Opinión

La caza social integrada en un modelo económico sostenible para nuestros pueblos

Es conocido que la caza o aprovechamiento cinegético es una actividad de fuerte relevancia social y económica en el medio rural, siendo una actividad heterogénea, que se manifiesta en multitud de modalidades: caza menor con perro, caza mayor (monterías, acechos, aguardos), cetrería, caza con galgos, caza en puesto de aves migratorias, caza con reclamo, etc. Cada una de ellas con características propias que las diferencia y que hace muy difícil agrupar a los cazadores en un solo cuerpo homogéneo siendo por tanto, los impactos ambientales, ecológicos y sociales diferentes en cada una de sus modalidades.

He nacido y vivo en un pueblo pequeño, rural y sin ser aficionado, entiendo que la caza constituye una realidad social y económica que no podemos obviar, soy consciente que su importancia no solo deriva del número de personas que la practica, sino también de su impacto como sector económico en términos de ingresos desagregados, empleos, actividades conexas y fuentes de financiación de las administraciones locales.

Como Coordinador Provincial de Podemos en Córdoba, he de decir que en mi formación política respetamos a las y los cazadores que desarrollan esta actividad de forma responsable, respetuosa con el entorno, con la naturaleza y con el resto de especies, con otras actividades de aprovechamiento del monte y que cumple con toda la normativa tratando de que su actividad tenga el menos impacto posible.

La caza es una actividad regulada y sometida a controles, en los cuales los ambientales deben ser los más importantes. Concienciar ambientalmente y controlar las prácticas insostenibles, algunas de ellas abusivas y, en otros casos delictivas, como las ligadas al maltrato animal. La gestión sostenible de la caza implica que deben fortalecerse los criterios científicos dirigidos a mantenimiento de las especies y los territorios.

La caza debe practicarse de forma compatible con otras actividades económicas y sociales muy importantes para el desarrollo sostenible del medio rural como el ecoturismo, las actividades deportivas, el aprovechamiento forestal o las explotaciones agropecuarias.

Debemos apostar por la caza social como modelo basado en una gestión social, asociativa y pública de los cotos de caza, como contraposición al desarrollo de los cotos privados en manos de grandes fortunas o empresas, que principalmente producen una gestión intensiva de los cotos de caza, en la que las especies son manejadas como ganado y que genera problemas de sobre-población, de transmisión de enfermedades por contagio en particular con la ganadería extensiva, y en las cual se crían animales para ser abatidos, perdiéndose todos los valores y prácticas de la caza ligados a la naturaleza y a la experiencia. La tendencia creciente a la utilización de animales criados en granjas y liberados al medio natural para ser abatidos es una mala práctica que no debe promoverse. Esta liberación sin controles genéticos, ni sanitarios, nos lleva a hibridaciones entre especies liberadas y silvestres, epidemias y disminución de especies silvestres.

Siendo consciente de que la gestión y el alquiler de los cotos de caza suponen un recurso importante para los municipios rurales, es totalmente necesario una revisión de la financiación municipal de los pequeños municipios.

POSDATA:

Las ayudas del pago de los derechos básicos de la Política Agraria Común (PAC) debe ser para la Agricultura y la Ganadería; ¿debemos seguir manteniendo en la lista de perceptores del pago de estos derechos a los cotos privados de caza?