Opinión

Ciencia, religión y misoginia

Hace casi cuatro años escribía en esta sección un artículo titulado 'Anatomía, sexo y respeto' en el que comentaba cuatro casos que ocurrieron ese mismo verano al respecto de lo que las mujeres deben o no deben mostrar en determinados lugares religiosos. Han pasado cinco años y la cosa no ha cambiado mucho, los mismos comentarios son totalmente aplicables incluyendo la vuelta a la opresión de la mujer en Afganistán. Algo a lo que parece que nos hemos acostumbrado.

Estamos tan acostumbrados a esos comportamientos que casi vemos normal que en los monasterios de Meteora, Grecia, unos estupendos edificios construídos milagrosamente en lugares casi inaccesibles, los hombres deben llevar pantalones largos y las mujeres faldas y, por supuesto, no enseñar más de la cuenta. A mi hija mayor se la llevaban los demonios. 

En Meteora, en el Vaticano, en muchas iglesias italianas o en la catedral de Barcelona encontraremos estas prohibiciones. Debe ser que es lo que Dios manda, lo que Dios quiere, lo que mandan los cánones y el respeto a los hábitos de quienes habitan en los monasterios de Meteora gracias a los 3 euros por visitante. De nuevo, la religión mandando qué es lo que debemos o no debemos mostrar y cómo hacerlo, aunque esencialmente más beligerante con las señoras y niñas para las que tienen preparados unos estupendos y grandes pañuelos al precio, también, de 3 euros. 

Carteles en Meteora (Grecia)
Carteles en Meteora (Grecia)

Seguro que alguien me va a tachar de exagerado pero de esto a otras cosas como los casos de violación sistemática de las mujeres en la guerra de Ucraniael cambio de legislación sobre el aborto en EEUUla prohibición de un anuncio en Irán donde una mujer tomaba un helado o cualquier represión a la mujer simplemente por ser mujer en cualquier país del mundo por cualquier motivo religioso simplemente demuestran la misoginia apoyada en las creencias y en el poder de la religión y sus mandatarios.

¿Y todo ello por qué lo digo? Porque en las religiones, especialmente las monoteístas, hay un tufo a misoginia imposible de soportar. Un tufo que enseña que el hombre está por encima de la mujer desde el principio de los tiempos, desde que Dios fabricó a la mujer de una costilla del hombre (Génesis 2, 21-22) como si fuese su posesión. Pero claro, tal vez quienes pusieron negro sobre blanco esa supuesta obra de Dios eran hombres y ya saben eso de que quien escribe es el dueño del relato. 

Yo creo que ese relato es un relato interesado y voy a usar ese mismo relato para mostrar que el mayor problema es que de alguna manera el hombre impone su voluntad a través de la religión porque entiende que la mujer estaba más preparada para entender el mundo y tenía y tiene miedo a eso.   

La religión como apoyo del hombre contra la ciencia de las mujeres. 

En 'Sapiens. De animales a dioses', Yuval Noah Harari relata la historia de la humanidad desde un punto de vista controvertido pero que hace pensar. En la sección 2 del libro relata la importancia que la llegada de la agricultura supuso para la formación de grandes núcleos de población y, por tanto, de la civilización. Pero eso también supuso la llegada de dos castas que se han apoderado del poder en el mundo: la casta guerrera y la religiosa, ambas dominadas por el hombre. 

Pero, ¿era igual antes de la llegada de estos grandes núcleos de población? Pues parece que no. En las sociedades más pequeñas de cazadores-recolectores, el hombre tendría una posición más de cazador mientras que las mujeres se encargarían más de la recolección y eso lleva a dos tipos de inteligencia diferente. El primero a los modos de cazar, trampear, encontrar oportunidades para matar las presas. Las mujeres para conocer el terreno, las plantas y sus usos nutricionales y medicinales, lo que era venenoso y lo que no y posiblemente cómo cocinar mejor los alimentos. Es decir, una ciencia más relacionada con la alimentación, la curación y la procreación.  

Volviendo a las escrituras, que insisto, seguro que fueron escritas por hombres en esos albores de la civilización, Dios le dice al hombre que puede comer de cualquier árbol pero no del árbol de la ciencia del bien y del mal y le miente diciéndole que si come morirá (Génesis 2:16-17). A esto que llega la serpiente y engatusa a la mujer para que coma y ahí la Biblia de Jerusalem que usamos muestra un aspecto interesante, la serpiente dice que Dios ha mentido y que si comen se le abrirán los ojos y serán como Dioses, conocedores del bien y del mal (Génesis 3:5). La mujer come porque el árbol es apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría y le da a comer a su marido (Génesis 3:6). Y entonces ambos abren los ojos y reconocen la verdad, disciernen entre el bien y el mal. ¿Y por qué es eso tan malo? Pues porque a más conocimiento de todo, menos espacio para la religión y la creencia. 

Mi lectura de este paisaje del Génesis es que relata que las mujeres conocían los secretos de múltiples plantas, hongos y alimentos y que ese era su pecado a la vista de los redactores del Génesis y otros pasajes. ¿Qué hay de malo en el conocimiento? Nada, pero en nuestro acervo cristiano se ha convertido en el pecado original. ¿Es el pecado original el conocimiento? ¿De verdad? ¿Y la mujer tuvo la culpa de ese conocimiento? Pues, con todos mis respetos, ¡vaya tela!

A partir de ahí, ya saben, lean la Biblia y encontrarán siempre a la mujer como una actriz secundaria con papel de madre, mujer, sufridora, prostituta o concubina decapitadora de héroes. Poco más. La mujer no tiene nada que ofrecer en las escrituras y por ello tanto en la cultura judía, cristiana y musulmana que beben de las mismas fuentes su papel siempre es menor. Por poner un ejemplo "vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas" (Génesis 6:2). Poco más que decir. 

Brujas y hogueras: El autoritarismo contra la ciencia. 

No es de extrañar que todo este abono contra el conocimiento de la mujer siga en sociedades como la de los grupos más extremistas musulmanes pero también judíos y cristianos donde la mujer tiene muy limitado el acceso al conocimiento y están subyugadas a la voluntad del marido. No muy lejana a la sociedad de posguerra civil española donde hasta para tener dinero en el banco era necesario el marido. 

Antaño era mucho más crudo ya que no pocas mujeres han sido quemadas en la hoguera por haber sido condenadas por brujas cuando simplemente eran mujeres con conocimiento de medicina, anatomía, botánica, sexualidad o reproducción.  Todo un agravio para una sociedad muy masculina y desconocedora de muchas cosas. 

En la famosa Salem Lot, 14 mujeres y 5 hombres fueron ahorcados acusados de brujería por lo que posiblemente fue un brote de intoxicación por cornezuelo del centeno aunque también se barajan la histeria colectiva o un enfrentamiento entre partidarios religiosos. En una sociedad sin conocimiento, las cosas siempre son misteriosas y alguien debe tener la culpa y no hay nada mejor que el miedo para controlar a una población.

Tampoco se han salvado de estas cuestiones los hombres, no crean. La ciencia contra la religión tiene todo un reguero de condenas como la que sufrió Galileo por decir lo que ahora todos sabemos (excepto los terraplanistas). Giordano Bruno cometió el terrible acto de llevarle la contraria a la Iglesia y decir que la Tierra no era el centro del Universo y otras lindezas por el estilo. Murió en la hoguera en Campo dei Fiori, en Roma en 1600. Miguel Servet murió en la hoguera el 27 de octubre de 1553 en Ginebra entre otras cosas por afirmar cosas que no convenían a la Iglesia y por describir la circulación sanguínea

Hoy en día tenemos que luchar contra la rémora del pasado. Las Universidades españolas están llenas de mujeres que tendrían que ver el futuro sin más obstáculos que los de cualquier hombre. Sin embargo todavía se encuentran con guetos masculinos que ven con malos ojos la intromisión del sexo femenino en su cómodo club privado masculino. 

Si me lo permiten, comportamientos muy enraizados en criterios religiosos donde la mujer sigue teniendo un papel secundario, de cuidadora del marido y a expensas de su voluntad. Donde las niñas deben estudiar ciertas cosas y los niños otras y, si es posible, en aulas separadas. 

No se crean, es más común de lo que creemos y vemos. Sigue ahí como si los machotes tuviéramos miedo a que la mujer, que nos llevó al conocimiento de la mano de EVA, nos supere en conocimiento cuando ya nos dan trescientas vueltas en muchísimas cosas.

#Sinciencianohayfuturo.