TEATRO

Ser o no ser sigue siendo la cuestión

El Gran Teatro acoge mañana una particular versión de Hamlet que sigue mostrando la vigencia de este clásico.

Hamlet
photo_camera Escena de Hamlet

Teatro Clásico de Sevilla presenta mañana sábado en el Gran Teatro de Córdoba (20:30 horas) uno de los títulos más inmortales de la escena universal: Hamlet, de William Shakespeare. Con dirección y dramaturgia de Alfonso Zurro,  el montaje ha cosechado un gran éxito desde su estreno el pasado verano en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, institución que figura como coproductora del espectáculo  junto con el Festival de Niebla y la propia compañía.

“Hamlet es inabarcable”, aseguran los creadores de esta nueva propuesta sobre el drama que el genial autor inglés desarrolló en torno a la atormentada figura del príncipe danés. Para la compañía, la elección de este texto radica en que “es la obra dramática por excelencia, la más representada” y, a la vez, una obra de arte debida a un autor que es todo un punto de referencia “por el encanto y la riqueza de su lenguaje, la excelente elaboración dramática de sus obras, porque sitúa al hombre como el centro de su propio destino, por su dominio de la tragedia y la comedia, del realismo y el simbolismo”. En resumen, hacen suya la sentencia de Diderot: “Lo sublime y lo genial brillan en Shakespeare como relámpagos en la noche profunda”.

Según la compañía, la grandeza de Hamlet se encuentra precisamente en los múltiples sentidos que ofrece la obra: una distancia en el tiempo que permite actualizarla y someterla a múltiples interpretaciones. En su opinión, el texto llega al espectador moderno permitiéndole una interpretación de sí mismo, una posibilidad para observar la tragedia del hombre moderno, enfrentado a la inaplazable pregunta: ¿qué sentido tiene nuestra vida si vamos a morir?. Y por encima de todo, Hamlet es la ambición del poder. El poder como manipulador, corruptor, vengativo, asesino... Una ambición que mueve a los personajes y los aboca a la confrontación y la destrucción. Esta  es la base conceptual del espacio escénico diseñado por Curt Allen Willmer. En él  se coloca a Hamlet ante un mundo de espejos para que el espectador escudriñe en su propia conciencia a través de la imagen y las palabras.

Las excelentes críticas cosechadas por este Hamlet destacan las interpretaciones de unos actores con los que Zurro “orquesta un montaje que se ajusta a la perfección a una escenografía cargada de belleza y de una versatilidad admirable”, a la vez que elogian la “libertad encomiable” con la que el director se enfrenta a la obra. En el reparto, un puñado de actores en estado de gracia: Pablo Gómez-Pando (Hamlet), Juan Motilla  (Claudio), Amparo Marín (Gertrudis), Rebeca Torres (Ofelia), Antonio Campos (Horacio), Manuel Monteagudo, Manuel Rodríguez, José Luis Bustillo  y José Luis Verguizas.

Teatro Clásico de Sevilla es una compañía que cuenta con el bagaje y experiencia de muchos profesionales de las artes escénicas provenientes de muy diferentes ámbitos. Su primer objetivo es acercar piezas clásicas a un público cada vez menos acostumbrado a ellas. “Nos interesan -dicen- por su valor artístico y literario, porque conectan con el imaginario colectivo autóctono y con el de más allá de nuestras fronteras”. Por otro lado, la compañía pretende aglutinar a profesionales, a la manera de un colectivo abierto que acoge a actores y directores de diferentes espacios artísticos para implicarlos en el arte de la dramaturgia clásica.