CARLOS ARAGÓN, AUTOR DE CARNAVAL, POESÍA Y ENSAYO

"Reconozco que he compuesto repertorios que no comprendo ni yo"

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photo_camera Juan Carlos Aragón estará hoy en la Cosmopoética más dedicada a Italia por méritos propios

"Un tesoro che arriva di Cadiz" para "tu anima al cantare" con "mia serena comparsa". Alguien capaz de crear una lengua italiana construida con el habla de Cádiz no podía faltar a una edición de Cosmopoética donde el lema ha sido "Città delle passioni". Juan Carlos Aragón (Cádiz, 1967) ha puesto el toque más italiano a toda la programación del festival que hoy culmina pues en su actuación del pasado viernes no pudo faltar la presentación de su comparsa 'La Sereníssima', una agrupación para la que tras una ardua labor de documentación lingüística, fue capaz de inventarse un idioma con el que compuso todo un repertorio entero sin perder un ápice de su impronta crítica, mística y ese estilo 'juancarlesco' que tantas pasiones levanta en su legión de fieles seguidores.

Sin embargo, detrás de la faceta de autor de Carnaval, este profesor de Filosofía ha escrito dos libros de poesía, 'La Risa que me escondes' (Ediciones de la Isla de Siltola, 2010) y 'Los últimos versos del Capitán Veneno' (2015) y tres ensayos, 'El Carnaval sin nombres' (2012), 'El Carnaval sin apellidos' (2009) y 'El Pasodoble interminable' (2017). Juan Carlos Aragón rara vez está exento de polémica por ser 'políticamente incorrecto', pero es que el Carnaval para él "o es políticamente incorrecto o no es Carnaval".

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A sus espaldas lleva casi medio centenar de agrupaciones, grupos míticos con repertorios conocidos desde la presentación hasta el popurrí por los aficionados al Carnaval; 'Los tintos de verano', 'Los Yesterday' o 'Las ruinas romanas' en chirigotas y comparsas históricas como 'Los Ángeles Caídos', 'Araka la kana', 'Los Condenaos'. Desde 1983 y con años de triplete como en 2006 y 2011. 

Antes de su esperadísimo regreso en chirigota con 'El Chele Vara' y su comparsa del año que viene, 'La Gaditaníssima', Juan Carlos Aragón ha reflexionado sobre el Carnaval como género, al menos, con intención poética, pues comparte con la poesía la sublimación de emociones, la temática al amor, a la belleza y en su caso, "a lo que me da la gana". Porque él huye del "Carnaval de laboratorio", diseñado para provocar determinadas emociones en un público concreto.

"El Carnaval si no es políticamente incorrecto no es Carnaval, porque traiciona sus principios fundacionales"

Un público que él respeta, pero de cuyo fanatismo huye, porque para él la poesía y el Carnaval son la sublimación de la experiencia vital del poeta, en su caso, con "onanismos sobre la teología" incluidos, "siempre desde un punto de vista ateo", recalca en la entrevista por si aún no habíamos procesado 'Los Ángeles Caídos', una de sus agrupaciones que, por cierto, ha confesado que, después de los años, "no entiendo ni yo", pero que desde que se abre el telón mantienen en vilo a los aficionados, "esa es la magia del Carnaval".

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Como tampoco se entiende bien si la entrevista que concedió a este medio mientras conducía camino a Córdoba va de poesía o de Carnaval. O de lo carnavalesco de los géneros literarios y lo poético de una manifestación artística nacida de la cultura popular, con mucho de 'quejío' flamenco, pero también de la idiosincrasia convertida en arte de un pueblo marinero con tres mil años de historia. "Como si la vida fuera Carnaval", acabó Juan Carlos Aragón la última cuartera de 'Los Mafiosos'.

Mario Benedetti podría haber sido un gran comparsista y Francisco de Quevedo podría haber sido un gran chirigotero 

Cosmopoética abre la literatura a distintas manifestaciones artísticas y, por segunda vez, incluye el Carnaval de Cádiz. Si lo consideramos un subgénero de la poesía lírica ¿se ha sentido alguna vez como 'un poeta maldito' por algunas polémicas surgidas en sus comparsas o porque el público no ha interpretado las letras como usted las escribió?

Hay dos tipos de maldiciones, la poética que te sobreviene cuando haces textos que la gente no recibe con mucho gusto porque no se lo espera, una poesía paranoica, que a veces se acepta o que al público no le gusta y te tachan un poco de colgado. 

Luego está la maldición social, que es la que generan las polémicas por no ser políticamente correcto y es que yo creo que el Carnaval si no es políticamente incorrecto no es Carnaval, porque traiciona sus principios fundacionales. He lamentado el sambenito de polémico cuando debería ser la norma serlo. 

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El Carnaval de Cádiz cuenta con ya con aficionados más allá de los propios gaditanos y casi se puede considerar un género musical, aunque más como canción de autor, como en su caso, con legiones de seguidores que alcanzan el fanatismo.

El Carnaval es una cuestión de autores, porque son los que generan el contenido. Un grupo va a llegar más o menos lejos en función de la impronta de las composiciones. Cantar bien, canta mucha gente y muchos grupos en Cádiz, pero llegan más o menos dependiendo de con quién canten. 

Con respecto al fanatismo, las pasiones se desbordan en torno a las obras y grupos de determinados autores a lo largo de la historia. El fanatismo está presente en el Carnaval como lo está en el fútbol y nunca le he visto sentido. Siempre he intentado huir incluso del que genera mi propia agrupación, porque los fanáticos son ciegos y es algo muy peligroso, porque es algo que se vuelve en contra. Lo que pasa que es cierto que en la mayoría de los casos, se genera sin querer.

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Sus repertorios, para bien o para mal, siempre remueven sentimientos. ¿Qué factores intervienen en el proceso creativo? 

Hay mucho de trabajo en el ordenador, sobre todo en el pulido. Pero, evidentemente, si las musas no están ahí, si no estás receptivo a ellas, por la circunstancia personal o por lo que sea, tu creación no emociona. Eso es lo que envuelve al Carnaval de magia, aunque cada uno tiene su método. 

Conozco a autores que trabajan poco, pero lo poco que trabajan lo hacen con una brillantez increíble y en cambio hay autores que trabajan muchísimo, pero que no manifiestan un talento importante, no llegan a emocionar.

Cada vez más, parece que hay repertorios diseñados o para el concurso, o para provocar el sentimiento esperado en determinados sectores de público. ¿Hasta qué punto la presión por lo que hoy en día es el Carnaval de Cádiz influye a la hora de desarrollar la idea?

Presión hay muchísima, pero en mi caso, la presión está en enamorarme de lo que escribo y en lo que creo. El recibimiento por parte del público es ajeno a tu control. Siempre he sido partidario de que al público le va a gusta si te gusta a ti, si estás convencido. La primera referencia que tengo por delante a la hora de crear es mi propio gusto, mi propia voluntad para que sea puro y llegue y emocione de forma directa, natural y espontánea.

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Si lo prefabricas todo y lo programas pensando cómo provocar determinado efecto en este tipo de público, para mí pierde mucho encanto y para el público creo que ya cada vez más también. La corriente de 'Carnaval de laboratorio' está empezando a quemarse, porque el público no es tonto y se da cuenta de cuándo los regalos vienen magníficamente envueltos, aunque el contenido no es tanto como el envoltorio. 

Y creo que ésa es la mayor decepción del autor, si lo hago pensando en cómo agradar y el público no responde, por eso, si lo haces según tu voluntad al menos te quedas con la satisfacción de haber hecho lo que te gusta.

"El verbo 'comprender' no es operativo donde esté presente la intención poética, y en el Carnaval hay repertorios que la tienen"

Sin embargo, al igual que pasa con algunas corrientes poéticas, hay algunos repertorios no sólo suyos. A Martínez Ares le ha ocurrido este año también, que, o bien porque se eleva demasiado poéticamente el lenguaje o porque se intentan transmitir conceptos demasiado complejos, filosóficos, que la primera impresión del público es que no lo ha comprendido.

Soy un defensor tanto del capricho delirante del poeta como de la poesía popular. Pero te digo que el verbo 'comprender' no es operativo donde esté presente la intención poética, y en el Carnaval hay repertorios que la tienen. Las manifestaciones artísticas tan complejas como el carnaval -letras, música original, artes escénicas- son puras y desinteresadas y están ahí para quien tenga la sensibilidad suficiente para emocionarse con ellas. 

Lo que está detrás del 'no lo he entendido, no lo he comprendido' es 'no me ha llegado, no me ha trasmitido nada' y eso es muy lícito, no se puede culpar al público cuando una agrupación no gusta, pero tampoco vamos a generar 'Carnaval de laboratorio' ni 'literatura de laboratorio'. Yo nunca culpo al público de nada, pero creo que los autores deben expresar lo que sienten y de la manera que quieran. 

Aunque en su caso hay repertorios como el popurrí de 'Los Príncipes', donde la complejidad dificulta la comprensión de la idea.

Yo reconozco que he ofrecido muchas cosas que no entiendo ni yo. Pero, sin embargo, en muchas ocasiones el público ha flipado con mis onanismos intelectuales sobre, por ejemplo, la teología mística de un modo ateo, como el caso de 'Los Ángeles Caídos', un repertorio que he escuchado años después y que sigo sin entender, pero que tenía una carga sugestiva y emotiva muy fuerte y eso es algo que ni se comprende ni se entiende como si se tratara de una ecuación que se resuelve.

Sin embargo, me quedo con la inexplicable sensación que trasmitió un amigo precisamente con el repertorio de Los Ángeles Caídos, "no me he enterado de nada pero me ha emocionado hasta el punteado".

"El público ha flipado con mis onanismo intelectuales sobre la teología mística de un modo ateo, como el caso de 'Los Ángeles Caídos'"

La misma impresión puede generar la poesía, género literario menos consumido, porque quizá no siempre es fácil de entender. ¿Habría que democratizar un poco el Carnaval o la poesía?

También creo que con la poesía, lo que ocurre es que la gente se equivoca en el punto de partida, porque es un género en el que hay que dejarse llevar, no leerlo como si de una novela se tratara.

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Personalmente, siempre he estado enamorado de la intención poética de las letras tradicionales del flamenco. Me sorprendía la capacidad de síntesis y agilidad de los escritores de letras de flamenco para expresar de una forma tan sencilla un contenido tan denso y profundo como el dolor, el desamor, la pérdida. Por eso, en poesía soy partidario de que menos es más, cuanto más sencilla sea la forma, mejor. Economía del lenguaje aplicado en lo poética.

Una sencillez con la que también nace la comparsa. Paco Alba le cantó muchísimo precisamente a la máxima de la poesía, a la belleza, materializada en el amor a Cádiz, a la mujer gaditana. Las temáticas poco a poco se han ido haciendo más complejas, crítica social, dramas, desesperanza...

Pero el Carnaval como manifestación popular y literaria admite todos los palos, el canto al amor, a la gente, a lo trascendente. La comparsa surgió como una evolución refinada de la típica chirigota de la Cádiz. Paco Alba la separó del canon clásico de la chirigota, y le aportó mayor riqueza literaria. Sin embargo, cada autor ha ido entendiéndola como más le ha gustado, según sus intereses literarios, musicales o más comerciales.

 ¿Cuáles son sus poetas de cabecera?

Siempre he sido un enamorado de la poesía y de géneros tan distintos como el Barroco español y las vanguardias europeas del principio del siglo XX. Aunque nunca me he dejado llevar por los grandes nombres, hay autores mundialmente conocidos que no me han dicho nada y otros que no tienen tanto reconocimiento, pero que son poetas vitales de cabecera que han marcado parte de mi forma de escribir y de ver el mensaje poético.

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Mario Benedetti nunca fue aspirante al Premio Nobel y creo que hay pocos poetas más geniales que él en el dominio de los pilares de la poesía como la originalidad, la sencillez, la llegada rápida, la musicalidad. Hay poemas de Benedetti que son canciones literales, van solas.

El lema de esta edición de Cosmopoética es 'Città delle passioni'. ¿La pasión es lo que mueve el Carnaval?

Lo mueve tanto que sin ella el Carnaval sería imposible. Cualquier género artístico tiene que responder a un instinto pasional, una explosión de la pasión contenida y tiene que apasionar. Como te he dicho en el caso del Carnaval,  la 'literatura del laboratorio' está hecha para vender no para sublimar las emociones ni del emisor ni el receptor.

Mario Benedetti nunca fue aspirante al Premio Nobel y creo que hay pocos poetas más geniales que él en el dominio de los pilares de la poesía

Sin embargo, en el caso de los autores de Carnaval, con o sin pasión, hay que sacar un repertorio, en su caso con música y letra por año y además, cumplir las expectativas. Algo así como si un escritor tuviera que escribir libro por año y que todos ellos obtuvieran el beneplácito de la crítica y la academia pase por la situación vital por la que pase.

Está claro que la biografía determina la obra de un autor, es absolutamente inseparable, el estado emocional determina en un porcentaje alto el sentido en cualquier terreno creativo. Y lo de repertorio por año es una jodienda importante. Y en mi caso he llegado a sacar hasta tres grupos por año. Los autores nos hemos visto envueltos en la vorágine por inercia de un reportorio por año, trabajando en condiciones extremas que hacen que te agotes antes, que tengas altibajos más pronunciados, hay momentos en los que no das pie con bola.

¿Disfrutaríamos más de los repertorios de los grupos sin el concurso?

Yo por lo menos sí, y mira que procuro no seguir el concurso, porque es muy tóxico sobre todo para los concursantes y le resta pureza al Carnaval tal y como yo lo entiendo, que es en la calle.

El concurso lo inventan las instituciones para, de alguna forma, canalizar el potencial subversivo que tiene el Carnaval si sólo se hace en la calle

Algo presente en todos los repertorios, pero lo cierto es que excepto con 'Los Ladrones' en 2014 que no concursó en el certamen oficial de El Falla, los grupos que triunfan son los primeros puestos del concurso agrupaciones. Entonces, ¿esa toxicidad en el Carnaval no se acabaría sin el concurso?

El concurso lo inventan las instituciones para, de alguna forma, canalizar el potencial subversivo que tiene el Carnaval si sólo se hace en la calle. Prohibir el carnaval era muy antipopular, era mucho más inteligente tenerlo controlado institucionalizado a través de un concurso con repertorios sujetos a la medida de lo correcto, todo el mundo se reprime y se cohíbe mucho más. 

No hace falta quitarlo, es más fácil si el espíritu de la calle se traslada al concurso y los reportorios se concibieran con formato ilegal. Pero hay un enorme conservadurismo, porque se está muy condicionado por el premio, que es un error, porque son muchos grupos y gana el que quiere el jurado, ganas cuando te toca, ya está.

Y con respecto a que los primeros premios sean los que más actuaciones tengan, no siempre es así. Hay agrupaciones muy reconocidas por las academias y luego no han tenido demasiadas actuaciones y a la inversa. Hay coincidencia, pero no está garantizado que el premio te dé actuaciones luego.

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Por último, que va a llegar a Córdoba y no hemos acabado la entrevista. ¿Qué tiene el Carnaval de Cádiz de poético?

El Carnaval tiene intención poética que es suficiente como para que el Carnaval merezca un encuentro íntimo con la literatura, con la poesía en este caso, porque independientemente de que se consiga el rango de poesía, algo que es subjetivo y relativo, la intención poética está en muchas composiciones. Y eso es plausible desde el punto de vista literario, porque no todos los géneros narrativos pueden presumir de la intención poética; en el Pop comercial de ahora no hay ninguna intención poética, el Carnaval sí la tiene en muchas partes de los repertorios.

Y al revés, ¿qué tiene la poesía o la literatura de Carnaval?

Sí que tiene y mucho. La pasión está presente en el Carnaval al igual que lo está en todos los géneros literarios, el drama, la novela, la poesía o el ensayo. De hecho, Mario Benedetti podría haber sido un gran comparsista y Francisco de Quevedo podría haber sido un gran chirigotero. Los sonetos de Quevedo son unos pedazo de cuplés, con su punto culto, por supuesto, pero sublime.

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