Opinión

Artículo Periodístico 4.059º: 'Afeitarse o maquillarse cada mañana'

Todos hacemos una serie de actos y actividades cada día. Y, así, durante semanas o meses o años o décadas. Somos unos animales racionales con alma de pautas.

Unos, nos afeitamos todas las mañanas, otras, se maquillan todas las mañanas. La verdad que muchas veces, todas las mañanas y todas las tardes. Y, esa es la vida, una sinfonía de una serie de rutinas diarias o semanales o mensuales con actos o intermedios de distintas voces o sonidos que no son rutinarios. Combinamos modos y medios y formas y maneras...

Cada uno debe fijarse en sus cosas diarias o semanales que se repiten, y, en las realidades novedosas o innovadoras que no se repiten, o lo hacen, una vez al año, diríamos unas vacaciones o un viaje a algún lugar. Quizás, la civilización se caracterice, una de sus esencialidades, es ese juego de rutinas y no rutinas, que la mayoría de los individuos construyen y les construyen.

A veces, me digo, en veinte mil días, pongamos por caso que vivimos, cuántas veces hemos comido, cuánto tiempo hemos dedicado a esa actividad. Imaginen ustedes el resto de actos y actividades. Me digo a mi mismo, son las mismas rutinas la de los romanos antiguos o egipcios antiguos o los sumerios antiguos que las nuestras. Las civilizaciones se podrían describir y definir, por las rutinas que son semejantes unas a otras, y, por las no-rutinas que son diferentes unas a otras. Unos van a unos templos sagrados y otros a otros, pero todos van a lugares sagrados, desde el neolítico al menos, desde la prehistoria posiblemente. Todos tienen que dedicar un tiempo a dormir, a descansar, a degustar alimentos, a producir cosas o servicios, a...

Quizás, las cosas diarias o semanales, las rutinas, son las que nos sostienen como individuos, colectivos, sociedades, Estados. Porque son el armazón del edificio y la arquitectura de las civilizaciones. Porque tenemos rutinas, existen millones de bares, tascas, restaurantes, tabernas, porque se sabe, que si hoy, la visitaban decenas de millones de seres humanos, dentro de una semana también lo harán, en mayor o menor cantidad. La rutina es la que nos permite ser y estar, en este mundo. Cierto es que abogamos por rutinas buenas y racionales y morales. Porque las malas rutinas, nos traen sufrimientos, penas, angustias, pobreza, a nosotros y a los demás...

Algunos, tenemos la rutina de no solo afeitarnos o maquillarnos, se sea hombre o mujer –ya sé, que muchos hombres también se maquillan, y, las mujeres también se afeitan, le denominen con otros nombres y otras partes del cuerpo–. Algunos tenemos la rutina de inventar frases y palabras, varios a la semana, que denominamos artículos periodísticos. Para que vean ustedes, que existen rutinas generales, desayunar por las mañanas, rutinas excepcionales ir de viaje a la Patagonia, solo algunos individuos la practican, y, rutinas de colectivos, una de ellas, es redactar columnas periodísticas. Cada individuo, dispone de las suyas... Por tanto, estamos dentro de rutinas generales, especiales o específicas de cada colectivo, excepcionales de cada individuo o grupo.

Es bueno, saber que cada generación gasta su tiempo en unas rutinas o en otras, en las excepcionales o en las específicas, unos, antes les gustaban mucho los toros de lidia, y, a otros, el futbol, a casi todos ambas cosas. Los tiempos van cambiando y se van debilitando las costumbres y las rutinas. Han existido durante siglos la presión del pueblo y de los pueblos concretos, lo que dicen y dirán los otros, ahora, existen enormes altavoces que son los medios de comunicación, con un poder ingente, y, también la publicidad-propaganda, tanto de productos como ideológica, y, también las costumbres sociales... Y, en estas tres dimensiones nos van haciendo y deshaciendo en usos y costumbres y sueños y pasiones... Vamos cambiando ideas y conceptos y deseos y emociones y actos... Es esta la vida humana. Antes iba más despacio la vida y las rutinas, ahora más deprisa, antes la profundidad era menor en el tiempo, ahora la influencia y cambio es mayor en menos tiempo...

En medio del afeitado de cada mañana, ponemos nuestras ilusiones y deseos e ideas y proyectos y fines, nuestras esperanzas y nuestras alegrías y nuestras penas. Y, según en que trayecto de la vida estemos, así vas haciendo. No es lo mismo a los cinco años que a los veinticinco o a los cincuenta que a los setenta... Esa es la vida y ese es el vivir, ese es el existir y esa es la existencia...

Pero dentro del afeitado y de la rutina y de las no-rutinas, de los actos cotidianos y de los no-cotidianos, siempre me planteo y recuerdo aquello de Kant, si no existe Juicio Particular, después o en el momento del morir, no sabremos con corrección la bondad de nuestros actos, la maldad de nuestros actos, la bondad de los actos de los otros, la maldad de los actos de los otros. Si no existe ese denominado Juicio Particular, en categorías occidentales, nunca sabremos de verdad, lo que es afeitarse o maquillarse...