Opinión

Qué vale más, ¿el arte o la vida?

"Qué vale más, ¿el arte o la vida?", dijeron las activistas tras arrojar un par de botes de salsa de tomate, en alusión a la obra de Andy Warhol, sobre un ejemplar de 'Los Girasoles' de Vincent Van Gogh.

"Si sólo pudieras donar dinero a un sitio a dónde lo donarías, ¿a la Catedral de Notre Dame o a replantar el Amazonas?", preguntó una alumna de primaria al alcalde de Madrid.

No voy a negar que el primer impacto de la noticia me provocó desconcierto. Me preguntaba que llevaría a esas activistas an cargarse una de las obras más icónicas de un hombre que murió hace ya pechá. Mientras leía comentarios en Twitter relacionados con la noticia, la sensación de compartir sentimiento y opinión con cientos de señoros perturbaba mi conciencia, así que decidí profundizar un poco más en la noticia. Me costó, pero ahondando mucho lo encontré. El cambio climático. Todo esto era por el puto clima. El patrimonio natural, nuestro hábitat. Una acción para llamar la atención del mundo y recordar lo que sigue pasando con nuestro planeta. 

Lo que es ineludible es que mucha gente habla hoy sobre lo ocurrido, con menor o mayor información. ¿No se trataba de eso? Entre otras muchas cosas, una acción 'artística' para agitar las mentes, crear conflictos y discusiones alrededor de la propia obra, provocar preguntas sobre las emociones y las razones que transmite. El arte no debe ser confundido con un deporte de familias ricas que coleccionan obras por doquier para aumentar su estatus social, hacer negocio de arte contemplativo en galerías privadas o públicas a cambio de un dineral de nuestro propio bolsillo. El arte también es algo vivo que, a veces, sólo cobra vida en la vida misma. Un ejemplo de ello fue la obra del escultor Francisco Cedenilla, expuesta en el Mirador del Silencio del Valle del Jerte. Cuatro estatuas en conmemoración a las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo. A los pocos días de su inauguración alguien las tiroteó. Al ser avisado el escultor dijo que no las arreglaría, su obra había sido culminada. En el caso del Van Gogh no olvidemos el cristal. Importante tomar en cuenta el vidrio que separaba el tomate del óleo. La intención jamás fue dañar la obra. Y si la obra hubiese quedado con un manchurrón de tomate, ¿icono ecologista para la posteridad?, ¿icono de la estupidez humana en su más amplio sentido? No sabría contestar.

Las acciones deberían intentar servir para reunir apoyos amplios a la causa que defiendes. Vemos en Córdoba diferentes acciones ecologistas todas las semanas, muy nobles todas ellas y gente incombustible que estoicamente aguanta el día a día de la militancia sin reunir a más de un par de decenas. Concentraciones contra aperturas de campos de golf en tiempos de sequía, marchas por Doñana, por el cierre cementeras que no deberían estar funcionando, o denunciando la ampliación del cementerio nuclear del Cabril en nuestra provincia, y muchísimas otras que no tienen repercusión y nos afectan a todos. Por desgracia esto no llega a nuestros vecinos.

Sin ánimo de comparar, Greta Thunberg inspiró a millones de personas a salir a las calles y organizarse por la causa ecologista. Estas mujeres en 5 minutos han enviado un mensaje que ha sido recibido por medio planeta. No sabemos las consecuencias. Quizás, uno de los problema de este tipo de acciones es no enviar un mensaje claro cuando el adversario cuenta con un arma como la desinformación. Aunque a veces asumes que eso siempre ocurrirá. Usarán la desinformación siempre, ante esta y otras acciones. Desahucios que se justifican bajo el terror infundado de la okupación. A toda aquella gente que decidió quedarse en Puerta del Sol en Madrid un 15 de mayo de 2011, o los bolivarianos comunistas de Podemos que te quitarán la casa para dársela a una familia migrante de África, y un largo etcétera de ejemplos.

Hasta el momento, esta acción se recordará como las dos chicas que tiraron salsa de tomate a un cuadro de Van Gogh, sin más contexto. Nadie contará que ellas tenían en cuenta el propio cristal cuando planearon la acción, dirán que gracias al cristal se salvó el cuadro. De hecho, en horas el cuadro volvió a exponerse sin ningún tipo de percance. Pocos señalarán que galerías como la National Portrait Gallery de Londres lleva financiada 30 años por la petrolera BP, que lucha por mantener sus beneficios pagando a lobbies que minimicen las políticas contra el cambio climático, o intentar influir en la opinión pública con ideas anti-ecologistas, señalar a los activistas ecologistas como feminazis, profetas hippies, caricaturizar la causa más urgente para la especie humana.

Os invito a contestar a las preguntas del principio. Qué vale más, ¿el arte o la vida?, ¿donar dinero a reconstruir la Catedral de Notre Dame o reforestar el Amazonas? El alcalde eligió Notre Dame. ¿Y tú?