Opinión

¡Si nosotras paramos, se para el mundo!

El 8 de marzo del 2018 millones de personas salimos a las calles en un grito global en cientos de ciudades de todo el mundo.  En ese momento, supimos que algo había cambiado. Vivimos y disfrutamos del proceso en primera persona, fuimos cómplices y protagonistas activas, de un proceso que quedará en los anales de la historia. Conscientes de que habíamos conseguido juntas  muchas de nuestras demandas, grandes logros y reivindicaciones.

Tras la resaca de la jornada de huelga, el 9 de marzo nos levantábamos con la noticia de un nuevo feminicidio. Y en nuestras retinas y nuestros oídos se entremezclaron durante meses  los recuerdos, las consignas, la emoción compartida de saberse parte de la historia, con la consciencia de los hitos que aún nos quedan por alcanzar, las luchas que nos quedan por ganar.

Así, llegamos al 8 de marzo de 2019 cargadas de motivos para reeditar una Huelga Feminista. En un contexto en el que resurgen grupos y partidos políticos que atentan contra los derechos y libertades que tanto han costado conseguir a las mujeres. Grupos que quieren disfrazar con eufemismos “liberales” a la lucha feminista, a los siglos de lucha de tantas mujeres, hermanas,  gracias a las cuales hoy, estamos aquí.

Porque tenemos más de mil motivos, ¡Apoyamos la Huelga Feminista!

Porque queremos visibilizar y denunciar los horrores  al que aún hoy nos somete el patriarcado, la explotación de las mujeres, su discriminación sistemática en el espacio público y de todos los espacios de toma de decisiones.  Este sistema patriarcal y capitalista, no solo amenaza la vida de  las mujeres, nos lleva al colapso del Planeta.

Porque las violencias, atraviesan nuestras vidas, las de todas las mujeres,  y la condiciona, limitando nuestra libertad. Más de mil mujeres asesinadas por violencia  machista desde que se contabilizan los feminicidios. Leyes basadas en prejuicios misóginos, aplicadas por quienes comparten la misma visión de las mujeres que sus violadores, maltratadores, acosadores… Se nos hace insostenible un sistema basado en una justicia patriarcal.

Porque  queremos tener derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Nuestros derechos sexuales y reproductivos siguen  sin estar garantizados. Porque somos diversas, con cuerpos diversos, no normativos, y queremos que no se invisibilice ni estigmatice  nuestras realidades diversas.

Porque queremos que se garantice la educación laica, pública y con currículos feministas. En la que se incluya educación afectiva y sexual desde la educación infantil, para garantizar que se transmiten  patrones de comportamiento entre mujeres y hombres basados en el respeto y la no agresión.

Lo contrario al feminismo es la ignorancia. Y la ignorancia se combate con educación y formación feminista.

Exigimos medidas que nos lleven hacia  un modelo nuevo económico que no se base en la división sexual del trabajo, que sea social y ambientalmente sostenible.

Es responsabilidad de toda la sociedad, desde todos los ámbitos, trabajar para alcanzar un modelo social de iguales, cooperativo; un sistema que cuide de las personas y del planeta.

Un sistema ecofeminista que se construya en torno al bien común que reproduzca los valores de la igualdad en todos los ámbitos y en todas las relaciones.

Y para ello, seguiremos trabajando, tejiendo redes, sabiendo que si paramos todas, paramos todo.

¡¡Si nosotras paramos, se para el mundo!!