Son un cáliz de plata dorada del siglo XVIII, un corazón pectoral con siete puñales, un tríptico con varias imágenes religiosas y un cuadro de una estación del Vía Crucis
La persona receptora de los robos usaba una red internacional para vender oyas, teléfonos móviles, tablets, herramientas, televisiones, ordenadores o hasta bicicletas