El arroyo Salado, en Villa del Río, ha vuelto a tener vertidos de alpechín y sosa, hasta el punto de que el pasado 8 de enero ofreció una imagen tristemente espectacular, con el caudal lleno de espuma. Miembros de la asociación local 'Setas y bosque' han vuelto a denunciarlo por las redes sociales y están preparando un reportaje para la televisión comarcal al respecto.
Y decimos han vuelto a denunciarlo porque es un vertido que se repite desde hace años. Coincide con la campaña de la aceituna y aprovecha los días de lluvia para pasar los más desapercibido posible. Uno de los responsables de 'Setas y bosque', el biólogo Juan Relaño, ha explicado a CÓRDOBA HOY que durante mucho tiempo han denunciado en otras instancias sin consecuencias: "No se sabe de dónde vienen los vertidos porque tampoco lo quieren investigar, o proceden del trayecto a Porcuna o del trayecto a Lopera". Y la supuesta incógnita sigue a pesar de que, como indica este biólogo, "el Seprona va, también Medio Ambiente de la Junta y la Confederación Hidrográfica toma muestras: todos tienen conocimiento".
El pasado 8 de enero, el propio Relaño denunciaba en su Facebook el vertido con sentido del humor pese a la ocasión, pues la cantidad de espuma era enorme como se puede comprobar en las fotos que él mismo tomó. Y así lo comentaba: "No ha nevado, pero alguien se ha montado su propia fiesta. Cómo siempre sale rentable contaminar lo que es de todos".
Quizá el desinterés de las autoridades se deba a que muchos consideran al arroyo Salado poco más que un colector. Sin embargo el miembro de 'Setas y bosque' saca del error a los que así lo creen. "Gracias a un programa de la Junta llamado Andarríos apadrinamos un tramo de este arroyo, y estuvimos haciendo análisis o midiendo el ph; la conclusión es que no está tan muerto como parece, pues hay peces que suben del Guadalquivir e incluso nutrias". Además la asociación fotografió a estas nutrias debajo del puente romano, que es Bien de Interés Cultural, otro de los atractivos de la zona.
Debido a la distancia de 1'5 kilómetros al Guadalquivir, este tipo de vertidos acaban en este último río sin que nadie después de años ponga coto a esta práctica.