SAN ACISCLO Y SANTA VICTORIA

Cuando 16.000 raciones de pastel cordobés se quedan cortas

La 14ª edición de la Fiesta del Pastel Cordobés ha llegado al bulevar de Gran Capitán con una tarta de hojaldre de seis metros y medio de diámetro. Tres horas bastan para que de este dulce apenas queden las migajas

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photo_camera El impresionantes pastel cordobés

Pastel cordobés. Ingredientes: 600 kilos de harina, 600 kilos de manteca, 200 huevos, 600 kilos de cabello de ángel, 300 kilos de azúcar, 300 litros de agua, 5 kilos de canela y un borde de merengue decorativo. En total 16.000 raciones que se volvieron a quedar cortas en la popular Fiesta del Pastel Cordobés que la Agrupación Provincial de Pastelería y Confitería ha ido celebrando de forma intermitente en diversos años, siendo esta su 14ª edición.

El pastel de seis metros y medio de diámetro «se hace por planchas y luego se juntan como si fuera un puzzle», explica uno de los coordinadores de esta actividad, Rafael Salazar. «No hay hornos ni hay capacidad para hacer un pastel de estos». Por ese motivo colaboran diversos negocios de la ciudad y un total de 16 reposteros.

Dentro del modo de hacer este dulce de forma habitual, cada pastelería puede tener variantes. En esta ocasión se ponen unas reglas para que haya homogeneidad en todas las porciones y no diversos "estilos" reposteros. «La misma calidad, el mismo relleno, la misma cantidad de manteca con harina», añade Salazar.

El evento suele coincidir con fechas cercanas al día de San Acisclo y Santa Victoria (17 de noviembre), olvidados patronos de la ciudad, eclipsados tanto por la fuerza del custodio San Rafael como la de diversas vírgenes autóctonas. Que te degüellen cerca del río y que te atraviesen con flechas en el anfiteatro romano, pues así terminaron respectivamente estos hermanos en el 313 d.C., no es mérito suficiente en Córdoba para tener un festivo, con numerosas personas que lleven tu nombre. Victoria en ese punto es más afortunada. Pero ay el pobre Acisclo. Al menos esta fecha endulza la memoria de ambos.

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La asociación que sí lleva su nombre, de Valdeolleros, y reconocida por su labor solidaria, repartía gratis más de 2.000 euros en participaciones de lotería que han de coincidir con el primer premio de Navidad. Igualmente los cordobeses podían disfrutar de chupitos de licores sin alcohol o bien anís para acompañar al pastel, que no se caracteriza precisamente por su cremosidad y su fácil paso por el esófago, siendo un alimento proclive a producir un nudo común que pude derivar, según su intensidad, a sonrojo de la cara o bien morado en los casos más graves.

A las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, tenía lugar la apertura de las vallas que separaban del gigantesco dulce a una cola de personas que llegaba desde el edificio municipal de Gran Capitán (antiguo Ayuntamiento) a San Nicolás. Primero, cuestión de elemental cortesía, entraron personas mayores impedidas y discapacitados acompañados de los cuidadores de diversas asociaciones. Una media hora después el resto del público que tarda menos de lo que se supone en dar cuenta del pastel. «A las ocho muchos años empezamos a flaquear», indica Salazar. En prevención suelen llevarse raciones aparte, para los rezagados.

Mientras varios reposteros cortan las raciones, dos chicas se ocupan de quitar el merengue del borde para facilitar esa labor. Esa decoración, posiblemente deliciosa, no será degustada salvo furtivas introducciones de dedo en los recipientes donde almacenan el producto.

Entre los asistentes, Puri García, acompañada de su marido, nos cuenta que ha estado en la cita seis o siete veces. Y eso que «el pastel cordobés no es de mis dulces preferidos». Por contra, Rafa Gutiérrez, acompañado de su hermana pequeña, dice entre bromas que la excusa ha sido acompañarla pero que «en realidad soy yo el que quería pastel, me encanta». También encontramos a la dura competencia, representada por Toñi Cabanillas, que no duda en asegurar que «el pastel está muy bien pero a mí me sale mejor».

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Según la "Guía secreta de Córdoba", fueron dos confiteras de la calle San Pablo las inventoras del pastel cordobés, Alejandra y Francisca, que aparecen en la letra de unas alegrías del célebre cantaor José Moreno "Onofre". Dice así: Alejandra y Francisca/las confiteras/que me daban pasteles/pa que las quiera. Al parecer se trata de un poema anónimo adaptado por este músico flamenco. Hay una versión más pequeña del pastel cordobés conocida como Manolete, debido, según dice la historia popular, a que el torero pedía todos los días ese postre y una pastelería le puso su nombre.

Una pregunta queda en el aire. Tras la puesta en marcha de las cofradías del salmorejo, del rabo de toro y del flamenquín, ¿para cuándo la de este típico producto cordobés? Al menos tanto como los anteriores. Parece que la asociación con Acisclo al final siempre lleva al ninguneo...