Opinión

Las oportunidades de negocio tras el confinamiento

Es una buena pregunta.

¿Han surgido o se han expandido nuevos modelos de negocio con el confinamiento de más de dos meses debido al estado de alarma del COVID-19?

¿Hay oportunidad de un modelo económico complementario gracias al confinamiento?

Sí. Pero si aseguramos la dignidad de los empleos que genera. ¿Le podemos poner un sello de calidad y ética social a estas oportunidades?

Hablaré de tres sectores en alza, con tres análisis diferenciados y conclusiones respecto a los riders, las plataformas digitales y la formación on-line.

Glovo, UberEats... Un crecimiento exponencial estos meses, pero sólo para las empresas, no para los trabajadores, los llamados 'riders'.

El debate sobre la explotación laboral que sindicatos y colectivos de repartidores llevan años denunciando en el mundo de plataformas digitales de reparto, parece que no está en la agenda política estos días, pero si lo está. La figura del falso autónomo, a la que hay que añadir miles de accidentes laborales silenciados o la exposición al virus estos meses, nos debería hacer reflexionar sobre la Dignidad que se merecen estos trabajadores.

El problema es que la mayoría de los casos no se reconoce una relación laboral evidente, no hay prevención de riesgos laborales ni formación para los trabajadores ni reciben el material necesario de protección. ¿Qué persona con escrúpulos pediría este tipo de servicios si conoce esto? Es un modelo con buenas ideas pero con una realidad perversa y no ética.

Un modelo y oportunidad exitosa, que a la vez sería un avance social, sería una dignificación de sus condiciones laborales, un blindaje de sus contratos y, porque no, un ajuste del margen de valor de lo servido para su desarrollo local, en plataformas de aqui, apps de cercanía o gremios de riders organizados. Dar dignidad laboral, en estos tiempos, es dar valor añadido al negocio. Que el beneficio redunde en las personas que lo trabajen, mejor aún.

Como denunciaron el colectivo 'Riders X Derechos', estamos delante de la perversión más absoluta del modelo de explotación que supone el falso autónomo. Morir trabajando sin ser trabajador. De esta manera, ningún modelo de negocio merece crecer.

La cuarentena también ha afectado, por supuesto, a las televisiones convencionales y han surgido nuevos nichos de mercado emergentes: Las plataformas digitales. Nuevamente nos encontramos con empresas que poco o nada tributan en nuestro país, y que el margen vuela hacia paraísos fiscales u otras económicas internacionales.

Pero el uso es completamente distinto si el enfoque fuese otro. Potenciar plataformas de información independiente y fiable, locales o regionales, con un foco en lo social, lo cultural o lo deportivo. Por qué no tener un Netflix o un PrimeVideo regionales, provinciales o locales. ¿Recordáis el Video Comunitario en los 80? Una adaptación, con el talento informático y cultural que tenemos, y una campaña de concienciación ciudadana cuando estamos (parece) más concienciados que nunca. 

En la actualidad, Netflix, Google y Amazon (junto con Facebook, Microsoft y Apple) consumen más del 43% del tráfico de Internet, si bien es Netflix la que mayor consumo realiza, con cerca de un 12.6% del tráfico total. El gasto de Internet que generan es sólo muestra del consumo creciente que los usuarios realizan de estas plataformas, unas entidades cuyo poder no sólo radica en la exhibición, sino también en la producción.

Estos nuevos actores en el terreno audiovisual acumulan capacidad de producción en unas pocas manos, y la preocupación en el sector está fundada. ¿Queda espacio para todos en un paisaje cada vez más consolidado en cinco o seis grandes compañías, que no sólo producen su propio contenido, sino que tienen, además, el poder sobre la distribución de dicho contenido?

Para las plataformas digitales, ese aumento de suscriptores es un flujo monetario tan brutal que quizá deban aportar más a las arcas públicas como hasta ahora, o crear estructuras más descentralizadas y apostar por las producciones nuestras.

Además, la creciente demanda de estas nuevas plataformas en streaming supone una importante apertura para el mercado nacional, traduciéndose en mayor número de puestos de trabajo y de producciones locales. En este sentido está la oportunidad.

Por último, el parón obligado por el estado de alarma ha supuesto para muchos la pérdida temporal o definitiva de su empleo o la reducción de la jornada laboral. Por eso mucha gente ha visto en el confinamiento una buena ocasión para formarse y adquirir conocimientos que mejoren sus posibilidades laborales o de encontrar trabajo cuando todo haya pasado.

Es palpable que el confinamiento multiplica el interés por la educación en línea y dispara la búsqueda de cursos, talleres y másteres. La oportunidad es que esta formación sea transversal para toda la sociedad.

La oportunidad que proporciona el repunte del interés por los cursos on-line corrobora el cambio de paradigma vivido en las últimas décadas respecto al modelo de educación clásico, el presencial.

La revolución tecnológica que debe explotar con el talento local y las iniciativas apoyadas desde las instituciones públicas, debe asegurar que ahora, gracias a las nuevas tecnologías y a este apoyo institucional necesario en medios y cobertura al Wifi, la formación especializada esté al alcance de cualquier persona. Es un ejercicio de lucha contra la desigualdad esta nueva oportunidad universal de crecer en conocimiento y en acceso a nuevas expectativas laborales.

Los centros de educación on-line deben poder ofrecen cursos a precios económicos e incluso gratuitos para ámbitos muy diversos: desempleados, colectivos de inserción laboral, reciclaje profesional y nuevas ofertas públicas de empleo. La apuesta política en este sentido debe ser ambiciosa.

En una conclusión general, los modelos de negocio y nuevas oportunidades económicas, en una sociedad que ha aprendido a base de aplausos y sacrificios, es que la ética, la decencia, lo cercano y que redunda en el bien de tu comunidad es lo valorable a la hora de consumir o contratar un servicio. Ése es el reto.