CULTURA Y CINE

Córdoba se queda huérfana de cines de verano tras la muerte este viernes de Martín Cañuelo

Responsable de la empresa Esplendor Cinemas, en la que funcionaban los cines Delicias, Fuenseca, Olimpia y Coliseo San Andrés
Presentación en el Fuenseca del ciclo Animacine
photo_camera Martín Cañuelo en la presentación del ciclo Animacine en el Fuenseca

Con el verano a la vuelta de la esquina, la capital cordobesa ha recibido como un mazazo la muerte ayer, viernes, por derrame cerebral de Martín Cañuelo, quien, junto a su pareja, María del Carmen, se encargaban de sacar adelante la empresa Esplendor Cinemas, en la que funcionaban cuatro cines de verano: Delicias, Fuenseca, Olimpia y Coliseo San Andrés.

Ciclo de Música Proyectada en el Cine Fuenseca
Ciclo de Música Proyectada en el Cine Fuenseca

Un doble mazazo, en realidad, porque al hecho de que Martín Cañuelo era un hombre muy querido entre los cordobeses y cordobesas, había conseguido, tras 25 años de arduo trabajo, que esa mágica tradición de los cines de verano en Córdoba se convirtieran en todo un evento social de la ciudad en época estival. Algo que no había conseguido hundir ni la pandemia.

La pregunta que se hace todo el mundo es qué va a pasar con los cines de verano sin el que fuera su 'alma mater, ya que él se encargaba de la programación, prácticamente con el estío a la vuelta de la esquina (en junio se abrían al público habitualmente), y además con la programación pendiente del cine musical dentro de la programación complementaria al Festival de la Guitarra, que estaba teniendo bastante éxito en ediciones anteriores.

Martín Cañuelo con su colección de carteles de cine originales en el Fuenseca
Martín Cañuelo con su colección de carteles de cine originales en el Fuenseca

Para este año, de hecho, el ciclo denominado 'La Música Proyectada' está previsto para los días 3 , 4 y 5 de julio.

En cualquier caso, y teniendo en cuenta la afición de la ciudadanía cordobesa al cine de verano lo lógico es pensar que su familia continúa adelante con esta tradición, para que en esos cuatro solares en mitad del Casco Histórico, donde la temperatura baja en torno a cinco grados en comparación con el exterior, se sigan contando historias a la luz de la luna.