Opinión

La memoria silenciada

El pasado 28 de septiembre se estreno el documental “Dejadme llorar.” El genocidio olvidado”, del periodista Jordi Gordon. El documental denuncia el silencio y el genocidio de miles de personas que no apoyaron el golpe militar de Franco y rescata los hechos y testimonios de las víctimas de la represión franquista en Córdoba. Además, el documental da a conocer la investigación del historiador Francisco Moreno durante más de 30 años sobre los crímenes de la dictadura en Córdoba y su provincia, donde 12.000 personas fueron desaparecidas. Esa cifra, el silencio sobre ella y los hechos que la propiciaron, pretende dar voz a las víctimas y sus familiares, y recordar esa oscura página de Córdoba que poca gente conoce hoy; una Córdoba que sigue sin hacer justicia a su historia y a los olvidados durante los cuarenta años del franquismo, y que siguen marcados, cuatro décadas después, por una democracia que no supo darles el más mínimo reconocimiento, como víctimas.

Unas 12.000 personas, hombres y mujeres desaparecidas, niños y niñas arrebatadas a sus progenitores. Una cifra que lo resume todo, lo que pasó durante la represión, donde sigue habiendo fosas sin abrir, una justicia silenciada, y donde no se entiende cómo se pretende enterrar una verdad viviente en los corazones y mentes de miles de víctimas y de sus familiares, y que no se levante el silencio y se proyecte la luz. ¿Tan difícil es derribar la gran muralla oculta del silencio, esa muralla capaz de reprimir la memoria, borrar el recuerdo y ocultar la verdadera historia de lo que pasó?

A pesar de todo, las víctimas y sus familiares nunca olvidaron, siguen en su lucha y empeño de buscar la verdad, preservando el recuerdo, después de tantos años llorando en silencio, sin poder ni hablar de ello incluso con los suyos. El miedo lo sigue invadiendo todo, incluso ridiculizados por algunos demócratas de boquilla disfrazados de políticos, que no paran en seguir en su empeño de borrar la memoria, silenciarla e, incluso, condenarla al olvido.

Hasta cuándo seguirán esperando las victimas del Genocidio que se les reconozca como tal -víctimas ni más ni menos-, que se les haga justicia, que se facilite la convivencia sin rencores. Hasta cuándo se puede silenciar la memoria y el recuerdo de miles de familias sentenciadas a llorar en silencio.