Cambia el chip en Cáritas: De la obsoleta operación kilo a la novedosa operación euro

El uso de códigos QR para familias beneficiadas de ayuda invisibilidad la pobreza y dignifica la ayuda pudiendo elegir lo que se compra. Un sistema que Cáritas Diocesana quiere que se implante en las 167 parroquias de la Dio´cesis
Un beneficiario de la ayuda con código QR realiza una compra de huevos en un establecimiento adherido a la iniciativa de Cáritas
photo_camera Un beneficiario de la ayuda con código QR realiza una compra de huevos en un establecimiento adherido a la iniciativa de Cáritas

Se acabaron los tiempos en los que desde Cáritas se centraba la ayuda alimentaria en la clásica bolsa de comida, donde primaban por narices productos como arroz, garbanzos o pasta, que no dejan de ser productos bienvenidos, pero que ya se quedan por completo lejos de las necesidades reales de quienes a día de hoy, y por circunstancias, se han quedado en la indigencia.

De hecho, si uno se fija bien en los nuevos mensajes de Cáritas se ha cambiado la operación kilo por la operación euro, mucho más acorde con los nuevos tiempos, y este nuevo modelo ha venido de la mano del sistema de códigos QR para atender a las necesidades de las familias en peor situación económica. Un sistema que tiene como principal ventaja "dignificar a esas personas y mostrarlas como los que realmente son: Nuestros iguales y con la misma dignidad que todos como seres humanos", según ha expuesto Sole Crespo, coordinadora del Área Social de Cáritas y supervisora de todo lo que tiene que ver con el derecho a la alimentación, donde se incluyen esos códigos.

El beneficiario y Sole Crespo en la puerta del establecimneinto adherido al código QR de Cáritas
El beneficiario y Sole Crespo en la puerta del establecimneinto adherido al código QR de Cáritas

¿Qué ha querido decir con eso la responsable de Cáritas? Hacer cola para recibir una ayuda te señala como demandante y beneficiario de caridad, y eso no es plato de gusto de nadie. Y mucho menos por parte de los llamados 'nuevos pobres' que han llegado a esa situación tras haberse pasado la vida trabajando pero las crisis les arrebataron lo que tenía.

Aparte de eso, las bolsas de ayuda son estándar. Tienen todas lo mismo y no tienen en absoluto en cuenta las posibles enfermedades que pueden sufrir las personas, como colesterol alto, tensión o diabetes, que requieren de una dieta muy controlada y muy concreta que, evidentemente, no tienen sus reflejo en esas bolsas.

De igual modo, esas bolsas tampoco tienen en cuenta otras necesidades que tiene todo el mundo en sus casas, tales como la higiene personal y de aseo o la limpieza de la vivienda. No hay gel, no hay papel higiénico ni pasta de dientes, ni tampoco friegasuelos o lavavajillas.

¿De qué manera dignifican las códigos QR a las familias beneficiadas por ese bono social? "Pensamos que la alimentación es un derecho y no un simple regalo de caridad, y como tal intentamos que se garantice", indica Sole Crespo. Para eso, el código QR permite que la persona pueda elegir lo que compra en el supermercado de referencia de forma "invisible".

El párroco de Santas Margaritas, Antonio Caballero Medina, lo tiene claro en este sentido: "Al igual que las tarjetas de crédito con las que la gente suele pagar sus cosas, el QR es una fórmula digna para que las personas se les ayude sin tener que ir con el sambenito colgado de soy beneficiario de Cáritas". Tan sencillo como eso. Y es que "cualquier que vaya con el código QR, al tenerlo en su móvil, nadie tiene por qué saber si vienes de Cáritas o si te manda la parroquia o cualquier otra entidad", detalla Crespo.

Ya sólo por eso, debería estar ya funcionando en las 167 Cáritas Parroquiales que hay en Córdoba, pero por el momento han apostado por esta fórmula en torno a 40. Queda, por tanto, mucho por hacer y por convencer para que las mentalidades cambien.

Encuentro en Santas Margaritas entre beneficiarios, el párroco y miembros de Cáritas
Encuentro en Santas Margaritas entre beneficiarios, el párroco y miembros de Cáritas

La verdadera ventaja, al margen de invisibilizar la pobreza, es que los beneficiarios y beneficiarias compran realmente lo que necesitan. Y nadie mejor que un usuario para definirlo: "El QR es extraordinario; coges alimentos que necesitas. Anteriormente te daban una bolsa de alimentos, pero era todo para almacenar, no hay huevos, ni pescado ni carne. Tú vas ahora cogiendo lo que necesitas de acuerdo a los recursos que tienes. Te lo administras mucho más y mejor y te rinde más el dinero que no una bolsa de cosas muy repetidas algunas de las cuales ni las puedes usar".

Este usuario insiste también en el concepto de dignidad: "No es lo mismo ir a un supermercado a comprar que no que tengas que hacer cola si no estás acostumbrado a ellas". En este sentido ha indicado que "los más pobres no dejan de ser personas, y el código QR tiene consideración y no humilla a las personas; eso, para mí, es más importante que la propia comida".

Esta familia del entorno de la parroquia Santas Margaritas, formada por un matrimonio de personas mayores, funcionan con su código desde hace ya un año y, de hecho, fueron de los primeros del barrio en tenerlo. "La parroquia se encargó de todo, nos hicieron una encuesta y, según nuestra capacidad económica, fuimos favorecidos para que nos dieran ese bono social tan interesante y tan digno".

Pero como los recursos son muy limitados y no se puede llegar con ese sistema a todo el mundo, en esa parroquia está Olga Mantas, trabajadora social de Cáritas que, en concreto, se encarga de acompaña a la de esta parroquia del Distrito Noroeste. Ella y el grupo de voluntarios atienden todas las semanas a las familias del barrio y son en las entrevistas "donde detectamos la necesidad que tiene cada una". Tras una visita y un acompañamiento se decide por ayudar a un núcleo familiar con esos códigos QR, que se usan en los mercados de proximidad, y que en el caso de ese matrimonio es en el Supermercado A. Ruiz, de Alsara, en Las Moreras.

El uso de estos códigos allí han necesitado e más de una explicación, tanto para los voluntarios de Caritas como para las familias que reciben la ayuda. "La forma de ayuda normal hasta ahora era a través del reparto clásico de alimentos, pero esto les ha venido bastante bien, porque han notado mejoría a la hora de poder elegir y decidir verdaderamente ellos lo que pueden comprar, no sólo de alimentación, sino también de higiene". De todos modos, la trabajadora social realiza un acompañamiento para chequear lo que se ha comprado y lo que no o si se gasta bien o no. "La idea es siempre que vayan mejorando en esas cuestiones que tienen en cuenta las vulnerabilidades de las personas con sus enfermedades y la higiene personal".

El lector del código QR en el supermercado
El lector del código QR en el supermercado

¿Y de dónde sale la idea? Desde Cáritas, a raíz de la pandemia, que impidió que se llegara libremente a todo el mundo, especialmente durante el confinamiento, se empezó a finales de 2020 a estudiar posibilidades, porque "creíamos que era necesario abordar ese derecho desde ese planteamiento de inclusión y de sostenibilidad", señala Sole Crespo. Y la propuesta de estos códigos les llega en abril o mayo de 2021, que es cuando lo pusimos en marcha.

Curiosamente, la idea surge porque hay una entidad bancaria que explica a Cáritas su trabajo con los QR y hasta la pone en contacto con la empresa que los llevaba. "Ellos estaban trabajando en una línea distinta, que era la venta de entradas, y nosotros lo derivamos hacia el cambio social de la mano de esa empresa adaptándola a nuestras necesidades: Que la persona recibiera en su móvil o a través de su correo un código QR, que se descarga y es el que les permite acceder a poder comprar en los establecimientos que tenemos adheridos".

Ese código es el que se pasa en el establecimiento por un lector con el que se paga la compra. evidentemente, lo suyo es contar con algún tipo de elemento tecnológico que permita usarlo, léase sobre todo un teléfono móvil. "Somos conscientes de que hoy las herramientas informáticas y la brecha digital está a la orden del día y hay personas con dificultades para acceder a eso", indica Crespo. Para esos casos se les facilita el código en soporte de papel, como de hecho ocurre con las entradas de cine.

Pero si en algo quiere cargar las tintas esta entidad sin animo de lucro y que realiza una ingente labor social es que sus voluntarios, asociados y simpatizantes tienen que cambiar radicalmente de mentalidad. La alimentación digna y correcta ya no pasa por soltar un kilo de arroz bruto o lentejas o garbanzos. "Nuestra apuesta es por el código QR y dejar ya a un lado la bolsa de alimentos", ha indicado Crespo. Pero eso significa que "la sociedad deba responder ya con donativos económicos y no con donativo en alimentos directamente", porque "para que demos más códigos QR hace falta dinero".

De igual modo, "sabemos que los cambios de mentalidad cuestan y hay que trabajarlos, porque tenemos muy, muy arraigado ese otro concepto en la ayuda a las familias". Señala Crespo con esperanza que "afortunadamente hay gente que lo va comprendiendo, y es porque entienden que la otra persona no es diferente y tiene exactamente mis mismos derechos; ahí sí va calando la idea, pero son procesos lentos y costosos".