Se mostró agazapado durante medio camino en lo que va de esta Liga de piedras. Como si no supiera pisar por los pantanos de la competición tras 12 temporadas en Primera con los gigantes. Puede que se sintiera extraño. Olvidara el trato sucio con el que, en esta categoría, se saluda a los recién llegados; aún con el perfume atractivo y caro que desprenden quienes presumen de haber compartido con Madrid y Barça durante años.
Tardó más de un mes, el Geta, en asomarse. Apenado. Se presentó en su nueva división con tres empates seguidos (Mirandés, Numancia y Reus) y un horroroso partido en Cádiz (3-0). Su primera victoria fue en la jornada 5, ante el Oviedo y, justo, comenzó la andadura que debe mandarle de vuelta a la élite no sin antes aprender los entresijos, menos recatados, de los suburbios a los que baja: hablar más calle. En Plata. Entender que en Segunda se respeta a quién estaba. Se trabaja y se calla. Se premia al humilde. Se sueña con volver a volver a soñar. Se viene a comer con los dedos puntos de tres en tres y se pelea por un mísero empate hasta los huesos. Sin modales; sí rivales. Ni “chicos” ni “grandes”; solo hambre, igualdad y recién llegados, estos en tacones y piel de oso, dispuestos a cruzar el fango de estos lares. Así caen. Infernal castigo después de vivir el drama de un descenso y encontrarse en Segunda como quien llega a un sitio nuevo y no tiene amigos. De recibir goles, derrotas; desprecios de un campeonato cruel de ritmo frenético.
Dos técnicos en 15 jornadas
Desorientado y recién descendido, al equipo madrileño se le vio mendigando fútbol en los campos por el mes de Septiembre. Tanto sufrió que, tras una abominable racha de 6 puntos de 21, en la jornada 7, animal herido, estalló. El ogro azulón devoró a su técnico, Esnàider, nombró en su puesto a José Bordalás y, en estampida, salió a la competición. Aterrando con 15 puntos de los últimos 24. Con la pisada inclemente, Getafe, de nombre atroz, ganó en su último partido ante el Zaragoza (1-0, Jorge Molina) y se viene el domingo a buscar a un Córdoba CF de poca fantasía y crudo realismo.
A orillas del Guadalquivir, los blanquiverdes acechan. En el mismo periodo de 8 partidos sin ganar de los cordobeses, el Getafe de Alberto (cancerbero ex califa), solo ha encajado 2 goles y ha perdido nada más que un partido (Nàstic, 1-0, Jornada 14). Se hace inevitable imaginar desde El Arcángel el monstruo que viene a verle. A un césped de película falto de espectáculo, donde los de Oltra, un domingo de cine, querrán regalar con la entrada un triunfo a su afición en llanto.
