"Un Patio es una tregua frente al ruido y la cólera", parafraseando a Antonio Pereira; "la fiesta de la vida nace en las Cruces de Mayo"; "Los Patios, la evocación del Jardín del Edén encerrado entre cuatro paredes"; "aquí cuando nos peleamos, nos tiramos flores". Han sido algunos de los momentos más lúcidos y poéticos de esta noche en el pregón al Mayo Festivo Cordobés, a cargo del torero Manuel Díaz, ante un Teatro Góngora lleno, y que ha dedicado algo más de un tercio de su discurso de 20 minutos a la exaltación de la tauromaquia.
Ya lo había advertido él mismo al señalar que venía a Cordoba a dar su visión de las fiestas desde su profesión y no se ha quedado corto. Ya antes, el alcalde, José María Bellido (PP), había presentado al pregonero como "uno de los grandes iconos de la tauromaquia y España en los últimos tiempos", para añadir que "la tauromaquia, los toros es un arte que continúa vigente en nuestros tiempos. Su aportación a la sociedad es tan necesaria como lo es desde hace siglos, porque pretende responder a cuestiones que no han sido capaces de responderse por el hombre. Un rito que pone a prueba, que pone, incluso, en tela de juicio, a un ser humano, si es necesario, si hiciera falta, incluso, a cambio de su propia vida".
Y si el regidor le echo un capote, éste fue reconocido por el invitado, quien en mitad de su discurso le espetó que "para las próximas elecciones, me puedo venir a echarte una mano; aquí me tienes".
El 'Cordobés', de hecho, ha recogido el testigo de Bellido y, con abundantes referencias a los toros, se ha lanzado a pregonar unas fiestas, en las que ha cargado las tintas en la parte de la fiesta taurina, previa solicitud de permiso al respetable. "El torero es un artista, un creador, que persigue dar salida a un mundo interior inquieto y rico que se han preguntas que no vale la pena las respuestas", ha comentado diciendo. Según el pregonero, el auténtico miedo del torero es "el fracaso y su soledad". Fracaso con "uno mismo, de no estar a la altura, que no hemos cumplido con el suelo con el que alguien compra su entrada para vernos".
También ha indicado que ser torero implica y obliga a ser "honrado, en un proceso que lleva al límite la búsqueda constante de identidad". Y en este punto ha querido ensalzar la figura de su padre, como "ejemplo extraordinario de una época reciente", y que, "con su modernidad supo conectar con el mundo" siendo "el cordobés más ilustre y famoso que ha sabido llevar el nombre de Córdoba a los cinco continentes".
Tras calificar a los toreros como "seres que nos sentimos distintos" y como "una hazaña para la que estañen destinada muy pocos", Manuel Díaz ha reconocido que "el toro me lo ha dado todo" y "no puedo ni quiero vivir de otro modo", arropado en una valores que aporta su profesión, como son el orgullo, el conocimiento propio y el respeto, que "han sido descartados por la sociedad".
Igualmente, ha aportado algunas pinceladas de cuando de chico correteaba por Córdoba, como cuando escuchaba las conversaciones en el bar La Plata a los taurinos, que le hicieron soñar con coger el capote cuando cogía la línea 20 de Aucorsa y cruzaba el viaducto. Aquellas charlas ya le hicieron sentir "amor, respeto y cariño" hacia "mi héroe, mi ídolo y a quien me quería parecer": Su padre. "MI padre es El Cordobés; yo me siento de aquí y ahora hemos vuelto los dos".
Un final que ha arrancado la ovación del público asistente con gritos de "¡torero!" y que arrancaron aplausos más fuertes si cabe, cuando padre e hijo se abrazaron de nuevo sobre el escenario como ocurrió aquel 14 de febrero de 2023 cuando lo hicieron por vez primera en Córdoba.
El acto, que presentó Inmaculada Aguilar, estuvo enmarcado entre un primer recital flamenco a cargo de Niño Seve a la guitarra, con esos acordes tan naturales al oído de los cordobeses por ser el que marca las horas el reloj de Las Tendillas, y Miriam Montes al cante, y un final de danza española estilizada a cargo de Estrella Terrón y José Rabasco.
