Opinión

Trabajo infantil: La nueva tragedia de los niños sirios

El día 12 de junio fue el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, y el panorama no invita al optimismo, solo el conflicto en Siria, ha convertido a muchos niños y niñas en víctimas de las peores formas de trabajo infantil, de las cuales las más preocupantes son la trata de niños, el reclutamiento en el conflicto armado, el trabajo peligroso en los países vecinos, la explotación sexual comercial, y el trabajo doméstico. Además, se sabe que hay niños y niñas atrapados por mafias en situaciones de servidumbre por deudas y en régimen de semi-esclavitud.

En países vecinos como Jordania, el Líbano, o Turquía, miles de menores sirios trabajan como esclavos, se han visto forzados a recurrir a cualquier estrategia para sobrevivir, el trabajo infantil es uno de ellos, una realidad que se agrava en países como Turquía donde Miles de menores trabajan largas jornadas en talleres de confección en las ciudades fronterizas con siria, incluso preparan uniformes de combate para las fracciones enfrentadas

70.000 niños han nacido en los campos de refugiados durante solo, los tres primeros años de guerra, más de un millón y medio huyeron a los países vecinos, 8000 de ellos huyeron sin compañía, mientras que otros miles han perdido la vida en los combates, sin contar los cientos de niños y niñas ahogados en el mediterráneo en su intento de llegar al mundo de la libertad en busca de protección.

Lo que empezó en Siria, marca ahora el crecimiento de toda una generación perdida de niños deambulando por varios países limítrofes, incluso en la Europa de los derechos del niño, obligados a convertirse en hombres y  mujeres  prematuramente. Menores que se les negó el derecho a estudiar para convertirse en el símbolo de la nueva explotación laboral de menores en el ciclo 21.

Es la realidad que no quisieron ver los mandatarios europeos firmantes de aquel acuerdo con Turquía para cambiar personas por euros, el acuerdo que no distingue entre hombres y mujeres,  entre jóvenes y ancianos, entre sanos y enfermos, ni entre adultos y niños. Aquel acuerdo que arrebató la sonrisa a miles de niños y niñas, que les negó el derecho a estudiar, y incluso el derecho a jugar