Opinión

Un futuro muy incierto

Creo que he comentado en muchos sitios que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, pecó de ingenuo al decir que de la pandemia íbamos a salir más fuertes. Me temo que el presidente pensaba que deberíamos haber tomado nota de lo importante, de lo que valía la pena pelear, de lo que podíamos dejar para otro momento y de lo que debíamos afrontar en estos momentos complicados. 

Ingenuo de Pedro Sánchez y también ingenuo de mí. La realidad nos ha dado un gran bofetón en toda la cara y el mundo no sólo no ha salido de la pandemia más solidario, sino mucho más agresivo y despiadado. 

Un Homo sapiens incapaz de entender su historia. 

Parece que el Homo, autoconsiderado, sapiens no es capaz de entender ni el mundo en el que habita ni las consecuencias de sus actos. Da igual que sea una economía despiadada donde los beneficios particulares mandan sobre los perjuicios a todos los demás o que sea una pandilla de salvapatrias que se arrogan la voluntad del pueblo para hacer lo que les viene en gana y convertir en un infierno la vida de todo aquel que les plante cara. Da igual. 

Las consecuencias de uno u otro modelo son poco diferentes, un enorme perjuicio a muchas personas cuyas vidas podrían seguir siendo normales y más o menos felices, pero que las ven truncadas por la voluntad de unos pocos. Unos pocos que sólo atienden a sus intereses particulares y, si me permiten ser franco, a sus caprichos más absurdos. 

Y eso es el Homo sapiens (autoconsiderado, como ya he dicho). 

La historia debería servir para no repetir los errores, pero me temo que no funciona. 

Esta columna va de ciencia, pero actualmente la ciencia tiene bordes muy difusos. El método científico se basa en la observación, la elaboración de hipótesis, la obtención de resultados de experimentos o de observaciones que confirmen o no la hipótesis y la elaboración de la teoría resultante de estos resultados. Hoy en día hipótesis y teoría se confunden por doquier y ya nadie sabe si se está hablando de una hipótesis (sin resultados que la confirmen) o una teoría (con resultados que la confirman). 

Pero en Historia la discusión debería ser más fácil, ya que los resultados están a la vista, han sido escritos, son hechos concretos que ya han ocurrido y que no necesitan más análisis. Sin embargo, asistimos atónitos a las luchas de unos y otros por torcer la historia para que diga lo que ellos quieren que diga cuando realmente los hechos gritan desquiciados desde los archivos y bibliotecas indicando lo que fue y no lo que nos quieren hacer ver que fue. 

Actualmente, la Historia se convierte en arma arrojadiza para justificar posturas políticas partidistas sobre hechos que ocurrieron hace centenares de años. Hechos que ocurrieron en épocas ni por asomo similares a la actual y en circunstancias que no son extrapolables a nada de lo que pasa actualmente. Pero ahí los tenemos, a los salvapatrias enarbolando las banderas de nuevo para que las huestes enaltecidas les hagan el trabajo sucio y ellos luego puedan vivir del cuento. 

¿De verdad creen que los problemas de Cataluña dependen de que Felipe V de Anjou fue muy malo con los partidarios del archiduque Carlos apoyado por ingleses y holandeses? ¡Venga ya! ¡Que eso ocurrió hace 300 años y fue una guerra entre primos! Pero ahí tenemos a gentes enarbolando la bandera de la infamia y del agravio de hace más de 300 años. 

Mientras, en muchos países europeos vuelven a saltar las alarmas frente al extremismo fascista. Vuelven a ir ganando adeptos los que prometen soluciones fáciles para todos en contra de cualquiera que sea diferente. Es obvio que nadie que vota actualmente ha vivido las situaciones que se vivieron en Europa y España hace más de 80 años. Los que lo vivieron están muertos o casi. Y, sin embargo, el desconocimiento de la historia o la tergiversación de ésta hace que los mismos movimientos vuelvan a ganar apoyo y adeptos. 

Estos negacionistas históricos me recuerdan a los terraplanistas y a los negacionistas de la llegada a la Luna o de la evolución. Como ellos no lo han visto, no existe. Pues no, lo siento, esto no funciona así. No se puede negar la historia una y otra vez simplemente porque no somos capaces de entenderla. 

En este asunto asistimos también a unos negacionistas más peligrosos, aquéllos que niegan los grandes crímenes de la historia reciente. Parece que se nos ha olvidado que el partido Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) de Hitler ganó unas elecciones en 1932, aunque no fue nombrado canciller hasta enero de 1933, y que a partir de ahí Hitler no dejó el puesto hasta su muerte después de dejar su país destrozado junto con casi toda Europa y muchos millones de muertos. Eso que muchos que nacieron en libertad se atreven a negar está volviendo hoy en día. Partidos autoritarios que quieren llegar al poder, países que tienen como dirigentes a quienes no aceptan ninguna regla democrática ni van a dejar el poder de ninguna manera, guerra de nuevo a las puertas de Europa, inestabilidad económica, presiones para ver quién es el mejor patriota que nos lleve al Valhalla del bienestar humano mientras que pierdes la libertad y te es cada día más difícil vivir. 

También se nos olvida que tras la II Guerra Mundial, todos aquellos países que fueron 'liberados' por los ejércitos de la URSS se mantuvieron ocupados por la tropas de la URSS y sus gobiernos fueron puestos a la fuerza a conveniencia del Gobierno de Moscú. Seguro que esto influyó, y mucho, en que en Alemania mataran a muchas personas mientras intentaban escapar saltando un muro que dividió el país en dos. Pero el gran problema es que muchos, hoy en día, niegan que esto ocurriera. ¡Manda narices!

¿De verdad el ser humano no es capaz de cambiar en miles de años de historia? Todo esto que nos ocurre ahora ha ocurrido desde que el primer ser humano se le ocurrió plasmar las epopeyas de los héroes nacionales masacrando a los pueblos vecinos. Los sumerios, egipcios, sirios, griegos con Homero, romanos con Virgilio o las gestas de Julio César, los Omeyas invadiendo la península hispánica, los Españoles entrando a saco en Sudamérica, los Ingleses y Franceses haciendo lo propio en Norteamérica, Napoleón poniendo patas arriba toda Europa y todos los demás no nos han mostrado más que las hazañas de gente que iba a otras tierras a matar a otra gente, a violar a las mujeres y a desmembrar a todo aquél que se les pusiera por delante embebidos en poder divino o simplemente porque les salía de las gónadas, pero nunca utilizando la razón. 

Una verdad incómoda. 

Y, perdónenme por ser tan franco, pero no parece que hayamos aprendido nada de nada. Nada de nada en siglos de Historia de la humanidad, porque volvemos a poner en la balanza nuestros intereses más inmediatos sin pensar, ni por un momento, en lo conveniente. Queremos echarnos en brazos de quien nos prometa el edén donde todo nos será fácil y seremos dichosos sin que movamos un puñetero dedo en lugar de poner de nuestra parte para hacer algo que mejore algo de nuestra vida. 

Sí, ya sé, es más fácil creer que las soluciones vendrán del cielo, pero la existencia de los organismos biológicos no funciona así. Lo siento, hay que poner algo de nuestra parte. Los milagros no vienen de las sedes de los partidos políticos ni de las arengas encendidas de los actos políticos. 

¿De dónde viene toda esta inestabilidad?

Dicen que la economía es una ciencia. Pido perdón a los economistas, pero me temo que no, que no lo es, porque no cumple con un principio fundamental. Este principio consiste en que las hipótesis se deben corroborar con resultados obtenidos de experimentos u observaciones dirigidas a confirmar o no esa hipótesis. 

El gran problema de la economía está en que las hipótesis condicionan los resultados de las observaciones. Si un organismo oficial u oficioso dice que tal empresa o país lo va a pasar mal, automáticamente los mercados (que son un ente así como difuso) reaccionan y provocan que esa empresa o país lo pase mal. Por poner un ejemplo, ¿cuántas veces las agencias de evaluación o el Banco Mundial o el FMI han sacado un informe malo sobre algún país, incluído España, y al día siguiente o los pocos días todo se ha venido abajo? No me contesten. Siempre. 

Y ése es el gran problema de la Economía como ciencia, que cualquier cosa que se prevea afecta al resultado. 

La pandemia paralizó la economía mundial, los fondos de inversión y muchas empresas se vinieron abajo, los mercados internacionales bajaron, los valores en bolsa de muchas empresas (especialmente las más grandes) bajaron y eso no mola. Nada. 

¿Qué ocurre cuando todo vuelve otra vez a moverse? Pues que todo es un problema, todo cuesta mucho más (aunque sean los tomates del huerto de la periferia de la ciudad) y la energía es mucho más cara. Claro que si la energía es más cara todo es más caro. Las empresas de transporte gastan más en llevar las cosas, los aviones gastan más en volar, las empresas gastan más en funcionar con carburantes o electricidad. Todo cuesta más. Pero, ¿por qué la electricidad, el gas o los carburantes están mucho más caros que antes? Dicen que es por la demanda de energía, pero es imposible que esta demanda sea mayor que la de 2019 cuando el coste de la energía era más bajo. 

La conclusión a la que yo llego es que simplemente todo lo perdido en 2020 y 2021 ha de ser recuperado cuanto antes y por eso lo más básico, que es la energía, es objeto de uno de los factores más usados en la historia humana: La especulación

Y si a todo ello le sumamos la inestabilidad geopolítica alimentada por la incapacidad humana para llegar a acuerdos más aún cuando mis hormonas son más grandes que las tuyas, pues acabamos de nuevo en otra crisis mundial. Una crisis en la que muchas personas normales, tranquilas, familiares, que no molestaban a nadie son obligadas a matar o a morir, porque a alguien le dio por intentar solucionar el problema por las bravas. Personas que ven frustrada su vida por culpa del egoísmo patológico de los salvapatrias que no saben más que querer pasar a la historia como sus predecesores, como conquistadores o vencedores de guerras que han llenado de sangre la Historia de la Humanidad. 

Un aplauso para el Homo sapiens

#Sinconciencianohayfuturo.