ALIVIO ACOMPAÑADO DE PRUDENCIA

Sensación de libertad en farmacias y centros de salud de Córdoba sin la mascarilla: "¡Ya era hora!"

Han sido tres largos años con la protección constante por la llegada de la Covid-19 y hoy hubo trabajadores de los centros de salud que no se la han quitado o lo han hecho ya a media mañana
José Félix Oleaga y una compañera suya sin las mascarillas en la Farmacia Conservatorio
photo_camera José Félix Oleaga y una compañera suya sin las mascarillas en la Farmacia Conservatorio

Farmacias y centros de salud eran los últimos de Filipinas ante la Covid-19. Durante tres años han estado llevando la mascarilla puesta hilera frío o calor (estamos en Córdoba) y ahora el Gobierno por fin ha levantado la mano también con este colectivo, después de hacerlo con el transporte público el pasado 7 de febrero.

Ya sea por el prolongado tiempo conviviendo con esa protección en nariz y boca que los ha acostumbrado a ella o porque son un colectivo muy prudente, la sensación de libertad y alivio en los centros cordobeses ha venido esta mañana acompañado también de cierta reticencia a dejarla a un lado, especialmente en los centros de salud.

Ha sido el caso por ejemplo, del que hay en Huerta de la Reina, donde hasta media mañana no se las han quitado e, incluso, hay profesionales que no lo han hecho, más por los usuarios y usuarias que por ellos mismos. "La enfermera que está haciendo las curas no se la ha quitado, por ejemplo", ha indicado la responsable, quien también ha destacado la inseguridad ante la información porque, pese a ser algo comunicado desde el Gobierno públicamente, "nadie nos lo ha dicho directamente y eso, en un centro con personas enfermas tiene mucho peso".

De igual modo, en el ambulatorio de Avenida de América la sensación de los trabajadores era de "absoluta libertad", sobre todo por estar en verano, aunque también se veían usuarios con la mascarilla, que la seguían manteniendo de manera voluntaria, a pesar de que "sabemos que ya no es obligatoria".

José Félix Oleaga, de la Farmacia Conservatorio, en Ángel de Saavedra, se ha sentido aliviado, pero no sólo por los trabajadores del local, "que han sufrido durante la pandemia trabajar en condiciones muy complicadas", sino, sobre todo por la clientela. "Eran muchísimos los que llegaban, veían que no tenían mascarilla y se quedaban en la puerta sin saber si entrar o no; eso se acabó y me alegro mucho por ellos, porque esa incertidumbre era lo peor".

Y es verdad que desde que la mascarilla dejó de ser obligatoria, mucha gente acostumbrada ya a no llevarla dejó de coger un taxi o un autobús o tenían que volver sobre sus pasos antes de entrar en una farmacia, un centro de salud o un hospital.

"Ahora los pacientes tienen claro que ya nos les hace falta; tienen una mayor libertad para moverse con nosotros", ha añadido Oleaga, quien ha reconocido también que "nosotros, evidentemente, trabajamos más cómodos".

Jesús García Gigante y Juan Cantarero Roa, de la Farmacia Óptica Cantarero
Jesús García Gigante y Juan Cantarero Roa, de la Farmacia Óptica Cantarero

Pero hay más. Es la señal de que la incidencia de la Covid está en una fase que ya no es peligrosa. "Que nos digan que ya no hace falta nos hace sentir más seguros, como ocurrió cuando pasamos de la mascarilla FPII a la quirúrgica, que pasamos a otro nivel".

Por eso, el farmacéutico ha dicho con convencimiento que "ahora sí podemos decir ¡ya era hora!".

No es el caso, por ejemplo, de quirófanos y algunas partes específicas de los hospitales, donde la mascarilla sigue siendo obligatoria.

En la farmacia Beltrami, en la Plaza de Las Tendillas, piensan igual. "Nos sentimos liberados; por fin, después de tanto tiempo, ya era hora". Otra cosa diferente es lo que ocurrirá con la mampara. "Va a ser algo más complicado quitarla, porque la distancia con el cliente es muy corta en el mostrador y mantiene la distancia; nos sigue dando sensación de seguridad".

Quienes sí han retirado la mampara, la semana pasada, incluso, son los de la Farmacia Óptica Cantarero, en El Nogal. Otra cosa es que l tengan a mano "por si hay que volver a ponerla", pero hoy el mostrador esta limpio y los rostros de quienes trabajan allí, Juan Cantarero Roa y Jesús García Gigante, perfectamente visibles.

También ellos han tenido una sensación algo rara. "En este primer día, después de tanto tiempo con ella puesta, como mínimo nos genera una cierta incertidumbre, pero no miedo, porque no dejamos de ser personas también y cuando salimos no no las ponemos tampoco, pero sí un poco de extrañeza", han indicado desde allí.

Los clientes y clientas ya venían con la lección sabida y han estado entrando sin la mascarilla. Incluso hubo casos que pidieron a sus farmacéuticos que se quitaran la mascarilla ayer por la tarde. Pero también es verdad que muchos de ellos y ellas ya estaban yendo sin la protección, por lo que para esas personas lo de hoy se queda en mera oficialidad.