De Hispania a España, un paseo por la historia

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España tiene una fascinante historia de guerras, invasiones, liberaciones, uniones y demás significativos hechos, que hicieron de la península ibérica la pujante y consolidada nación que es hoy en día. Conozcamos un poco más sobre esa fascinante historia y las distintas culturas que contribuyeron a su conformación actual.

Al hablar de la historia de España, hay que hacer un extenso recorrido que empieza con el acercamiento de los fenicios y la posterior conquista romana, que le dio el nombre de Hispania a toda la península ibérica. Comenzó así una serie de acontecimientos, en los que los autóctonos y las culturas que llegaban a invadir fueron moldeando la actual nación.

Para comprender mejor la historia, es necesario conocer los símbolos utilizados en la época prehispánica, que dieron inicio a la conformación de la península. Son aspectos que marcaron la identidad del pueblo hispano y que dejaron su legado para la eternidad.

Los símbolos siempre permiten tener una visión más clara de la vida prehistórica, de aquella que no quedó registrada formalmente, pero que gracias a ellos se puede obtener información bastante precisa.

En el caso de los símbolos prehispánicos, es válido revisar tanto los que dan indicios sobre la propia integración de España como nación, como los que se encuentran en las poblaciones de América, donde también hubo importantes culturas que compartieron con los expedicionarios españoles cuando llegaron a aquellas tierras.

La hermosa e interesante historia española 

Hace unos 35 mil años que llegó el ‘Homo sapiens’ a la península ibérica, para desplazar a los neandertales que la ocupaban, de forma que coexistieron durante aproximadamente 10 mil años hasta que finalmente se extinguieron.

Durante los milenios siguientes, el territorio fue ocupado por pueblos íberos, celtas, cartagineses, fenicios y griegos, hasta  el 200 a. C., cuando la península fue adherida al imperio romano, constituyéndose como la Hispania romana.

Con la caída de Roma, los visigodos establecieron su reino en Hispania, desde el  siglo V hasta comienzos del siglo VIII. En el año 711 se registró la primera conquista musulmana, que entró desde el Norte de África, y tardó unos pocos años para hacerse con toda la península ibérica. 

Durante los 750 años siguientes, los musulmanes tuvieron el poder sobre España, y la llevaron a importantes niveles de educación, y adelantos tecnológicos y culturales.

Los reinos cristianos que integraban la península ibérica progresivamente se fueron liberando y sacando a los musulmanes de sus tierras, hasta que finalmente se comenzaron a unificar en una sola nación en 1469.

Cuando en 1492 los reyes católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, enviaron la expedición a las Américas con Cristóbal Colón, para tratar de abrir nuevas rutas comerciales hacia las Indias y conquistar el Nuevo Mundo, se abrió la etapa definitiva de unificación de todos los reinos y el inicio del imperio español.

Tras la unificación total de la península ibérica en 1580, con un único rey español, Felipe II, se consolidó el imperio, que sumaba América del Sur, América Central y el Caribe, algunas áreas de América del Norte, las islas Filipinas en Asia, y varios enclaves en África y la India. 

Durante los siglos siguientes, España se consolidó como actor principal del mundo occidental, y se alzó como la primera potencia de la época. Durante los siglos XVI y XVII, también fue la época de mayor apogeo de la cultura y las artes hispanas, que la historia reconoce como el Siglo de Oro.

El 2 de mayo de 1808, el imperio francés de Napoleón Bonaparte invadió la península ibérica, lo cual desató una cadena de acontecimientos que concluyeron con la independencia de las naciones de América, que hasta ese entonces eran dominadas por España, comenzando así a perder su influencia mundial.

En 1814, los franceses fueron expulsados, pero siguieron periodos de inestabilidad política que llevaron a una guerra civil en 1936, que se extendió hasta 1939, con el triunfo del bando franquista y la disolución de la monarquía.

Al morir el dictador Franco en 1975, se restituyó la monarquía, y en 1976 se aprobó la nueva Constitución, que dio el carácter de monarquía democrática parlamentaria al actual sistema de gobierno.