MUJERES INTERESANTES DE CÓRDOBA

Wallada, un bello espíritu rebelde en un integrista mundo patriarcal que se desmoronaba a pedazos

La última princesa Omeya nunca se casó y hasta formó parte de un consejo de gobierno formado por hombres donde daba su opinión
Pintura de Wallada de Adrien Henri Tanoux
photo_camera Pintura de Wallada la Omeya, de Adrien Henri Tanoux

En la historia de esta singular y bellísima ciudad también se han dado personajes un tanto ambiguos, dignos de admiración, por un lado, y de reproche, por otro. Ése podría ser el caso, sin duda, de una de una princesa omeya más cultas del Califato cordobés, Wallada bint al-Mustakfi, hija que fue de Muhammad III, décimo primer califa que huyó de Córdoba disfrazado de mujer, y de la esclava persa Amin´am.

Y precisamente de su madre es de quien pudo heredar sus genes más rebeldes. De ella también obtuvo buena parte de la belleza que la caracterizaba, con unos hipnóticos ojos negro azulados, un abundante cabello de color carbón y un esbelto cuerpo casi diseñado para la danza. Y como elemento llamativo Amin´am le enseñó a hablar griego, pero no el árabe en claro gesto de rechazo hacia su situación de esclava.

Esa altivez para la época también tuvo su reflejo en su hija, de quien se dice que se paseaba por la calle sin ocultar el rostro con el velo y en sus vestidos bordados versos, que algunos decían que también llevaba tatuados en su cuerpo, sobre su libertad a la hora de elegir o rechazar amantes, ya fueran hombres o mujeres.

El maestro poeta Ibn Hazm se encargó de su educación y desde el principio se dio cuenta de sus sorprendentes capacidades intelectuales, que se vieron reflejadas sobre todo en su obra poética.

Wallada la Omeya, en una pintura de Frederick Arthur Bridgman

Su infancia y adolescencia no fueron fáciles, a pesar de lo que su condición de sangre real pudiera hacer creer lo contrario. Hay que recordar que por entonces Córdoba era una ciudad convulsa, con constantes enfrentamientos y calles peligrosas. Además el lujo inicial con el que vivió con su padre fue perdiendo fuelle y acabó en el harén del rival que derrotó a Muhammad III. Se sabe que el nuevo califa, Qasim, la adoraba a ella como mujer, y le encantaban sus versos, pero no le tocó ni un pelo, porque no estaba a su altura, además de ser especialmente permisivo con ella.

Pero cuando Wallada tenía 16 años Yahyá Alí ibn Hammud expulsó a Qasim y el nuevo califa ya no fue tan delicado con ella. El motivo es que éste sí pr atendía yacer con ella prometiéndole inmensas riquezas a cambio. Ella, siguiendo la llamada de su sangre, se negó y cayó en desgracia.

No fue el único califa que conoció Wallada. Tras Yahyá llegó el turno del cultísimo Abderramán V, que la admiraba por su rebeldía ante su antecesor y la nombró consejera de su gobierno, estando presente en las reuniones con el resto de sus allegados, todos ellos varones.

Eso incluye una estancia en el Alcázar, con autorización para salir con total libertad, así como para elegir a sus servidoras de confianza. Con éste, sin embargo sí se conocieron mutuamente (en el sentido bíblico del término), pero no se quiso casar con él porque sospechaba que no tenía mucho futuro. De hecho no se casó nunca y como heredó los bienes de su padre pudo abrir su palacio a la educación de las mujeres de buena familia hasta las mujeres de baja condición e incluso las esclavas, y acudían además los poetas y literatos.

Su actitud fue diana de las críticas integristas, pero también también tuvo defensores de su integridad moral, como fue el caso de su afamado tutor, que la conoció mejor que el resto y sabía cómo era en su interior.

Entre sus alumnas destaca Muhya bint al-Tayyani, que era de condición muy humilde, ya que su padre era vendedor de higos. Se dice que Wallada tuvo con ella una relación lésbica cuando la acogió en su palacio, pero la relación acabó muy mal y la acabó denigrando con crueles sátiras.

Ibn Zaydun y Wallada

Si por algo fue famosa también Wallada es por su relación con Ibn Zaydun, un estudiante de derecho que había huido porque era partidario de los omeyas y que, en consecuencia, estaba mal visto por los bereberes que apoyaban a Qasim. La relación, en efecto, comenzó en el harén de quien expulsó a su padre. Primero recibiendo versos anónimos que aparecían envueltos en pañuelos, cajas con incienso o libros, y luego ya firmados.

Se enamoraron mutuamente y mantuvieron un intercambio de versos de amor apasionados, hasta que Ibn Zaydun le es infiel con una esclava de Wallada, en primera instancia, si bien por ciertos versos que ella le escribe con despecho posteriormente bien podría ser una mujer de piel negra o incluso un varón, ya que ella indica abiertamente que al poeta le iban las vergas.

Y como elemento curioso, su muerte, en el año 1901, coincide con el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba, y se da paso por completo a los Reinos de Taifas y el final del Califato cordobés.