FOTOGALERÍA: Del regalo de Porter a la sorpresa de Álvaro Toscano en el Festival de la Guitarra
La plaza de toros de Los Califas "hasta la bandera" literal con el concierto de Hombres G; lleno también (con unas 200 personas) en el concierto de Pedro Guerra en el Palacio de Congresos. Serían motivos más que suficientes para alegrarse si no fuera porque de manera incomprensible ambos conciertos han coincidido en el tiempo, ayer, con el 'plato fuerte' del Festival de la Guitarra, el concierto de Gregory Porter en el Teatro de La Axerquía, que si bien no estuvo mal de entrada, la contraprogramación de conciertos para ese día es indudable que le dio 'un buen bocado' al público que en teoría tendría que haber estado en esta actuación.
Es cierto que cada tipo de música tiene su público, pero es indudable que alguien que va a ver a Hombres G puede ir perfectamente a disfrutar de la actuación del señor Porter, considerado a día de hoy la mejor voz del mundo en materia de Soul-Motown o Soft-Soul y que además era la única actuación prevista de este artista en todo el Estado. Esto no es Nueva York y no aguanta bien más de tres conciertos a la vez. Pero, bueno, que cada palo aguante su vela.
La jornada de ayer por la noche del Festival resultó elevada en calidad. En el Góngora, aproximadamente a las 20.30 horas salió al escenario una de las grandes sorpresas (o descubrimientos, según quiera verse) de este evento cultural. Cordobés, muy joven, muy, pero que muy premiado, pero sin haber sido invitado a participar hasta la fecha. Había curiosidad por conocerlo y no defraudó en absoluto. Ni en la elección de su programa ni en su particular manera de interpretarlo.
Hasta tal punto, que el público asistente, algo más de tres cuartos de butacas (entre ellos abundancia de anglosajones), celebraron con una fuerte ovación y de pie prácticamente todas las piezas de su programa, titulado 'Vistas al mar', porque los autores elegidos por él nacieron a orillas del Mediterráneo, desde la inicial Fantaisie et Variations brillantes, Op.30, de Fernando Sor, considerado el 'Beethoven de la guitarra', con la que demostró que tiene la rara habilidad de hacer muy fácil lo complicado, hasta las melancólicas obras de Vicente Asencio, pasando por Joaquín Rodrigo, Isaac Albéniz o Marco Smaili, el único de los autores que sigue vivo.
Toscano es todo un espectáculo verle tocar. Por lo pronto, acaricia las cuerdas con manos ingrávidas, con movimientos casi de danza sobre el instrumento y una suavidad delicada como si manejara cristal o copos de nieve. A veces da la sensación de contemplar a un arpista. Además está la posición con que mantiene el instrumento, más como si fuera un contrabajo que una guitarra, abrazándola sin fuerza en un gesto ambiguo de liberación instrumental pero sin dejarla nunca marchar. Y para quien tenga la oportunidad de verle en directo no se pierdan los detalles de su estilo, ni siquiera el de los pies, con los que marca sin darse cuenta los giros de un tema o incluso la entrada a un pasaje de latente dificultad, que sólo él conoce.
Su actuación supo a poco. Y eso que incluyó esas curiosas piezas entre tema y tema, que forman parte su repertorio mental y que utiliza para reafinar la guitarra a una velocidad inusitada, desentumecer los dedos o dejarse llevar con el pensamiento muy lejos para regresar de golpe al momento inmediato. Toscano es de los que incluso se arreglan las uñas en pleno concierto para no perder el menor timbre de una nota casi inaudible.
Una delicia para los oídos, muy a pesar de que a más de uno se le olvide bajar o apagar sus escandalosos móviles, y regaló a los presentes con dos bises a bases de conocidas coplas, 'La Zarzamora' y 'Ojos verdes', que, en su opinión, son señas de identidad de este país en un mundo excesivamente globalizado, donde vayas donde vayas "suena el mismo tema".
Y de Córdoba a Sacramento, ciudad natal de Gregory Porter, que ofreció un concierto muy jazzístico, pero no de Jazz. Y me explico. Algo hubo de ese estilo, una pizca, como también hubo un toque de Gospel, una esencia de Funk y hasta un poquito de R&B aderezado con Soul, pero si hubo formato Jazz a la hora de actuar, con improvisaciones vocales (alguien como él puede permitírselo) e instrumentales, pero sin salirse mucho del guión. Se divirtieron buscando la complicidad de un público virgen de su presencia, porque era la primerísima primera vez que pisaba tierras califales.
En su caso fue la demostración viva de lo importantísimo que es rodearse de músicos de excelencia. Muy destacables Chip Crawford al piano (quien se atrevió a regalar en su momento de gloria notas con toques hispanos), el inmenso Emanuel Harrold a la batería y Ondrej Pivec con ese órgano Hammond bañado magistralmente en luces azules. Pero personalmente me quedo con el insuperable saxo de Tivon Pennicott (que es de los que al terminar una de sus actuaciones opta por alejarse hacia el fondo mientras el público se lo agradecemos aplausos en un maravilloso gesto teatral) y la maestría de Jahmal Nichols con el contrabajo.
Fue con él con quien Porter se entretuvo jugando con la voz, mientras Nichols le iba marcando temas con sus cuatro cuerdas, entre ellos el 'My Girl' de los Temptations, sonidos de Reggae y hasta un guiño al 'Smoke on the Water' de los Purple. Fue el preludio de un prolongado popurrí de temas de casi 10 minutos con el que cerró el programa que tenía previsto interpretar.
También Porter y su grupo tenían detalles curiosos que destacar. ¿Por qué concentrarse en unos pocos metros cuadrados cuando tenían un inmenso escenario donde expandirse a gusto? Ni idea, pero prefirieron colocarse en el centro obviando todo el resto de las tablas, emulando la situación y estrecheces de un pequeño club de música. De hecho, en partes del concierto si uno cerraba los ojos podía imaginarse que estaba en un casino de Las Vegas disfrutando de una actuación de Motown de los 70 (sólo que sin coros femeninos).
¿Saben cuál fue su bis? Ni más ni menos que el bolero 'Quizás, quizás, quizás', de Andrea Bocelli... Pero imitando el estilo de Nat King Cole. Muy grande. Por cierto, no sé si se han dado cuenta de que en el Festival de la Guitarra Gregory Porter actuó sin una sola guitarra en el escenario. ¿El instrumento blanco que había al fondo y que de cuando en cuando utilizó el señor Jahmal Nichols? Era un bajo eléctrico.
Para rematar la faena, una más que excelente sesión de música negra, con la que los más curiosos pudieron aprender (y mucho) de nuevos grupos, como fue el caso de Ceux Qui Marchent Debout (búsquenlos), a cargo del DJ Mr. White en El Ambigú de La Axerquía.
FOTOS: FESTIVAL DE LA GUITARRA.
