Opinión

¿Quién defiende el mundo rural?

El medio rural abarca el 80% del territorio del Estado, en el que tan solo vive el 20% de la población, es un espacio social, ecológico y económico rico y diverso, portador de inmensos valores culturales que constituyen la diversidad de nuestros pueblos. Sin embargo el histórico de las sucesivas políticas implementadas desde las distintas administraciones han ido relegando ese mundo rural a una realidad meramente (im)productiva, acompañada por una crisis de derechos brutal. La población rural tiene un enorme sentimiento de abandono por parte de los poderes públicos y, ha sido sistemáticamente apartada del diseño de sus políticas.

Las personas que vivimos en el mundo rural somos cada vez más conscientes de los saberes que atesoramos y, lo más importante, tenemos claro cuales deben ser nuestras reclamaciones fundamentales. Debemos formar parte fundamental del proceso de cambio democrático y de construcción de un nuevo modelo productivo que sea agente clave en la vertebración del conjunto del territorio. 

Cuando se nos llena la boca de la defensa del mundo rural, de esa... España que (no) madruga... populista, de ultraderecha, de los que ansían volver al escenario que Miguel Delibes nos mostraba en 'Los Santos Inocentes', y que ha mostrado su verdadera cara en cuanto a los intereses que defiende en el trámite de la Ley de Cadena Alimentaria, que entre otras cosas, prohíbe la venta a perdidas, propongo una verificación bastante sencilla y no es otra que poder comprobar en las enmiendas presentadas la número 158 y 160 y donde Vox propone en la primera que los operadores que tengan un volumen de negocio igual o superior a 350 millones de euros no tengan obligación de cumplir con la prohibición de venta a pérdidas, y la segunda enmienda planteando que es el vendedor y, únicamente él, quien debe velar por ofertar sus productos a precios justos, añadiendo que ya está para vigilar este proceso la Agencia de Información y Control Alimentario.

Es decir, como estaba hasta ahora, con una total des regulación de los precios que se le paga a los  productores y una auténtica extorsión a nuestros ganaderos y agricultores con la consecuencia fatal para el medio rural del abandono de las actividades agrícolas y ganaderas por no ser rentables y la no incorporación de jóvenes al campo.

En el mundo rural de lo que tenemos que hablar es de política activa de desarrollo sostenible, de la calidad de nuestras escuelas, institutos, con una oferta educativa adecuada y de calidad, de cobertura sanitaria, de servicios de urgencia, de contar con buenas bibliotecas y oferta cultural, pero también de tener acceso de calidad a internet, o carreteras en buen estado, de empleos estables y de calidad, de incentivos para la instalación de pequeñas empresas, de conservación natural, de gestión de recursos naturales, forestales y cinegéticos, de dinamización social y de todo aquello que constituya una estrategia de desarrollo social, medioambiental y económico sostenible y equilibrado, transversal y multisectorial.

En el mundo rural necesitamos políticas y actuaciones contra el cambio climático y de conservación del patrimonio natural y la biodiversidad, con una PAC que transite hacia la soberanía alimentaria, consumo sostenibles y sistemas alimentarios justos, con un nuevo modelo de producción social y sostenible, una gestión del agua sostenible y basada en el control de la demanda, en coherencia con el cambio climático; transparente, pública, con criterios de equidad  económica y social y que garantice el buen estado de los ríos y el resto de ecosistemas acuáticos.

El desarrollo de un mundo rural vivo nos exige nos exige más democracia y nos implica trabajar con y para las mayorías sociales, con una escucha activa y que recomponga la defensa de bienes comunes y de interés público. Hay que cuestionar el privilegio, el despilfarro y la corrupción que ha orientado muchas veces el trabajo de las instituciones y las autoridades públicas, y desenmascarar las dinámicas caciquiles y clientelares que han beneficiado siempre a las mismas personas.

Un mundo rural vivo que construya consensos sobre la sostenibilidad de nuestra biodiversidad, de nuestras raíces culturales y de como desarrollar nuestra economía y donde se nos garantice los derechos básicos como la alimentación, el agua, la vivienda, los suministros de luz y gas, el gasto educativo, sanitario, en asistencia social y el gasto público en pensiones.