Opinión

¿Agrobusiness o Soberanía Alimentaria?

En estos momentos somos 7.800 millones de personas sobre la faz de la tierra. ¿Se alimentan todas y todos cada día?

La población obesa crece cada año mientras que cada día mueren de inanición 40.000 personas en el mundo. En el año 2050 superaremos los 9.000 millones de personas. ¿Podremos alimentar a toda esa gente? ¿Cómo lo haremos de forma sana y sin cargarnos el Planeta?

En el histórico de las últimas décadas existen dos posiciones totalmente opuestas; por un lado, los que alertan del crecimiento poblacional y que la solución pasa por optimizar el rendimiento de las cosechas y que las nuevas tecnologías deben ser nuestras aliadas en este desafío y, por otro lado, quienes aseguran que somos capaces de alimentar a una población mundial muy superior a esos 9.000 millones de personas previstas para el año 2050, pero que para ello, la industria agroalimentaria debe reencontrarse con su función esencial y principal: Alimentar a la población y no sólo desarrollar un negocio muy lucrativo para cada vez menos personas.

Además, cada país debería ser capaz de alimentar a su población sin depender prácticamente de importaciones en lo que se conoce como Soberanía Alimentaria y cortando radicalmente con el desperdicio de alimentos tanto en la producción como el la distribución, incluyendo nuestros hogares.

En el año 1985, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) declaraba que habíamos alcanzado la suficiencia alimentaria, es decir que ningún ser humano tenía por qué pasar hambre; había alimento para todas y todos. En el año 2000, la propia FAO dijo que ese mismo año ya éramos capaces de alimentar a 12.000 millones de personas y eso que por entonces el planeta contaba con 6.000 millones de personas, la mitad de las posibles alimentaciones.

Podemos alimentar de forma sana, segura y suficiente al doble de la población mundial, por tanto, ¿por qué 820 millones de personas pasan hambre en el mundo? ¿Por qué cada día mueren 40.000 personas de inanición y hambre? ¿Por qué  aumenta exponencialmente la obesidad en países ricos y también en países en vías de desarrollo? ¿Existe una justicia o ética mundial que reparta bien las necesidades del ser humano? ¿Cómo se puede entender que en algunas partes del mundo haya tanta abundancia y en otras tantas con necesidades alimentarias?

Pepe Esquinas es un ingeniero agrónomo, doctor en Genética, presidente del Comité sobre Ética en la Alimentación y la Agricultura de la FAO, al que llevo siguiendo en los últimos años, en sus charlas, entrevistas, reflexiones y escritos, pues es un hombre extraordinario, por su compromiso con los demás, y su grandeza es su humildad. En sus charlas podemos concluir que la situación del hambre en el mundo tiene responsable y se llama capitalismo avaricioso ayudado por leyes que permiten una injusticia permanente.

Desde el punto de vista de los datos hay 820 millones de personas al año que pasan hambre, 17 millones mueren de hambre al año, 40.000 personas diarias. Al mismo tiempo, que diariamente gastamos a nivel mundial 4.000 millones de dólares en armamento; este gasto daría de comer a los 40.000 que mueren diariamente durante 120 años.

Dentro de esta justicia (injusticia) distributiva, hoy en día estamos tirando a la basura 1.300 millones de toneladas métricas de alimentos al año, una tercera parte de la producción mundial. En España el 30% de lo que se tira en la basura va en envases sin abrir por estar caducados. Es absolutamente ridículo, pues cada persona de los que habitamos este país tiramos a la basura el equivalente a 170 kilos de alimentos al año.

Es evidente que no podemos decir que es sólo responsabilidad del agrobusiness o de un sistema injusto y de una estructura agroalimentaria depredadora con los recursos y con la búsqueda de beneficios por encima de todo y de todos. Tenemos una responsabilidad personal, nosotras y nosotros, cuando vamos a la compra, y es que la decisión de cuánto compramos es sólo nuestra. Como consumidores, pues, tenemos un arma, la más potente, la del consumo.

Cuando compramos sólo lo que necesitamos agredimos menos al planeta, en última instancia todo está basado en el uso de recursos naturales, que son limitados. Finalmente, se trata también de saber qué compramos, porque el cuánto está bien,  pero tenemos que saber si compramos productos agrarios o industriales que proceden de un determinado tipo de producción o agricultura en la cual incentivamos o desicentivamos ese tipo de alimentos, es decir agrícola o industrial.

Comprar una alimentación u otra no es inocuo, es un arma política, es una decisión política y, desde ese punto de vista, si decidimos comprar productos de ecológico, que intervengan lo menos posible en el medio ambiente, o productos que han sido fabricados de manera justa, pagando salarios justos y dignos y no con esclavos y con niños, si además compramos productos de calidad, de barrio, de cercanía, de temporada, no sólo con buena presencia, estaremos, entonces si, favoreciendo la Seguridad y la Soberanía Alimentaria.

Los alimentos son un bien y un derecho imprescindible y no un mercado de futuros para hincharse a ganar dinero a costa del hambre y la muerte de las personas.

¡¡¡¡SÓLO FALTA VOLUNTAD POLÍTICA!!!!