La calima, ese polvo en suspensión procedente del Sahara africano, llegará mañana a la capital cordobesa, donde permanecerá en torno a un par de días, pero sus efectos no serán ni mucho menos como los de la última vez, que dejó las calles de color rojizo de barro durante meses, según ha señalado la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), organismo público dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
La calima consiste en la acumulación en la atmósfera de partículas diminutas de tierra, polvo o arcilla en suspensión que aportan ese tono anaranjado en el ambiente. Partículas que, además, respiran los ciudadanos y que son nocivas. De ahí que se haya recomendado desde instancias sanitarias y médicas evitar hacer ejercicio físico en la calle mientras dura este fenómeno.
No obstante, es la lluvia que suele acompañarla la realmente dañina para un municipio, en el sentido de suciedad que mancha todo lo que toca, con el consiguiente gasto de agua que eso requiere para devolver la situación a la normalidad.
No parece ser el caso. Las fuentes han indicado que si bien habrá cierta concentración de polvo, de entre un 20 y un 30% de que haya probabilidad de superar 50 ug/m3, para mañana, domingo, y entre un 30 y un 40% de superar esa misma cantidad durante la jornada de hoy, sábado, (con un 50% en la Zona Norte de la provincia, la ausencia de lluvias hará que ese barro suspendido no acabe precipitándose hacia el suelo.
Hay, incluso, entre un 20 y un 30% de probabilidad de superar los 100 ug/m3 (el doble) para hoy sábado, y entre un 10 y un 20% con esa misma cantidad para este domingo, día 19.
Es más, el frente frío que se espera que llegue también a partir del martes de la semana que viene, gracias al aire procedente del Norte de Europa, disipará por completo el fenómeno, de modo que no se notará tanto como en marzo de 2022, cuando por las lluvias todas las calles de la capital quedaron por completo embarradas.
