Opinión

Who wants to live forever?

He tomado prestado el título de la conocida canción del grupo Queen que se usó en la banda sonora de la película Los Inmortales, de Russel Mulcahy, en 1986, para tratar uno de los temas que nunca pasan de moda: El envejecimiento y qué hacer para vivir más y mejor.

Ya habrán notado en alguna columna de esta sección que no veo muy claro eso de vivir más años. El ser humano puede llegar a rozar los 120 años de vida, en la actualidad alrededor de los 116 años como máximo, siendo las mujeres las que más edad alcanzan, pero no parece que pueda ir más allá. Otra cosa diferente es en qué condiciones vivimos los últimos años de nuestra vida, porque vivir más, pero peor no es una opción aceptable. 

A la búsqueda del elixir de la eterna juventud

A lo largo de los años que llevo en investigación sobre envejecimiento se han anunciado avances, pero sin llegar a enormes logros. Comenzamos con el efecto que la restricción calórica, es decir, eso de comer menos, pero sin llegar a la malnutrición, producía sobre la longevidad en casi todos los organismos. Desde las simples levaduras hasta los ratones. Pero, claro, nosotros no somos ratones enjaulados y eso de comer menos pues no nos va mucho. Además, los últimos estudios realizados en macacos indicaron que se podría mejorar la salud en el envejecimiento, pero eso de vivir más, no parecía que fuese con ellos. 

A la restricción calórica podríamos añadir los cuantiosos efectos positivos que el ejercicio físico moderado produce sobre casi cualquier función en nuestro organismo. Desde el sistema cardiovascular al cognitivo, el ejercicio físico mantiene fluidas las conexiones entre nuestros órganos y previene el mal funcionamiento de algunos órganos. Este mal funcionamiento provoca la acumulación de daño en células y acaban dando lugar a las enfermedades crónicas que nos acompañan a partir de cierta edad y prevenir esta acumulación es una de las claves para vivir más y mejor. 

Tanto restricción calórica como ejercicio producen efectos similares apuntando a que el esfuerzo metabólico que supone el disponer de pocos nutrientes o el gastar las reservas del organismo obliga a nuestras células a reciclar lo que tienen y evitar que se acumule basura celular, uno de los denominadores comunes de muchas enfermedades crónicas y a afinar los sistemas de regulación metabólica, el otro gran denominador común. 

Pero volvemos a chocar con el mismo problema, si eso de comer menos no parece gustarnos mucho, porque supone un gran esfuerzo, lo de gastar energía en forma de ejercicio pues como que tampoco va bien a la mayoría de la población. Por eso entramos en la búsqueda de la píldora que contenga algo que sustituya a lo de comer menos y moverse más y podamos tomarla en una cena sentados en el sofá mientras vemos un partidito. 

Se busca una especie de compuesto maravilloso que engrase nuestros sistemas celulares sin que tengamos que mover un dedo. Y en eso llegaron los compuestos bioactivos y el famoso resveratrol. En 2007 tuve la oportunidad de participar en el artículo que sacó a la luz las maravillosas capacidades de este compuesto presente en nueces, uvas y bayas que mejoraba la vida de ratones obesos alimentados con dietas ricas en grasa. Ni que decir tiene que luego, en la vida real y con dietas más controladas, el efecto se fue diluyendo y desapareciendo, ya que en situaciones más normales su capacidad ya no era tan maravillosa. Sin embargo, ahí tenemos muchos compuestos en píldora con algo de resveratrol en su composición para hacer algo (no sabemos muy bien qué y cuánto) en algún sitio de nuestro cuerpo. 

Modular el metabolismo, clave en el envejecimiento

Con toda esta idea, la investigación y el tiempo han ido sacando a la luz procesos y mecanismos susceptibles de ser atacados por algún compuesto que se pueda poner en un mejunje, píldora, composición o batido y que pueda ayudar a envejecer mejor. Ahora la moda está en aquéllos que mantienen los niveles de NADH en nuestro cuerpo. El NADH es la molécula en la que las células almacenan la capacidad para trasladar electrones de una molécula a otra y eso sirve para centenares de reacciones que ocurren en las células. Y claro, parece que la cantidad de NADH de nuestro cuerpo baja con la edad, así que hay que mantener el NADH alto. Otra cosa es que verdaderamente se consiga, porque la causa del descenso no está muy clara. 

De hecho, se han propuesto muchas moléculas que pueden mantener los niveles de NADH y de su pareja oxidada, el NAD+, en condiciones adecuadas para su funcionamiento. Sin atender a que posiblemente muchas de las proteínas que los utilizan y moléculas con las que reaccionan puedan estar afectadas por el propio envejecimiento. 

Y el problema está en que admitir que el envejecimiento es multifactorial no mola mucho, ya que, si hay muchas cosas afectadas, que es lo que verdaderamente ocurre, eso de decir que con tal o cual cosa se soluciona todo ya es menos creíble. Hay que focalizar en una o dos cosas y decir que vamos a ajustarlo todo con un tratamiento simple metido en una píldora. 

La senescencia, el blanco terapéutico de moda

Y en todo esto entran los ricos magnates de las empresas tecnológicas a jugar el papel de mecenas contra el envejecimiento y financiar la investigación científica fundando Altos Labs. Podemos considerar a Altos Labs como una gran empresa en la que han fichado científicos de todo el mundo con la idea de luchar contra el mayor enemigo de la humanidad: La degeneración fisiológica que supone el envejecimiento. 

Uno de los objetivos de esta empresa y de algunos científicos que trabajan para ella con proyectos muy bien financiados (ya querríamos algunos en nuestros pequeños laboratorios), es eliminar la huella del envejecimiento para que la juventud celular se abra paso. Es decir, regenerar la juventud eliminando las células viejas, llamadas senescentes, mediante compuestos que conocemos como senolíticos. Ya ven, otra vez buscando la píldora maravillosa. 

No crean, no es una idea nueva, es realmente bastante vieja. De hecho, otra empresa americana, Ambrosia, allá por los 90, y basándose en las diferencias entre la sangre de personas mayores y las jóvenes y en experimentos de rejuvenecimiento en ratones donde los ratones viejos mejoraban con sangre de los jóvenes, hizo negocio trasfundiendo sangre de personas jóvenes a personas mayores capaces de pagar unos 8.000 dólares por litro. Ni que decir tiene que a los jóvenes se les pagaba un módico emolumento por su sangre. Un ejemplo de vampirismo moderno lo llamaría yo. 

En mis clases suelo hablar de este negocio comparándolo con la antigua película Tratamiento de Choque, en la que Alain Delón y Annie Girardot pasaban unos estupendos días en un balneario allá por 1973 donde la pudiente sociedad francesa disfrutaba de tratamientos de belleza y antienvejecimiento gracias a la sangre de los sirvientes. No, la idea no es para nada nueva. 

Pero volvamos a la senescencia de nuestras células. La senescencia es un fenómeno que les ocurre a las células en el que pierden gran actividad metabólica y la capacidad de proliferación. Se ha asociado este proceso al acortamiento de los telómeros, uno de los marcadores de envejecimiento más de moda, pero no todo se puede responder por ese fenómeno. 

El caso es que se ha llegado a considerar que las células senescentes estorban a la actividad del organismo y así, retirándolas podríamos rejuvenecer de alguna manera. Eso ha generado una gran cantidad de propuestas de fármacos, más fármacos, conocidos como senolíticos, que eliminen las células que estorban. Pero no está tan claro que esta estrategia no tenga efectos secundarios. 

La senescencia celular ha sido considerada un mecanismo que reduce la posibilidad de que las células pierdan el control de la división y se vuelvan cancerosas. Pero parece que estas células tienen otras funciones, entre otras, regular complejas respuestas del sistema inmunitario que pueden verse afectadas por su eliminación. De hecho, las células senescentes y los productos que liberan a los tejidos juegan un complejo papel en la reparación y cicatrización de los tejidos por lo que su simple eliminación puede que no sea una idea demasiado buena sin conocer qué papel concreto juegan estas células en el complejo universo de tejidos y órganos.  

Como en casi todos los campos científicos y como siempre ha ocurrido, el conocimiento, la ciencia básica que aporta todo el saber, es imprescindible antes de encontrar algo que pueda ofrecer una terapia definitiva contra el envejecimiento, pero no esperen milagros. El envejecimiento es tan complejo que cualquier cosa sería como tapar un simple agujero en un barco que hace aguas por múltiples vías. Si quieren vivir más y mejor, revisen sus hábitos de vida. Eso funciona.

Volviendo a la canción de Queen, que termina con estas dos estrofas “Forever is our today / who waits forever anyway? Nuestro futuro y nuestro envejecimiento comienza ahora, está ocurriendo ahora y no va a esperar a fórmulas mágicas.