"No te vayas, por favor".
¿A quién no le retumban en los oídos todavía esas palabras? Parece que fue ayer cuando sonaban mis pasos decididos yéndose y dejando a mis espaldas a quien siempre quise darle la mano.
Me fui, es cierto.
Quise hacerlo, es cierto.
Me sentí liberada, también lo es.
Pero te aseguro que tampoco me quedaba otra opción.
Bajarte el arma a diario para que no siguieras disparándome, pudo conmigo. Con nosotros.
Eras tú o yo y, aunque siempre fuiste tú, llegó un punto que tenía que salvarme.
No me arrepiento.
Desde ese día, odio que me digan que no me vaya, porque te aseguro que yo jamás me iré de la persona que quiero, pero sí de la que no me quiere a mí.
Y eras tú.
Yo solo me salvé de donde sabía que iba a morir y, sobre todo, de donde tú sabías que acabarías conmigo.
No me aplaudas por haber ganado, no me gusta derrotar a quien siempre quise en mi equipo.
SONIA VERA SANTIAGO
