Opinión

El cambio de ciclo económico y político

El año 2015 y el primer trimestre del 2016 se saldaron con un moderado crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), lo que indica que podemos estar ante un cambio de ciclo económico.

Que el crecimiento del PIB es una condición necesaria para la mejora de las condiciones de la mayoría social, es cierto, pero no suficiente, y más aún, en la teoría de los conservadores y neoliberales hay elementos muy peligrosos, como vincular el crecimiento del PIB con la austeridad, la reforma laboral y la perdida de poder adquisitivo. Si damos por cierta esta interpretación falsa, la vuelta al crecimiento hará una sociedad más desigual e injusta.

Así que volver al crecimiento del PIB no supone una mejora inmediata de la situación de los trabajadores y trabajadoras, si no hay una intensa movilización social y política que suponga que el empleo generado no se asiente sobre la precariedad, que se aumente la protección al desempleo, que las pensiones recuperen el poder adquisitivo perdido, que se dote de recursos a la sanidad, a la educación, etc.

En todo caso, no nos engañemos. Esta fase de crecimiento o expansión está más sustentada en factores externos que en aciertos internos. La influencia de la decisión del BCE de intervenir para salvar el euro y, sobre todo, el descenso tan importante de los precios de determinadas materias primas que importamos, entre ellos el petróleo, ha supuesto un factor decisivo o casi exclusivo para el crecimiento en nuestro país. La bajada del precio del petróleo nos hace más ricos al ahorrarnos una parte importante de las transferencias hacia los países productores, y el importante efecto que tiene en las empresas de nuestro país, ya que abarata los costes de producción.

Por otra parte hay que considerar que la política practicada por nuestros gobernantes de destrucción y precarización del empleo, de recortes en las prestaciones, las pensiones o los programas sociales ha llevado a las clases populares de nuestro país a situarlos en los niveles mas altos de la UE en pobreza y en situaciones de exclusión. Incluso el tener un empleo no supone que no estés por debajo del umbral de la pobreza. En esta situación y en determinadas actividades que están tan abajo cualquier incremento se dispara en términos relativos... ¡¡Porque cuando estás en el fondo sólo se puede subir!! Caímos más y ahora, lógicamente, crecemos más. Un ejemplo claro es el sector de la construcción, que en periodo de crisis ha caído su actividad en más del 45%, pero en el 2015 con respecto a 2014 ha crecido un 6%, aunque como apuntaba antes este crecimiento es muy desigual (o bien hay que pensar que la economía está creciendo sobre la desigualdad).

Desde el inicio, la crisis y la forma en que se gestiona han ido afectando de forma distinta a la sociedad o a los distintos niveles de rentas. Pues en la recuperación ocurre lo mismo: Son las rentas más altas las que se benefician y las más bajas a duras penas pueden estabilizar su poder adquisitivo cuando no en determinados sectores se siguen debilitando, por lo que la recuperación se sustenta sobre la desigualdad, con un proceso injusto de distribución de las rentas en contra de los asalariados y a favor de las rentas empresariales.

Pero sigue siendo la falta de empleo el principal problema de la sociedad española. Cuatro millones de personas en paro, 1,6 millones de hogares en los que todos sus miembros están en paro, y lo más dramático son los 750.000 hogares que no tienen ningún ingreso, ni salario, ni pensión, ni prestación por desempleo.

Estas personas no son tenidas en cuenta en la acción de los Gobiernos "o si lo son" es como reserva de mano de obra para presionar a la baja en las condiciones laborales. En todo caso, ha primado en la agenda social de nuestro gobernantes la devolución salarial y los recortes en gastos sociales.

La función fundamental de CCOO es el reparto primario de la renta. Es decir, la negociación del convenio colectivo, del salario que es determinante en el modelo social de un país y es fundamental para crear una sociedad más justa y más democrática. Pero la acción del sindicato tiene que ir más allá, disputando el reparto secundario de la renta, que es el que se produce con el papel redistributivo de las administraciones, como las pensiones, prestaciones sociales, educación, sanidad o las más cercanas como los precios sociales de los servicios públicos y su red y la calidad de los mismos.

Es este reparto secundario de las rentas lo que determina la acción social del Gobierno y, desde luego, la estrategia de la derecha y sus sucesivos gobiernos a las ordenes de la Troika es hacer cada vez más pequeño el papel del Estado, así como un proceso de involución del Estado del Bienestar o "de medio estar", que aún no ha terminado. En el programa de estabilidad 2015-2018 (aprobada por el Gobierno Rajoy el 30 de abril de 2015) se establece un objetivo de déficit de pasar del 5,7% en 2014 a solo el 0,3% en 2018, teniendo en cuenta que el PIB en nuestro país es de 1 billón de euros. Cada punto de déficit equivale a 10.000 millones de euros, recortar más de 5 puntos como plantea el plan de estabilidad supone más de 50.000 millones de euros y lo más preocupante de este objetivo es que el Gobierno ha renunciado al aumento de los ingresos, con lo que pretende corregir el equilibrio de las cuentas reduciendo gastos, y eso puede suponer otra vuelta de tuerca a los recortes.

Un aumento de la recaudación efectiva debe proceder de actuar contra la enorme cantidad de deducciones y beneficios fiscales, y una lucha eficaz contra el fraude fiscal contra los paraísos fiscales y la economía sumergida o ilegal que supone en torno al 25% de nuestro PIB.

Todos los indicadores ponen de manifiesto que está creciendo nuestro Producto Interior Bruto, que aumenta el empleo (aunque sea de forma precaria) y disminuye el número de personas inscritas en las oficinas del SAE-SEPE. Sin embargo, se sigue deteriorando la protección social y crece el numero de personas sin empleo ni prestaciones. El tener un empleo hoy no supone salir del umbral de la pobreza, la elevada rotación laboral convierte los salarios en uno de los instrumentos más perversos de la devaluacion salarial, de la pobreza laboral y la desigualdad, sólo con una subida del SMI y establecer en los convenios colectivos un salario mínimo del sector o la empresa que proteja a los trabajadores y trabajadores más precarios.

Junto a esta situación empezamos a tener un grave problema con los salarios, porque los ingresos por cuotas crecen mucho menos que los cotizantes. Es decir, hay más gente contratada, pero no aumenta en proporción el número de horas trabajadas.

Sin empleos dignos y salarios decentes no podemos decir que estamos en un Estado del Bienestar digno de ese nombre. No tendremos, prestaciones o pensiones dignas, ni servicios públicos de calidad. Nos dicen que estamos saliendo de la recesión pero está saliendo un país más injusto, más desigual, más pobre, con menos protección social y menos derechos laborales y sociales.