice la Junta?

Le interesa mucho y quiere. Pero hay que ir dando los pasos pertinentes. Han hecho reestructuración de lo que era Extenda. Ahora ha vuelto a cambiar, por ejemplo, la dirección de la Fundación dación Tres Culturas. Se trata un poco de conectar las herramientas que ya existen en distintos ámbitos para favorecer un mercado internacional y nacional, que podría tener muchísima más trayectoria. Empezaría en Andalucía, pero la idea es impregnar al resto de comunidades.

Sigue habiendo un déficit en la distribución, que también lo ha mencionado.

Hay muy poca. Eso tiene que hacerlo la iniciativa privada. Está fuera de nuestra competencia. Nosotros como Insituto Halal somos una entidad de verificación de la calidad. Ni siquiera estamos involucrados en el mercado. Hemos hecho más cosas, porque nos dábamos cuenta del potencial y que estaba ahí frenado, pero realmente eso corresponde a la iniciativa privada, que vea que, en efecto, hay un camino y hay una nueva generación. De esos casi 3 millones de musulmanes que hay, más del 50% son jóvenes y ya con nacionalidad o nacidos en España y son ciudadanos de pleno derecho a todos los efectos que está demandando ya nuevas cuestiones.

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