Opinión

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): tratamiento o parche.

Hablar del TDAH o Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es meterse en un auténtico problema debido a la sensibilidad de las familias y de los educadores ante un trastorno que afecta a los niños y adolescentes e incluso a adultosd. Pero he querido dejar este último trabajo antes de tomarme un pequeño descanso veraniego para abordar este problema desde un punto de vista lo más objetivo posible tratando este trastorno y su tratamiento desde el punto de vista de un biólogo que intenta entender el complejo mundo de nuestro cerebro y su funcionamiento.

En una controvertida entrevista, el Catedrático del área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad de Oviedo, Dr. Marino Pérez indicaba que el TDAH no existía y que el tratamiento era un mero dopaje. Concretamente decía que: "No existe. El TDAH es un diagnóstico que carece de entidad clínica, y la medicación, lejos de ser propiamente un tratamiento es, en realidad, un dopaje". Tal afirmación la hacía en la presentación de su libro 'Volviendo a la Normalidad. La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil'. No vean ustedes cómo ardían las redes sociales sobre este asunto llenándose de comentarios de familias que sufren este problema directamente o en sus propios hijos. Aparte de considerar o no al TDAH como una enfermedad real o no, lo más interesante de la entrevista para este que les escribe, que no deja de ser un simple biólogo, eran los comentarios sobre el tratamiento de la enfermedad basado en el uso de compuestos que estimulan las neuronas de una manera muy inespecífica. Es decir, en dopar al sistema nervioso central.

Lo que venía a decir el Dr. Pérez es que el mayor problema sobre esta enfermedad radicaba en que "no existen pruebas clínicas basadas en la neuroimagen, en la neurofisiología o en tests psicológicos que de forma específica sirvan para el diagnóstico y, además no parece haber ningún biomarcador que nos indique si una persona padece TDAH". Por tanto hasta el momento no se ha encontrado ningún marcador biológico que indique o no que se padece un TDAH. Por lo tanto, estamos ante un diagnóstico bastante incierto o, como mucho, basado en evidencias en las que influyen múltiples factores pero ninguno objetivo.

Pero vayamos por partes. Desde un punto de vista biológico, lo primero que debemos buscar son las diferencias biológicas, es decir, ¿qué es lo que ha cambiado respecto a lo 'normal' para que se dé el problema? Y ahí entramos en las causas del TDAH en las que se han propuesto múltiples opciones incluyendo la más que improbable relación con el uso de dispositivos electrónicos como tabletas, ordenadores o móviles ya que este trastorno fue ya descrito en 1902 y publicado en The Lancet por el Dr. Still en un artículo titulado 'Some abnormal psychical conditions in children' (Algunas condiciones psíquicas anormales en niños) e incluso con el anterior artículo de Sir Alexander Crichton que ya describió en 1798 un estado mental de falta de atención y problemas escolares en niños. Por tanto, es evidente que debemos descartar fenómenos relacionados con la tecnología moderna para explicar este trastorno por haber sido descrito antes existiera nada relacionado con la tecnología actual como móviles, tabletas u ordenadores portátiles.

Actualmente parece que hay un consenso en identificar a este trastorno como un problema neuroestructural, o lo que es lo mismo, un problema derivado de la formación del sistema nervioso central como ocurre en casos de Asperger o de autismo. Para explicar este trastorno se barajan causas genéticas basadas en la mayor probabilidad de la aparición del TDAH en ciertas familias, otra causa puede estar basada en problemas estructurales en el cerebro originados durante el desarrollo prenatal por lo que intervienen condicionamientos nutricionales, ambientales y actitudinales o causas bioquímicas como deficiencias en un metabolito que regula la actividad de los neurotransmisores.

En la necesidad de buscar una causa para este trastorno se han realizado múltiples estudios de neuroimagen intentando encontrar defectos visibles que estén asociados con la hiperactividad o el déficit de atención. Lamentablemente los estudios realizados hasta el momento no han producido ningún resultado claro. El más controvertido es un reciente estudio de abril de 2017 publicado en The Lancet Psychiatry que indicaba que el cerebro de las personas que presentan TDAH mostraba un cerebro menor que las personas normales. Pero este artículo ha sufrido numerosas críticas por parte de la comunidad científica en cuanto al análisis de resultados llegándose a publicar hace unos días un estudio en el que se indicaba que no existe tal diferencia en el tamaño del cerebro entre los pacientes con TDAH y personas sanas. Las discrepancias siguen ahí, en la búsqueda de algo que explique la causa de este comportamiento 'anormal'. Sea como sea, el que no conozcamos la causa hace muy difícil recurrir a una terapia adecuada y menos cuando la terapia puede que se deba centrar en enmendar un problema en la estructura de la compleja arquitectura de las neuronas de nuestro cerebro, cosa que dudo pueda hacer un fármaco.

Otro de los grandes problemas de este trastorno y en su posible tratamiento es la posibilidad de entrar en el sobrediagnóstico. En este punto podemos analizar lo que acaba de publicar en su libro 'Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, entre la patología y la normalidad' el psicólogo Rafael Guerrero, donde explica que un diagnóstico equivocado puede acabar conduciendo a un calvario de tratamientos farmacológicos inadecuados en niños de poca edad. Pero, frente a estas voces que alertan sobre el sobrediagnóstico del TDAH en los últimos años, el Dr Ramos Quiroga, jefe de psiquiatría infantil en el hospital Vall d‘Hebron de Barcelona, asegura que todo se debe a una mejora diagnóstica y a una mayor evidencia científica. Cada cual decida si hay o no sobrediagnóstico. Interesantemente, el Dr. Quiroga sí coincide con otros expertos en indicar que como causas de este trastorno encontramos la prematuridad, el consumo de tabaco y alcohol durante el embarazo o la contaminación ambiental. Por tanto, el cuidado prenatal cobra un importante papel en la prevención del TDAH.

Ya que no parece que podamos controlar muy bien las causas, entramos en el movedizo campo del tratamiento de un trastorno de origen indefinido. Desde el punto de vista de este simple biólogo que se atreve a escribir un artículo sobre este conflictivo tema, el tratar un trastorno psíquico o psicológico con fármacos sin saber qué es lo que está funcionando mal en nuestro cerebro es una auténtica barbaridad, pero ahí están los tratamientos farmacológicos que estimulan la corteza cerebral de una manera muy inespecífica de los niños y adolescentes diagnosticados con TDAH. En la actualidad se utilizan cuatro diferentes fármacos para este trastorno. Tenemos la lisdexanfetamina, un compuesto que estimula el cerebro y cuyo mecanismo de acción es desconocido aunque se supone que evita la reabsorción de la noradrenalina por parte de las neuronas. El metilfenidato, que bloquea la recaptación de noradrenalina y dopamina en la neurona presináptica. La guanfacina, una sustancia que activa los receptores de la noradrenalina. O la atomoxetina, un inhibidor potente del transportador presináptico de la noradrenalina. Para decirlo más claro, todos estos compuestos lo que hacen es estimular las neuronas que dependen de un neurotransmisor, un compuesto que transmite la señal neuronal entre unas neuronas y otras, llamado noradrenalina. El mayor problema de estos compuestos es que son estimuladores nada selectivos de las funciones neuronales dependientes de la noradrenalina, es decir, afectan a las neuronas noradrenérgicas y estimulan sus funciones de manera inespecífica. Lo hacen bien impidiendo su recaptación o bien estimulando sus receptores, o lo que es lo mismo, el tratamiento produce un dopaje del cerebro estimulándolo inespecíficamente sin sin saber la causa exacta del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, dándole la razón al Dr. Pérez.

Y ahora permítanme unas reflexiones más bien personales sobre este aspecto. Siempre ha habido críos (y crias, pero a partir de ahora diré solo críos para todos los géneros) inquietos, críos que se aburrían en clase, críos que iban tan por delante que no prestaban atención, críos a los que no se les entendía, críos que no eran 'normales'. Pero, ¿quién es normal? Desde pequeños cada uno hemos desarrollado y desarrollaremos nuestras propias posibilidades dirigiendo nuestra atención a lo que más nos llena y menor se nos da. Puede que eso sea lo que debamos de entender los padres y educadores en lugar de tender a que todos los críos sean 'NORMALES'. Porque sin personas poco normales no habría genios. Creo sinceramente que el uso de fármacos para 'normalizar' lo que no es normal no es la mejor forma de actuar especialmente cuando no se conoce qué es lo que está actuando anormalmente y menos aún cuando el tratamiento farmacológico se realiza sobre niños. Dicen que Mozart era una de las personas que sufrían TDAH, al igual que muchas otras personas actuales que sobresalen en sus trabajos y dedicaciones. ¿Ysi se hubiese 'normalizado' su actividad neuronal? Posiblemente no podríamos disfrutar de los conciertos de los conciertos, sinfonías y otras obras de Mozart que aún nos cautivan siglos después o de muchas otras obras y descubrimientos de otras tantas personas con TDAH. Primero hay que entender el problema y luego intentar normalizarlo. O tal vez, mejor no normalizarlo pero sí encauzarlo para que alcance sus mayores capacidades.

Probablemente con este artículo me lleve más de una crítica por meterme en un tema difícil de entender para un biólogo. Siguiendo los comentarios de las redes sociales a este tema más de uno diría que no sé de lo que hablo porque no soy pedagogo, ni soy médico, ni soy neurólogo o neurobiólogo, ni soy psicólogo o cualquier otro “ólogo” que sí tenga competencia sobre el tema. Yo solo soy un simple biólogo que intenta entender este complejo tema y abordarlo desde otro punto de vista. Espero me disculpen el atrevimiento.

Termino de escribir este artículo escuchando los poco más de 6 minutos de la pieza llamada 'On the nature of daylight' de Max Richter, un autor casi desconocido para muchos de ustedes aunque una pequeña pieza que llega al corazón y que ha sido escrita por una persona con una delicadeza especial para combinar las notas musicales en algo muy bello. Esta pieza forma parte del inicio de la película 'La llegada (Arrival)' que trata de cómo comunicarse entre organismos que hablan de forma diferente. Tal vez eso es lo que debamos hacer en el caso del TDAH, intentar comunicarnos entre nosotros, seres humanos, aunque seamos diferentes y entender al otro y, obviamente, tratar al otro de forma diferente cuando es diferentes para llegar a obtener lo mejor de cada uno. Para ello nuestro sistema educativo debe mejorar, nuestros especialistas en psicología y neurobiología deben ser escuchados y el potencial educativo ser aprovechado al máximo. Nos espera un arduo camino pero, intentando entender la diversidad podremos aprovechar las oportunidades que el futuro nos depara. Lástima que el sistema tienda a 'normalizar' lo que no es normal sin conocer la causa de tal 'anormalidad'.